Nasif Estéfano: el calor y el dolor por el latigazo no importaron

Nasif Estéfano: el calor y el dolor por el latigazo no importaron

Fue en octubre del 73 y la cola para despedirlo parecía interminable.

21 Octubre 2020

Gregorio Corbalán recuerda que un agente le pegó con la volanta en la espalda. “Fue después que logré el objetivo de ver y despedir a mi ídolo. El dolor no me importó”, reconoció el concepcionense de 67 años. Cuando tenía 20, allá por octubre de 1973, fue de los tantos miles que quedaron conmocionados por la muerte de Nasif Moisés Estéfano. Corbalán, junto a su amigo Oscar “Polo” Marranzino, decidieron ocultarse en una de las habitaciones de la casa paterna del piloto, en Libertad 186, para poder ver el rostro de “El Califa”. La cantidad de coronas que había fue lo que ofició de “escondite” para ellos. “El calor era insoportable y tuvimos que aguantarlo unos 20 minutos”, comentó Corbalán. Después, cuando la policía advirtió su presencia, vino el latigazo.

Los dos amigos soportaron todo eso porque ya presagiaban lo que podía ocurrir aquel martes 22 de octubre en el velatorio. “La interminable ‘cola’ integrada por hombres, mujeres y niños, que se había iniciado el domingo por la noche para ver por última vez a su ídolo, se cortó a las 10, cuando el féretro conduciendo los restos de Estéfano fue llevado hasta la Iglesia Catedral”, se lee en la edición de LA GACETA del martes 23 de octubre. Una misa de cuerpo presente se ofició para luego llevar a “El Califa” hasta el cementerio Municipal; una banda de música tocaba una marcha adecuada para la ocasión. La multitud caminó los dos kilómetros que separaban la catedral del cementerio, mientras el cajón era trasladado a pulso por ellos. Uno de los oradores dijo: “estamos aquí no para llorar su luto, sino para alabar su gloria”.

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