De empresario de la noche a líder de una red de trata

Los secretos de la actividad ilícita que montó Luis Roberto Gambandé, el hombre que llegó a manejar tres boliches en la ciudad.

HOY. La esquina de José Colombres y San Juan ha cambiado su aspecto después de un allanamiento.  HOY. La esquina de José Colombres y San Juan ha cambiado su aspecto después de un allanamiento. LA GACETA / FOTOS DE ANTONIO FERRONI - JOSÉ NUNO

“Algunos lo veían como una diversión, pero en realidad, en ese lugar había víctimas que estaban viviendo en un infierno”. Con esas palabras, el fiscal federal Pablo Camuña explicó cómo era la actividad que desarrollaba Luis Roberto Gambandé, que siempre se presentó como empresario de la noche, pero que terminó condenado a ocho años y seis meses de prisión por ser culpable del delito de trata de personas con fines de explotación sexual.

La historia que se ventiló en el juicio habla del padecimiento de unas 12 mujeres de entre 13 y 38 años que fueron sometidas durante más de 15 años. Fueron realidades ocultas detrás de las luces de los boliches, la corrupción del Estado y con la complicidad de políticos y empresarios de la provincia. Y toda esa trama se descubrió en gran parte por los dichos de una testigo de identidad reservada. Con precisión de neurocirujano, la joven contó cómo fue la carrera del imputado que llegó a transformar el formato tradicional de la prostitución en la provincia. La víctima relató que llegó a la provincia desde Salta en 1997. “Vine a buscar mi identidad, puesto que era hija adoptiva y quería saber quién era mi madre. Sabía que estaba internada en un psiquiátrico”, relató.

Dijo que meses después conoció a Gambandé, cuando tenía 16 años, en el boliche Margarito, que era de su hermano. Esa misma noche le ofreció trabajar en la barra del centro nocturno. De la barra pasó a un escenario donde solamente bailaba. Luego fue progresando el show con bailes sensuales hasta llegar a hacer striptease. Fueron dos años de esa rutina hasta que se produjo una pelea entre los parientes y Gambandé decidió independizarse. Así nació Gel, el local que funcionó en José Colombres y San Juan.

“En un primer momento era un boliche para mujeres porque estaba el furor de los strippers. Empezó a traer chicos de Buenos Aires para que hicieran el show. Después se interesó en atraer hombres y por eso empezamos hacer striptease para ellos”, relató durante la audiencia.

Los inicios

La joven contó que mientras realizaba esa tarea se puso de novia con uno de los hijos del condenado. Y que gracias a él comenzó a alejarse de ese ambiente. “Fui a trabajar en una casa de juegos de Ángel Ale. Ahí trabajaba de 14 a 22 y después de regresaba a Gel, pero era como una especie de ayuda”, contó. “Mi mamá se enfermó y necesitaba una importante suma de dinero para que la operaran. Me la presta ‘El Mono’, pero después no podía devolverla. Luis, que me da refugio, le pagó. Después me pidió que comenzara a salir con un empresario que había quedado viudo. Íbamos a comer y después teníamos sexo. Ahí me di cuenta de que me estaba prostituyendo”, recordó.

En el 2000 el boliche de Gambandé era todo un éxito. Y empezó a crecer. Con el correr de los meses, sus trabajadores eran contratados para realizar shows en fiestas de fin de año o en despedidas de solteros. “Un día un cliente me dijo que estaba en una página. Se lo conté porque, ingenua, pensaba que había surgido una competencia. Pero él, lejos de preocuparse, me dijo: ‘está bueno porque eso es publicidad’. Se había transformado en una especie de Mercado Libre de mujeres y de oferta sexual donde aparecían todos nuestros datos, lo que hacíamos y lo que cobrábamos”. Esta alternativa también se constituyó en un delito. “Íbamos acompañadas por personal de seguridad y hacíamos el show. Si algunos querían tener sexo con nosotras, arreglaba aparte con Luis, pero nunca nos decía nada”, declaró. En el expediente existen audios donde se confirmaron sus dichos.

El local original de Gel terminó siendo clausurado por las autoridades, por lo que se mudó a Marco Avellaneda al 900, donde comenzó a funcionar un prostíbulo. Luego, entre 2006 y 2007, Gambandé abrió El Infierno. “Ese era un boliche más bien cumbianchero. Como los boliches cerraban más temprano, los afters se hacían en el local de la Marco Avellaneda. Luis aprovechaba esa situación para convencer a menores para que trabajaran con él”, explicó la testigo. En ese tiempo, el empresario inauguró Cyrus, “un boliche bien”, como señaló la joven en la audiencia en la que confirmó también que ella vendió entradas para ese local en más de una oportunidad. “Como era de otro nivel, no querían que se lo vinculara con lo que ocurría en la Marco Avellaneda”, agregó.

