La misa de hoy: Fe, pandemia, misericordia

La misa de hoy: Fe, pandemia, misericordia

Por Pbro. Marcelo Barrionuevo.

11 Abril 2021

Celebramos el segundo domingo de Pascua, llamado domingo de la Misericordia. Fiesta instaurada por S Juan Pablo II y que pone de relieve desde el evangelio el hecho de que Dios es rico en misericordia y nunca se cansa de perdonar a sus hijos que se arrepienten y luchan todos los días. Este domingo también va entrecruzado con el tema de la Fe, ya que nos cuenta el episodio de Tomás Apóstol quien duda de la resurrección del Señor y pronuncia aquellas famosas palabras: ”si no meto mis dedos en sus llagas no lo creeré...”. Todo esto en el marco ya casi habitual de la nueva realidad que vive la humanidad: vivir en “estado de pandemia”. Por todo ello hay que pedir a Dios Fe y Misericordia en tiempos de pandemia.

1- En Tomás Apóstol encontramos el primer escéptico o el primer agnóstico, posiciones muy de moda por estos tiempos. Debemos responder que creer no es estar convencidos de algo por una información sin fundamento. Es escuchar unas palabras, aceptarlas y llevar la inteligencia más allá de sus límites basándonos en la confianza y la autoridad de la persona que me asegura aquello. Creer es poner el corazón cerca de esa persona que merece nuestra confianza. Es un modo de amar, como afirma Newman: “creemos porque amamos”. Sin la fe, que es el conocimiento más espontáneo y más frecuente del hombre, no podríamos dar un paso en la vida. Toda nuestra convivencia está sostenida por una tupidísima red de actos de fe. En el mundo del trabajo, de las comunicaciones, en la ayuda que nos prestamos en el campo médico, jurídico, financiero, alimenticio, etcétera, juega un papel decisivo la fe en los demás.

La fe es también nuestra primera y más rica fuente de conocimientos científicos. El saber humano en todas sus vertientes depende del aporte de conocimientos y de esfuerzos de años de investigación paciente de una multitud de seres humanos. La mayor parte de lo que la ciencia biológica, matemática, jurídica, me ha legado con los años y me sigue aportando todavía, lo recibo por la fe. Ciertamente y en teoría, podría comprobar si esos datos que recibo son exactos, pero en la práctica carecería de tiempo y tal vez de capacidad para ello. Si desconfío de los datos que a diario me están suministrando millones de personas, tampoco en el ámbito del saber podría dar un paso.

Lo más irracional de este mundo es conducirse sólo con la razón. Es un imposible. Por ello la fe natural nos muestra cómo la fe espiritual de creer en Dios no es irracional sino razonablemente real a partir de la cual creemos lo que Dios nos enseña.

2- La vivencia de la pandemia a mucha gente le perturbó la fe; la prohibición de abrir los templos ha colaborado en una mayor crisis interior y una pérdida en el hábito religioso de celebrar la fe en el culto. El virus enferma a muchos y a muchísimos más los empeoró en lo emocional y espiritual. Por todo esto hay que volver a insistir que la dimensión espiritual es una realidad esencial en la vida de cada ser humano y en la sociedad.

Necesitamos ayuda de la fe para redimensionar la crisis de la experiencia pandémica. La fe nos ayudará a tener una dimensión de confianza y serenidad que no lo da la sola dimensión racional. El miedo es una nueva pandemia hoy, su presencia es global y superior a la cantidad de enfermos reales. El miedo paraliza y enferma, quita la luz racional y produce desesperación. A este nuevo virus hay que sanarlo con el alma en calma y eso nos da la fe. Creyendo somos responsables pero también libres con confianza. La fe une cielo y tierra y no hay nada que no pueda ser significado desde esa experiencia.

3- En este domingo de la Divina Misericordia pidamos a Dios una fe profunda para dar testimonio del perdón de Dios pero al mismo tiempo ser signos de su misericordia. El mundo, la sociedad necesita por una mayor cultura de la misericordia. La pandemia está generando una visión muy individualista de la vida, del salvarse a sí mismo, de buscar el interés y aprovechamiento personal.

La misericordia nos coloca en clave de grandeza, de generosidad, de corazón indulgente. No podemos decir que somos cristianos si no somos misericordiosos dando lo mejor de nuestra vida al servicio de los otros.

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