Música indispensable para afrontar tiempos difíciles

Música indispensable para afrontar tiempos difíciles

El violinista tucumano Gustavo Mulé ofrecerá la Partita N° 3 de Johann Sebastian Bach hoy, desde las 20, por Canal 10 y por las redes sociales del Ente Cultural de la Provincia.

SOLO CON EL VIOLÍN. Gustavo Mulé propone la enorme música de Bach a modo de resguardo espiritual.   SOLO CON EL VIOLÍN. Gustavo Mulé propone la enorme música de Bach a modo de resguardo espiritual.

Vive en Buenos Aires, pero viene cada año a tocar en los escenarios de su provincia natal. Esta vez Gustavo Mulé empuñará su violín on line para el Septiembre Musical virtual hoy, desde las 20 en el Canal 10 y las redes sociales del Ente Cultural de la Provincia, y con una música indispensable, la Partita N° 3 que Johann Sebastian Bach compuso en 1720.

El músico habla de su dificilísimo concierto de 18 minutos: “elegí Bach porque es un compositor al que recurrimos en estos tiempos complicados, como un lugar común de resguardo para los músicos y para la audiencia”. “Siempre tuvo vigencia, pero ahora se acrecienta y surge cierta necesidad de acudir a su música. Siendo este el Año Beethoven podríamos tocar su música. Pero a Beethoven le tocaron todas las difíciles, incluso esta pandemia”, bromea.

“Sucede que la música de Bach cobra en este momento un significado especial, desde un lugar de introspección espiritual”, resalta, y dice que la Partita “es una obra de largo aliento para el violinista, que está solo con su instrumento y tiene que llenar una sala”. “La escribió con tanta sabiduría, que solo con un violincito hizo maravillas. Es una obra que impresiona y es muy variada. Consta de seis movimientos, cada uno de los cuales es una danza, porque está pensado como suite”, describe. Mulé cuenta que para poder grabar el concierto en su casa tuvo que proveerse de una buena cantidad de elementos técnicos, para garantizar calidad de sonido y de imagen en una producción acorde con la importancia de los 60 años del Septiembre Musical.

Como profesor del Conservatorio Ástor Piazzolla de la Ciudad de Buenos Aires desde hace más de 10 años, cuenta que estuvo dictando “clases on line normales”. “Aunque nunca es normal una clase on line. Con todos los avances que tiene internet, con respecto a la música presenta un déficit enorme porque se producen desfases en tiempo real que hace imposible tocar con otro músico, o hay distorsiones de sonido por culpa de la señal que fluctúa -explica-. Las clases las hemos mantenido con el esfuerzo de los alumnos y docentes, y hemos podido llevar el año lectivo hasta ahora. Veremos cómo serán los exámenes”.

A donde el músico no pudo volver aún es a ocupar su lugar como integrante la Orquesta Sinfónica Nacional: “la actividad está parada, porque se desarrolla en el CCK, que está cerrado. Se están haciendo funciones ahora sólo con música de cámara, y participo en una. Se hacen videos de mucha calidad pero siguiendo estrictísimos protocolos, al punto de que si quiero acomodar el atril no lo puedo tocar”.

“La verdad es que en este momento no veo cómo sería la futura vuelta a la normalidad, como para empezar a tocar con la Sinfónica. En otros países las orquestas han empezado a tocar con pocos músicos y con reducida capacidad de sala. En la Argentina no creo que estemos para regresar. Hasta 2021 es difícil que se reinicie la actividad sinfónica. Y el año próximo, habría que ver cómo se lo hace por lo menos hasta que llegue la vacuna, porque el virus está mostrando ciclos en relación con las estaciones”, reflexiona.

Los escollos

Acerca de los inconvenientes de la pandemia, dice: “el primer escollo que tuvimos que sortear fue el tecnológico, para poder hacer las producciones a distancia. He hecho propuestas con doble pantalla, junto a Graciela Reca, pianista de Paraná, y con Rafael Gintoli hemos tocado un dúo, todo armado a distancia”.

Confiesa que se siente “un poco coartado”. “Creo que todos los músicos nos sentimos así. Lo que pasa es que el deseo de hacer música es tan fuerte que uno se las rebusca como sea para poder concretarlo; están las ganas de tocar juntos, de seguir tocando y de poder paliar esa necesidad de alguna manera, pero no es lo habitual, es incómodo y no es lo que los músicos aspiramos en lo más mínimo para el futuro. Ojalá podamos volver a los conciertos, como corresponde, con el público en una sala, donde está presente la adrenalina del vivo”, reivindica.

De jean y zapatillas

“En casa uno trabaja en la intimidad, lo que también tiene su encanto, porque al público le gusta ver al músico en otro ámbito. Hay cierta curiosidad de ver cómo tocás una obra en jean, de zapatillas y con una chomba, algo que nunca se espera de un músico de orquesta sinfónica en un escenario. En casa se toca de una manera informal, íntima, que también el público valora y que tiene otro sentido, que es conocer al artista más espontánea y humanamente”, asevera.

El violinista no pierde las esperanzas: “seguramente un día vamos a volver al escenario y la gente va a poder disfrutar de un concierto en vivo con esa adrenalina, con los nervios del vivo. Mientras tanto hay que adaptarse. Ojalá que en poco tiempo pueda volver a tocar allá”.

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