Jóvenes en peligro: ¿qué podemos hacer los padres?

Jóvenes en peligro: ¿qué podemos hacer los padres?

Escucharlos aunque sepamos que nunca nos van a contar todo y ponerles límites es fundamental, recomienda un psicólogo.

EN PELIGRO. Ponerse en riesgo, como manejar una moto sin casco, es un llamado de atención de los jóvenes. la gaceta / foto de Antonio Ferroni (archivo) EN PELIGRO. Ponerse en riesgo, como manejar una moto sin casco, es un llamado de atención de los jóvenes. la gaceta / foto de Antonio Ferroni (archivo)

Hace 10 días los tucumanos nos conmocionamos con el fallecimiento de un joven que se accidentó en la avenida Aconquija. No es el único caso. Los médicos ven cada día más muertes prematuras y heridos de gravedad en las salas de emergencia.

Sí, hay que preocuparse. Los especialistas sostienen que no se debe sacar de contexto lo que está sucediendo. La pandemia nos afectó a todos, pero no de la misma manera. A los adolescentes y jóvenes, esta situación los encontró en una etapa de pleno desarrollo y crecimiento, con cambios físicos, emocionales y mentales. En tiempos en que muchos de ellos deberían haber estado en la escuela o en la universidad, compartiendo con sus pares, perdieron el rumbo o quedaron en stand by. Entonces, hoy más que nunca, necesitan cuidados y límites.

“Si los adultos estamos desatentos, nos será muy difícil poder entender y contener los vaivenes emocionales de nuestros hijos. La adolescencia nunca fue fácil: hay que atravesar el duelo de la infancia, los padres dejamos de estar idealizados y empezamos a ser comparados y criticados, tienen que soportar la crisis y el descontento con el cuerpo, comienzan las primeras experiencias de diversión nocturna y las pruebas de distintos tipos de sustancias (tabaco, drogas y alcohol), con todos los riesgos que eso implica”, analiza el psicólogo Arturo Gómez López.

“A su vez, cada época tiene sus rasgos distintivos, y tal vez una de las características más peligrosas de hoy pase por el hecho de que los adolescentes están siendo educados por adultos que ceden a su función de tales, porque pasan su tiempo intentando sostener el imperativo de la juventud eterna. Fraternizan el vínculo y son amigos de sus hijos, rompiendo de ese modo la asimetría necesaria para poder representar y ejercer autoridad frente a ellos. Sin esa asimetría natural, los dejamos huérfanos y eso es muy peligroso”, precisó.

Según el profesional, se volvió difícil atravesar todos los cambios de la adolescencia en un mundo atravesado por una tremenda caída de valores, donde se imponen el individualismo, la necesidad del éxito, el dinero como recurso de poder, y el principio del sálvese quien pueda.

“Aunque los adolescentes necesitan criticar el modelo familiar, también precisan por mucho tiempo la contención y el afecto de los padres y adultos de su familia. Pero si los adultos están aturdidos, desatentos, les será muy difícil registrar y contener los vaivenes emocionales de sus hijos. Para ser tenidos en cuenta, suelen caer en los excesos con el alcohol y las sustancias o aparecen los casos de deserción escolar, trastornos de la alimentación, autoagresiones, y en situaciones mas graves, la depresión o el suicidio”, describió.

“Lamentablemente perdemos muchos jóvenes los fines de semana porque les gusta coquetear con la muerte en distintas situaciones: sobredosis de drogas, peleas callejeras, picadas, excesos de velocidad, etcétera. El adolescente, en su omnipotencia, siente una tremenda necesidad de jugarse y mostrarse. Y no le teme a la muerte porque la siente lejana, y porque confía en sus destrezas”, explica.

Según Gómez López, en el relato adolescente casi nunca esta contemplado el riesgo de morir o dañar a terceros. Por eso, los padres tenemos que estar, mirar, acompañar, hablar y escuchar, devolviéndoles una imagen valiosa de sí mismos, para que el camino necesario hacia a la libertad vaya siempre acompañado de la responsabilidad y el amor por el esfuerzo, insiste.

“Se supone que el Estado debería brindar igualdad de oportunidades y elementos para poder desarrollar sueños y proyectos. Sin eso, lo único que queda es vivir en presente continuo, y buscar la satisfacción inmediata. Es muy importante confiar en nuestros hijos, fomentar y sostener el diálogo, aún sabiendo que nunca nos contarán todo. Hay que rescatar el valor pedagógico y emocional de los límites. Y siempre educar con el ejemplo. No alcanza con tener el rango de padres, hay que saber cumplir el rol, y ahí es probable ganarse el respeto. La educación supone asimetrías de saber y de poder que hay que aceptar, fomentar y sostener, sobre todo en la niñez y en la adolescencia”, concluyó.

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