Padecimientos

“Gambandé era un gran manipulador emocional. Con palabras te convencía de hacer las cosas”, insistió la testigo. Y contó una historia para ratificar sus dichos. “Una vez me internaron en el Centro de Salud porque tenía neumonía. Me fue a buscar para que haga un show en Gel. Me dijo que me cuidaría y lo hizo poniéndome un pañuelo en el cuello y dándome una pastilla. Esa noche trabajé como si nada”, declaró.

Con las palabras de la joven también llegó a entenderse por qué la estructura ilegal funcionó tanto tiempo. “Gel siempre fue un prostíbulo VIP. Siempre iban políticos, legisladores y empresarios. Todo estaba arreglado. Con el IPLA y la Dipsa. Iban con las camionetas a buscar el sobre con la plata. También lo hacía el comisario (Pablo) Barrionuevo (ya no forma parte de la fuerza) que iba a realizar inspecciones, pero se quedaba a tomar fernet”, señaló. “Cuando iban los políticos Luis nos decía que vayamos con ellos. Para nosotros era bueno. Porque preferiríamos estar con estos clientes y no con un desconocido que nos podía golpear, por ejemplo”, indicó.

La testigo también confirmó que el acusado tenía vínculos con el poder, ya que normalmente sabía cuándo lo allanarían. “Una vez hasta hizo sacar todos los muebles y el caño que utilizábamos para hacer el show. También nos hacía hablar con su abogado que nos explicó que si alguna autoridad se presentaba en el lugar, le debíamos decir que estábamos por nuestra propia voluntad y que nadie nos obligaba a prostituirnos”.

La mujer, para probar que eran víctimas de explotación sexual, también relató cómo era el régimen laboral que tenían. “Nos pagaban por la cantidad de encuentro que tuviéramos por noche. Por ejemplo, si teníamos 10 contactos, ganábamos $500, pero el 50% se los quedaba él. De nuestra parte, nos descontaban los preservativos que usábamos y si ensuciábamos la ropa de cama. Y si había que pagar una coima, la debíamos abonar entre todas las chicas”, destacó.

“A lo largo de mi vida tuve 10 embarazos. Me obligó a practicarme ocho abortos en un médico conocido de la calle Alsina. Él se enojaba mucho cuando quedábamos embarazadas. Nos manipulaba tanto que hasta llegamos a pensar como que nos cuidaba. Me costó mucho tiempo darme cuenta que era un monstruo”, concluyó.

“Soy inocente, nunca entenderán”

Luis Roberto Gambandé habló menos de un minuto cuando el tribunal le dio la oportunidad de decir sus últimas palabras. “Por más que repita, nunca entenderán cómo funcionaba el negocio. Soy inocente”, señaló. Sus defensores Gustavo Estofán y Macario Santamarina dijeron que esperarán los fundamentos del fallo antes de definir cuáles serán los argumentos de la apelación que posiblemente realizarán. “Sí puedo decir que nuestro defendido no dirigía ninguna red de trata y podríamos discutir si estamos ante un caso de proxenistimo”, explicó Santamarina.

¿Abrirán otra causa?

El tribunal, integrado por Enrique Lijlledahl, María Noel Costa y Abelardo Basbús, condenó a Luis Roberto Gambandé a ocho años y seis meses de prisión, y también ordenó que se le decomisen un inmueble, un auto y dos motos. Los jueces ordenaron que abone  una suma de $3 millones a la testigo de identidad reservada y de $6 millones a la otra testigo en concepto de reparación por el daño que les provocó. Pero lo más importante es que el TOF dispuso que se usen los datos que surgieron en la audiencia para iniciar pesquisa por el posible delito de lavado de activos.

Modalidades

Varias de las chicas que hacían striptease eran contratadas y mantenían relaciones en las habitaciones que tenía Gambandé.

El condenado tenía un equipo que hacía shows privados. Si el cliente lo pedía, podía mantener relaciones con las bailarinas.

Gambandé, según la testigo, también la ofrecía como dama de compañía de empresarios y políticos de la provincia.

También montó un prostíbulo llamado de puertas abiertas donde tenía jóvenes para que vendieran sus cuerpos durante todo el día.

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