24 Enero 2021
CLAVE El acompañamiento familiar es vital para que los jóvenes emprendan el camino de quererse a sí mismos.
Gerónimo Benjamín Carrer tiene ya 21 años, pero recuerda su adolescencia como una etapa en la que su autoestima era muy baja. Se sentía feo, insuficiente, menos que el resto. “Fui logrando cosas, como persona y a nivel institucional y me fui dando cuenta de que era capaz y valioso. Entendí qué es lo que quiero ofrecer y lo que estoy dispuesto a recibir”, cuenta Gerónimo.
Agrega que le cuesta amarse a sí mismo pero cada día lucha con eso. Al joven le sirve mucho empujarse a realizar cosas que le ayuden a perder el miedo, leer libros de autoayuda e ir a terapia para abrir la cabeza y tener una perspectiva diferente de las cosas.
En distintas etapas de la vida, especialmente en la adolescencia y en la juventud, es fundamental trabajar el amor propio para fundar las bases que nos permitan desarrollarnos como personas íntegramente y así, afrontar las distintas circunstancias que se presenten con confianza y seguridad. La salud mental es tan importante como la física y no se debe descuidar.
“Desde la psicología, el amor propio, podría equipararse al concepto de autoestima, entendiendo esta como la valoración de las personas de sí mismas. Está formada por un conjunto de pensamientos, sentimientos, percepciones y tendencias de comportamientos que dirigimos hacia nosotros mismos, hacia nuestro cuerpo, hacia nuestra manera de ser y nuestro carácter”, explica la psicóloga Marcela Eugenia Sánchez.
Añade que podemos entender la autoaceptación como la capacidad de aceptarnos tal cual somos. “Admitirnos y reconocernos en todas esas partes que nos conforman y que se conjugan en nuestra forma de ser, de sentir, de actuar y de hacer. Sin perder de vista aquellos rasgos, físicos, psíquicos, sociales que nos limitan, como también ser responsables de aquellas conductas inapropiadas y/o erróneas de las que somos autores”, concluye.
Autoestima
Durante la adolescencia se construye la autoestima, y resulta difícil porque es un período con muchos cambios, según la licenciada en Psicología Eliana Martínez. Asegura que constantemente los chicos miden lo que son, piensan y sienten con los estándares sociales establecidos.
“Hay determinados momentos en los que uno se plantea ciertas expectativas, cuando la persona no puede realizarse en lo que esperaba, surgen las crisis y dificultades en cuanto al autoestima”, señala la especialista.
El psicólogo especialista en adolescentes y jóvenes Lucas Haurigot Posse afirma: “Considero que la baja autoestima es determinante en toda etapa de la vida... pero cobra más importancia en la adolescencia y en la juventud porque allí nuestra personalidad se va formando y eso nos pone vulnerables ante situaciones y comentarios de otros”.
“Es muy frecuente ver jóvenes muy disconformes con su aspecto físico, su figura, su auto imagen, y comienzan con crisis de angustia, trastornos de alimentación o autoagresiones. Todas las personas tenemos altibajos emocionales en nuestra vida, días en que nos sentimos autosuficientes y otros días en que no, pero cuando estas manifestaciones se prolongan en el tiempo y vemos que no se pueden controlar, debemos recurrir a un profesional de la salud mental”, agrega.
El rol de los padres
Entendiendo la autoaceptación como un proceso, se debe tener en cuenta que implica un desarrollo paulatino y tiene sus diferentes momentos. El acompañamiento de los padres en este camino es fundamental, según coinciden los especialistas.
“Es de su mirada y de su palabra donde comienza a forjarse la estima propia de ese joven o de esa joven. Si yo escucho a mi hijo o hija, si le presto atención, si le doy importancia a su mirada, a sus opiniones y por sobre todo la respeto como una persona distinta, genuina y autónoma, estaré sembrando en mi hijo o hija sentimientos positivos en ella para consigo misma”, afirma el psicólogo Haurigot Posse.
