Narcotráfico en Tucumán: cómo impactó el cierre de las fronteras en el circuito de la droga

Narcotráfico en Tucumán: cómo impactó el cierre de las fronteras en el circuito de la droga

Escasez en el mercado, precios más altos y cambios en los hábitos de consumo. La mirada de las fuerzas de seguridad y de un psicólogo que se desempeña en barrios vulnerables.

CONTROLES FRONTERIZOS. Agentes del Siprosa trabajan con las fuerzas de seguridad. Foto: Archivo LA GACETA / Inés Quinteros Orio CONTROLES FRONTERIZOS. Agentes del Siprosa trabajan con las fuerzas de seguridad. Foto: Archivo LA GACETA / Inés Quinteros Orio

La “nueva normalidad” que trajo la pandemia de coronavirus impactó inclusive en el mundo de lo ilegal. El cierre de las fronteras –tanto provinciales como nacionales- parece haber sido uno de los principales factores que influyó las variaciones que presentó el narcotráfico en los últimos meses en Tucumán. La escasez de sustancias ilegales –en especial de cocaína de alta calidad-, una exponencial suba de precios y ciertos cambios en las sustancias de consumo son algunos de los efectos que se observaron en los últimos meses en el circuito de la compra y venta de drogas, según cifras oficiales y expertos consultados por LAGACETA.com.

Un informe de la Secretaría de Estado de Lucha contra el Narcotráfico de la Provincia, que encabeza el comandante mayor Juan Carlos Driollet, revela que entre enero y septiembre de 2020 se registró un aumento del 102% en la cantidad de marihuana secuestrada por personal de la Dirección General de Drogas Peligrosas de la Policía (Digedrop), con relación a idéntico período de 2019.

Hubo cuatro meses en los cuales la comparación interanual de droga incautada decreció; entre ellos está marzo, que es cuando se declaró la emergencia epidemiológica por la pandemia de coronavirus covid-19 y el Gobierno provincial “cerró” los ingresos a Tucumán. Pese a estos períodos de “caída”, los distintos operativos posibilitaron que se sacara de circulación un total de 31,3 kilogramos de marihuana (unas 125.000 dosis, según la estimación oficial), contra los 15,4 kilogramos secuestrados en 2019 (casi 62.000 dosis, o sea, la mitad que en 2020).

En estas estadísticas no está incluido el procedimiento concretado a fines del mes pasado en Isca Yacu, Santiago del Estero, donde fueron detenidos Jesús Busto, empleado del Siprosa exonerado tras su arresto, y Mónica Costilla, quienes trasladaban 120 kilos de marihuana a bordo de un automóvil.

OPERATIVO EN ISCA YACU / FOTO GENTILEZA DIARIO PANORAMA OPERATIVO EN ISCA YACU / FOTO GENTILEZA DIARIO PANORAMA

La cocaína, en precio dólar

En el caso de la cocaína, contrariamente al de la marihuana, la cantidad de droga secuestrada se redujo en casi el 70% con relación a 2019. Si bien la caída se registra a partir de los primeros meses del año, cuando aún no regían las restricciones por la pandemia, las cifras “a la baja” en lo incautado fue una constante a lo largo de 2020. Así, según el informe oficial, los operativos concretados en el período enero-septiembre de 2019 habían permitido que se retirara del mercado ilegal un total de 5,89 kilos de cocaína (unas 23.500 dosis), mientras que en el año en curso la estadística refiere a 1,8 kilo (7.240 dosis).

¿Por qué se produjo este atípico fenómeno? La explicación tiene múltiples factores. Por un lado, expertos en la materia advierten que ambas sustancias tiene vías de ingreso diferentes a Tucumán. Mientras la marihuana ingresa por el este –proveniente sobre todo de la frontera con Paraguay-, la cocaína –producida por lo general en Bolivia- entra por el norte de la provincia.

POCAS CANTIDADES. Secuestro de cocaína en un operativo en Villa 9 de Julio, en agosto pasado. Foto: Ministerio de Seguridad POCAS CANTIDADES. Secuestro de cocaína en un operativo en Villa 9 de Julio, en agosto pasado. Foto: Ministerio de Seguridad

Al margen de esto, se trata de dos estupefacientes con “mercados” absolutamente diferentes. En especial cuando la cocaína presenta un alto nivel de pureza, ya que esto permite por un lado “estirar” la droga (es decir, mezclarla con otras sustancias –usualmente muy nocivas- que posibiliten generar más dosis para la venta) u ofrecerla en circuitos de mayor nivel adquisitivo.

En este caso, al cierre de las fronteras se suma un factor financiero: la suba del dólar. Según fuentes especializadas, un kilo de cocaína de alto nivel de pureza puede costar unos 9.000 dólares (casi $ 1,5 millón, al cambio del dólar blue), casi el doble del precio que tenía a inicios de 2020.

Hábitos de consumo: del "paco" al pegamento

La suba en los valores de las drogas tuvieron impacto a su vez en los hábitos de consumo.

El “paco”, que se elabora con la pasta base de la cocaína y otras sustancias, pasó de costar en los barrios unos $ 25 por "papelito" antes de marzo a entre $ 125 y $ 150 en la actualidad.

