Cómo evitar que se dispare el consumo de alcohol

Cómo evitar que se dispare el consumo de alcohol

Un informe de la Sociedad Argentina de Pediatría advirtió que el consumo de alcohol entre los adolescentes estuvo contenido durante la cuarentena y que podría dispararse ahora en vacaciones.

Cómo evitar que se dispare el consumo de alcohol

No habíamos vivido nada parecido. Todas nuestras “maneras de ser” se sacudieron: las costumbres, los vínculos, las comunicaciones, los aprendizajes, el trabajo, los consumos...

Durante los meses de encierro, los adolescentes tuvieron que adaptarse a la falta de contacto con pares, y compartir su tiempo (a desgano) con padres y/o hermanos. Eso generó - informa la Sociedad Argentina de Pediatría- una disminución del consumo de alcohol entre ellos: el entorno  daba mayor contención y/o control.

Pero los efectos del aislamiento, como la desorganización, la dificultad para concentrarse, el sentimiento de aburrimiento son disparadores de consumo de sustancias en este grupo -sostiene el informe de la SAP-; en vacaciones, las reuniones con amigos volverán... y los especialistas se preguntan cómo seguirá ese “consumo contenido”, porque los antecedentes existen: según un estudio del Observatorio de Drogas de la Sedronar (2017), el alcohol es la sustancia psicoactiva más utilizada, y el consumo entre los 12 a 17 años  ese año fue del 60,5%. Además, entre los que consumieron, el 47% lo había hecho en forma excesiva en más de una oportunidad. ¿Qué nos depara este verano?

“Los adolescentes tienen baja percepción de riesgo en general; y respecto del alcohol, es mucho más baja, porque, como la mayoría de la gente, no lo consideran una droga -resalta Ramiro Hernández, director Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones (PUNA) y profesor de Cátedra Libre para el Estudio de las Adicciones en de la Facultad de Medicina de la UNT-. Entonces, aunque con todo el fundamento la OMS recomienda la abstinencia completa de alcohol en menores de 18 años y la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) adhiere a esa recomendación, lo cierto es que el consumo se da. Entonces, tenemos dos tareas: la prevención y la reducción de daños”.

Efectos del alcohol

“El alcohol se distribuye por el cuerpo y se elimina en un 90% por el hígado; el resto, por los pulmones, los riñones y el sudor. Debido a la difusión por el organismo, además de causar efectos psíquicos -son los que primero se perciben-, actúa sobre los diferentes órganos y los daños se producen con el uso continuado de cantidades de alcohol que el organismo tiene dificultades para metabolizar, aunque el consumidor no perciba peligro”, destaca Marta Braschi, pediatra y toxicóloga del Comité de Adicciones de la SAP.

Y estos riesgos en la adolescencia se potencian: el organismo de los menores de 18 años no está suficientemente desarrollado para metabolizarlo (por eso los afecta más que a los adultos) ya que la enzima que metaboliza el alcohol en el hígado funciona correctamente recién entre los 18 y los 20 años. Así las borracheras en adolescentes son más agudas y más dañinas, ya que su sistema nervioso central aún está en desarrollo. Además, interfiere con el crecimiento, la nutrición y el desarrollo de la personalidad, advierte la SAP en un comunicado. “Y hasta ahora, es el único consumo problemático respecto del cual hay antecedentes de incidencia genética”, resalta Hernández.

Límites y prevención

“Los chicos se juntan para ‘la previa’, o sea a ‘tomar’, frente a adultos responsables que lo aceptan con argumentos como ‘así puedo controlarlos’; ‘mejor tenerlos cerca’ ... y mientras, todos miran para otro lado”, advierte la psicoanalista Gabriela Abad-. En este tiempo ser padres se tornó muy complejo. Los sistemas de vida y las costumbres no acompañan la construcción de legalidades; todo parece atentar contra ellas. Estamos atravesados, parasitados por dispositivos que nos coaccionan en consumos excesivos de todo lo que se nos ocurra... y uno de ellos es el alcohol”. “Los padres y los jóvenes que pretenden vivir bajo cierto criterio de límites y responsabilidad, terminan con la sensación de luchar contra molinos de viento. Y el púber o adolescente que se niega al juego del exceso se arriesga al bullying de sus pares”, añade.

“En el contexto familiar suele naturalizarse el consumo por parte de los chicos”, coincide Hernández y agrega que enfrentan también el hecho de que el inicio del consumo se da cada vez más temprano, alrededor de los 13 años. “Por eso es clave que las tareas de prevención se inicien antes, a los 11 o 12, antes del primer contacto; pero los adultos suelen ponerse en contra. ‘¿Por qué hablarles de alcohol a mis hijos cuando no les interesa’, es una pregunta típica”, agrega y resalta: “lo que no entienden es que después es tarde; entones sólo nos quedará la reducción de daños, es decir, tratar de que no tenga consecuencias gravísimas. Es una de las tareas que hacemos desde PUNA.

“Construir legalidades con nuestros hijos es un trabajo que comenzamos desde que nacen; hay que entender que estos pequeñitos, que son la luz de nuestros ojos, necesitan nuestro no rotundo tanto como del alimento. Es más difícil y lleva más tiempo  aprender y enseñar en el límite, pero resulta indispensable asumir esa tarea en un mundo que complota todo el tiempo contra ella”, destaca Abad.

Qué hacer

“Dado que no podemos prohibirles que salgan, debemos poder confiar en ellos”, destacan los especialistas de la SAP y recomiendan como apoyo a la puesta de límites armar redes saludables entre padres que hayan tomado conciencia de la importancia de que los chicos no tomen riesgos; buscar información suficiente y sólida para contrarrestar lo mucho que los chicos saben de sustancias problemáticas desde una mirada omnipotente y sectorizada; pensar estrategias para que las fiestas sean seguras, y no negociar lo innegociable, la salud de los chicos; detectar “líderes positivos” entre los chicos y fortalecerlos para que puedan, desde adentro del grupo, transmitir conciencia.

“El Estado también juega un rol importante -destaca Abad- con control,  propiciando o  no ciertos hábitos, en campañas; educando educadores y respetándolos para que puedan hacer su trabajo... en definitiva, generando dispositivos para que la ley circule de la mejor manera, o sea en la construcción conjunta”.

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