Rugby femenino: "que haya más entrenadoras es sólo cuestión de tiempo”

Rugby femenino: "que haya más entrenadoras es sólo cuestión de tiempo”

“Isa” Fontanarrosa es una de las pocas entrenadoras a nivel país a cargo de un equipo de mayores: el de Liceo, uno de los clubes que mayor importancia le da a la rama femenina en Tucumán.

Rugby femenino: que haya más entrenadoras es sólo cuestión de tiempo”

Si bien el rugby femenino existe ya desde hace más de 30 años en Argentina (el primer partido se jugó en 1985), su crecimiento comenzó a ser sostenido recién en los últimos 10, por lo que todavía se trata de un fenómeno relativamente nuevo. Uno de los rasgos que delata esa juventud es que, mientras el número de jugadoras se multiplica año a año, el de entrenadoras sigue siendo muy bajo. Dentro de esa limitada población, la mayoría se encarga de divisiones juveniles o infantiles, por lo que aún resulta extremadamente raro a nivel país encontrar un equipo femenino mayor comandado por una mujer. Una de esas rara avis es Isabel Fontanarrosa, quien desde hace poco más de dos meses tomó las riendas del equipo de Liceo, club en el que ya se desempeñaba como preparadora física del equipo masculino mayor.

Lo primero “Isa” deja en claro es que esto no implica haberse convertido en ex jugadora. “Para nada. Es más, mi idea era hacerme profesional en España, pero por cuestiones burocráticas no me pude ir. Igual, tengo pensado hacerlo más adelante. El club al que voy, CRAT, ya me tiene hecho el contrato. A diferencia de Francia, donde era semiprofesional, este será como jugadora de rugby”, explica la oriunda de Santa María.

La propuesta de ser entrenadora de las chicas de Liceo le llegó en un momento en que estaba bastante afectada por la imposibilidad de viajar a España, pese a contar con los papeles correspondientes de la Federación Española y el Consejo Superior de Deportes de ese país. “Ya había dejado mis trabajos, mi casa, hasta mi perra. Sentí que me había quedado en la calle. Dos días después de volver a Tucumán se comunicaron conmigo desde Liceo. Retomé mi trabajo como preparadora física del masculino y ahora estoy también con las chicas, muy enganchada”, confiesa “Isa”, que también es PF de hockey en Tucumán Rugby.

De todos modos, aclara que para ella no se trata de algo demasiado nuevo. “Ya pasé por este rol en Cardenales, extraoficialmente, dando una mano con juveniles o con el equipo B que había en 2019. Además, el PF hoy se involucra más en la parte técnica, así que me siento cómoda. Y ya había sido entrenadora de voley, así que tampoco es mi primera experiencia oficial”, cuenta.

Fontanarrosa descarta que su condición de ex goleadora de Las Pumas represente un plus de autoridad. “Eso puede pasar en un primer momento, pero dura un ratito. Lo importante es que les resulte interesante o útil lo que les transmito. Para ellas no soy ‘Isa’, soy profe. Y en lugar de decirles ‘esto se hace así y punto’, trato de mostrarles por qué es mejor hacerlo de esta forma y no de esta otra. Me interesa que prueban, que entiendan por qué es así. Y si hay algo que yo tampoco sé, lo reconozco y trato de descubrirlo junto con ellas”, comenta.

Tampoco siente su condición de mujer como una ventaja a la hora de comunicarse con sus dirigidas. “Creo que el entendimiento me lo da el hecho de haber recorrido el mismo camino como jugadora. Honestamente, me cansa ese discurso de que las mujeres son distintas porque se entrenan así o así. No es una cuestión de género: hay personas que se entrenan mucho y otras que no, sean varones o mujeres. Lo que sí es distinto es la realidad del rugby femenino. Las necesidades son otras, por historia, infraestructura, desarrollo, etcétera. Por ejemplo: en Liceo, las chicas tienen todo. Materiales, cancha, iluminación, no les falta nada. No son muchos los clubes donde pasa eso. Y otro aspecto de esa realidad particular es que todavía son muy pocas las que empiezan a jugar de nenas. La mayoría empieza de grande, como yo que empecé a los 21. Entonces, aunque sea un equipo de mayores, deben atravesar un proceso de aprendizaje propio de juveniles o incluso de infantiles. Además, los grupos son muy heterogéneos: así como tenés chicas que ya practicaron algún deporte y son más atléticas, hay otras que no”, advierte.

“Isa” no cree que su rol vaya necesariamente a contagiar a otras. “Que haya más entrenadoras es sólo cuestión de tiempo. Por supuesto, la vocación también es importante: que te guste jugar al rugby no implica que te tenga que gustar ser entrenadora, pero creo que hay muchas chicas que tienen ese perfil y que de hecho ya colaboran en sus clubes. Algunas con divisiones juveniles y otras se aproximan como PF. Pero es más difícil cuando todavía sos jugadora y tenés la cabeza en eso. Como la mayoría empieza a jugar de grande tarda más en dejar, pero a medida que se vayan retirando jugadoras, empezará a haber más entrenadoras”.

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