“Una persona con adicción a esta droga llega a consumir entre 50 y 60 dosis por día”, señaló el psicólogo Emilio Mustafá, miembro del Comité de Crisis que encara una tarea interdisciplinaria en Los Vázquez y otros barrios de la zona de La Costanera.

Como el efecto del “paco” dura entre cinco y siete minutos, la persona termina ingresando en un círculo que incluye un estado de euforia, que rápidamente muta a la depresión o disforia, hasta llegar a una necesidad compulsiva por obtener otra vez la sustancia. “Terminan robando no por plata, sino por dosis. Es un nivel de degradación mucho más duro, sumamente grave”, advirtió el profesional.

Mustafá aclaró que la pandemia tuvo un “impacto social y subjetivo” notorio en general, algo que se vio reflejado en todas las clases y con diferentes tipos de sustancias (psicofármacos, alcohol y otras drogas). “Es una situación que genera ansiedad, depresión, una sensación permanente de incertidumbre. La droga aparece como una vía de escape. Pero sacando la foto de la pandemia, hay que decir que el tema del narcotráfico y del narcomenudeo viene generando consecuencias sociales hace por lo menos 10 años en Tucumán”, remarcó el especialista.

EN UNA VISITA A LA GACETA. El psicólogo social Mustafá. Archivo EN UNA VISITA A LA GACETA. El psicólogo social Mustafá. Archivo

En ese sentido, señaló que en los barrios donde trabaja “nunca dejó de haber drogas” a pesar de las restricciones por el coronavirus, aunque sí comenzó a apreciarse la escasez de estupefacientes. Y esto, como en todo objeto de consumo, llevó a un incremento en los precios. Así, por una cuestión económica, las personas adictas que no ya no alcanzan a comprar una dosis de “paco” terminaron recurriendo a otras sustancias.

“Los transas venden la cucharada de pegamento a $ 70, con la botella plástica de gaseosa, y la inhalación dura cinco horas. También se observa el consumo de nafta, que genera un profundo daño a nivel cerebral, orgánico y social”, expresó con preocupación.

El encarecimiento de los estupefacientes más “comunes”, como la cocaína (en sus diferentes variables) y la marihuana, llevó además a que se potenciara la ingesta de psicofármacos –sobre todo de ansiolíticos- mezclados con gaseosas o vino. “El efecto de la intoxicación va de cuatro a seis horas”, detalló el especialista.

Mustafá consideró que “se minimiza la situación” que atraviesa Tucumán en este sentido, que es mucho más complejo que un problema de consumo de sustancias. “Al no haber un diagnóstico real, las acciones acaban siendo insuficientes. ¿Cómo hace un chico que no tiene para comer para llegar a un arma 11.25 o 9 milímetros? Si no tenés claro el problema entonces va a ser muy difícil de resolverlo. Hay distintos elementos que influyen, y esto se exacerbó en el último tiempo. Pero es algo que viene por lo menos hace una década, y que es producto de un proceso de degradación que lleva todavía muchos más años”, reflexionó.

Pocos "ravioles", muchas plantas

En las áreas investigativas de la Policía coinciden con la perspectiva de Mustafá: el precio de las drogas se duplicó en los tiempos de pandemia, y a la vez se observa una caída en la cantidad de sustancia secuestrada en los operativos. Un experimentado hombre de la fuerza de seguridad detalló que hubo “muchos casos”, pero siempre “con pocas cantidades”. “Son chicos que son encontrados en la calle con dos o tres ‘ravioles’, dos o tres porros. Salvo por el operativo en Santiago del Estero, donde hubo un secuestro de 120 kilos de marihuana, casi todos los secuestros son de pocas dosis”, detalló la fuente.

DROGA. Unos 40 DROGA. Unos 40

Y advirtió que hubo un dato llamativo: se han incremento en los operativos, sobre todo de la Justicia provincial, las incautaciones de plantas de marihuana. Este dato también se ve reflejado en el informe de la Secretaría de Estado de Lucha contra el Narcotráfico de la Provincia.  Este año, según las cifras oficiales, se registró un aumento del 157% en los secuestros de “plantines” de cannabis sativa. En 2019, entre enero y septiembre, se habían secuestrado 354 “unidades”, y en idéntico período de 2020 se retuvieron 912 plantas.

Una prueba de esta circunstancia, también achacada al cierre de las fronteras por los expertos, se registró hace menos de dos semanas, cuando efectivos de Gendarmería y de la Guardia Urbana de Alberdi efectuaron un operativo en una cancha de fútbol ubicada cerca de la ruta 308 y descubrieron 214 plantas de marihuana. Se cree que estaban destinadas a la comercialización, sobre todo teniendo en cuenta que las “flores” de cannabis también registraron un fuerte incremento, ya que pasaron de costar unos $ 400 por gramo, a rondar los $ 900 por gramo.

PLANTAS DE MARIHUANA. En un operativo en Alberdi secuestraron decenas de ejemplares. Foto: Archivo PLANTAS DE MARIHUANA. En un operativo en Alberdi secuestraron decenas de ejemplares. Foto: Archivo
Comentarios