Asegura que los límites son necesarios para que los hijos sepan por dónde ir y por dónde no, pero igual de importante es brindarles un lugar de escucha y reconocer las cosas que hacen bien.
Según la licenciada Martínez, actualmente, el problema de base de la sociedad es la poca tolerancia a la frustración. Por este motivo, considera esencial que los padres contengan emocionalmente a sus hijos y les brinden las herramientas necesarias para sobreponerse a las situaciones que generen este sentimiento.
“Lo principal para que los padres puedan acompañar este proceso es que tengan siempre presente que ellos son un modelo básico para su hijo adolescente, que deben ser un buen ejemplo, en el que él pueda verse reflejado”, afirma Sánchez.
Enfrentar los miedos
Volviendo a Gerónimo, cuenta que una frase del Mahatma Ghandi lo acompaña en su proceso de autoaceptación: “Haz de ti el cambio que quieres ver en el mundo”.
Al despedirse, invita a los jóvenes a la reflexión: “Conózcanse, enfrenten sus miedos, una vez que logran estar más allá de ellos, pueden construirse desde un lugar más sano. Cuando uno empieza a autopercibirse como una persona segura, libre y fiel a si misma, el mundo se transforma en un lugar mejor y en un lugar donde podes desarrollarte como persona y sentirte realizado”.
Martina Díaz Santilli (21) cuenta que desde los 12 años comenzó a trabajar el amor propio “El momento que marcó un antes y un después en mi vida fue la primera vez que me puse de novia, a los 17. Estaban muy presentes los ideales, las expectativas, el amor romántico y había muchas situaciones que no me gustaba vivir, entraban en juego muchas contradicciones, por eso, comencé a cuestionarme a mí misma por todo. Al encontrar respuestas, cambié muchísimo porque quería cuidarme más y también cuidar más al otro”, detalla la joven.
“Cuando uno empieza a autoaceptarse, empieza a ver un camino más solitario, a pasar mucho tiempo con uno mismo y, por ejemplo, yo dejé de compartir espacios con personas con las cuales no me sentía cómoda y empecé a juntarme sólo con los que me sentía bien. Ahí, muchas veces, te das cuenta que son menos, pero estás más tranquila. Es una gran forma de cuidarse”, asegura Martina.
Finalmente, invita a los jóvenes a plantearse el objetivo de ser auténtico, ser uno mismo, con lo que les guste y lo que no les guste, tratando siempre de ser mejor, asegura que es un proceso lento, a algunos les llevará más tiempo que a otros, pero lo importante es tener ese plan.
Redes sociales
Haurigot Posse afirma que a través de las redes sociales muchas veces lo que se busca es la aceptación del otro. Y, en este punto, los jóvenes que no tienen una buena autovaloración encuentran satisfacción en los “likes” y el reconocimiento.
“Las redes sociales no son malas en sí mismas, pero en personalidades vulnerables pueden ser peligrosas en todo sentido”, concluye el profesional.
A pesar de los estándares de belleza vendidos a través las redes sociales que provocan frustración en algunas personas al no poder encajar, Martínez considera que no todo es tan superficial y que actualmente se puede encontrar que a través de estos medios se plantea también la búsqueda y la aceptación de lo real.
“Crecer con las redes sociales es algo que nos afecta muchísimo. Yo creo que entran en juego aspectos positivos y negativos”, asegura Martina. Por un lado, piensa que las redes distorsionan la realidad y provocan cierta frustración. En cuanto al aspecto positivo, destaca que se pueden encontrar muchas personas en la misma situación que uno, lo que es de gran ayuda.
Por su parte, Gerónimo dice que, para él, las redes sociales influyen de manera negativa “Nos venden una imagen falsa todo el tiempo. Yo no soy tanto de las redes y soy consciente de que lo que veo no es la realidad, pero si considero que afecta a muchas personas”.
(Producción periodística: Mariana Ávila)
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