Sirgo, el dibujante que tiene hinchada propia

Sirgo, el dibujante que tiene hinchada propia

Sus personajes futboleros siguen vigentes.

EL ARTISTA Y SU HEREDERO. Ceferino Sirgo (imagen superior) fue homenajeado por Atlético y su hijo (al centro) le entregó un ejemplar del libro a Silvio Nava. EL ARTISTA Y SU HEREDERO. Ceferino Sirgo (imagen superior) fue homenajeado por Atlético y su hijo (al centro) le entregó un ejemplar del libro a Silvio Nava.

Bohemio y amante del buen fútbol. Dueño de un talento inigualable. Un dibujante que con su trabajo logró captar y transmitir la pasión de los hinchas de un modo muy tucumano y popular. Ese fue Ceferino Sirgo. Artista que dejó un legado que fue cobrando vida propia con el paso de los años. Sus personajes siguen representando a los clubes más importantes de la provincia. El Pituco es la imagen del “Decano”. El Malevo es una figura adorada en La Ciudadela. Ambos son los emblemas de un maravilloso mundo donde el arte y el deporte se complementan a la perfección. Un mundo donde todos son hinchas de Sirgo.

Así como Walter Disney les dio vida a los dibujos animados que acompañaron el crecimiento de numerosas generaciones, Sirgo conquistó el corazón de los simpatizantes de diferentes clubes de la provincia con su obra.

“Tenía la sensibilidad y la capacidad para entender al hincha, quizás porque él era uno de ellos. Supo transmitir lo que sentían y pensaban. Lo hacía con humor, ironía y talento para encontrar arquetipos que identifiquen a sus personajes. Durante casi 40 años ininterrumpidos publicó en LA GACETA sus famosas viñetas deportivas. Apeló a su capacidad de observación para encontrar el detalle justo, la vestimenta adecuada o el gesto inequívoco para cada una de sus creaciones”. Así lo define Daniel Ferullo, editor del libro que se publicó para homenajearlo.

Ceferino Sirgo nació en Tucumán el 12 de setiembre de 1914. Su padre, Gumersindo Sirgo, y su madre, Francisca Pellico, habían llegado desde Asturias, España, en busca de nuevas oportunidades. Si bien su nombre era Ceferino, cuando lo anotaron en el acta de nacimiento figuró con “S”. Su familia se radicó en Bahía Blanca debido a los problemas de salud que sufría y que los médicos atribuían al clima de la provincia y al agua que se consumía. Como se fue chico, muchos creían que no era tucumano. Quería ser contador, pero luego de la muerte de su madre volvió a la provincia y comenzó a desarrollar su talento.

Si bien para sus familiares y amigos era “Cefe”, sus trabajos llevaban la firma de Sirgo. Muchos pensaran que era un seudónimo y no su apellido. En marzo de 1936 ingresó a LA GACETA como caricaturista. Su tarea consistía en ilustrar las noticias con retratos de personalidades. Luego hizo caricaturas vinculadas con la cultura

La pluma de Sirgo fue pintando a la sociedad tucumana, pero la faceta más conocida es la futbolera. Además de El Malevo y El Pituco les dio vida a otros hinchas caracterizados: Ña Fede (representaba a la antigua Federación Tucumana), El Curita (Argentinos del Norte), El Bombero (Tucumán Central), El Gallego (All Boys), El Ferroviario (Central Córdoba), El Juliano (Sportivo Guzmán) y El Cuervo (Central Norte). También representó con su trabajo a clubes que en esa época militaban en la Liga Cultural, Liga del Sud y Liga Taficeña. San Pablo, Amalia, Concepción FC, Bella Vista, Cruz Alta y Atlético Concepción forman parte de su obra. Además, mostró su faceta internacional con dibujos realizados durante los Mundiales y los Sudamericanos, lo que ahora es la Copa América. En la extensa lista figuran aquellos que representaron a los clubes “porteños”. El Tano, de Boca; el Miyonario, de River; el Lobo de Gimnasia La Plata y el Diablo de Independiente.

Llamar a Sirgo “el artista del fútbol no es exagerado”, sostiene Ferullo. “Era un gran observador. Tenía la sensibilidad suficiente para captar y plasmar en sus dibujos las expresiones populares más utilizadas en el ambiente futbolero”, resalta el editor del libro.

El publicista

La actividad publicitaria de Sirgo no fue muy conocida. Sin embargo, José Ceferino Sirgo, su único hijo, recuerda la influencia que tuvo su padre. “Fundó la primera agencia de publicidad de Tucumán, junto con Cristóbal Vera: se llamó SIR-VE. Además, fue fundador y primer presidente de la Cámara Tucumana de Agencias de Publicidad”.

Una enfermedad comenzó a afectarlo en abril de 1978. “Le costaba hablar pero no le impedía lucir su sonrisa ni le quitó las ganas de hacer chascarrillos”, recuerda su hijo. Murió el 10 de junio de ese año. Justo el día que Italia le ganó a Argentina por el Mundial que se jugó en el país y finalmente fue ganado por el equipo conducido por César Luis Menotti. “No pudo ver a su equipo salir campeón”, se lamenta José Ceferino. Tal vez no hizo falta. Sirgo fue un campeón con todas las letras. Su talento le dio vida a su obra. Esa que forma parte de un universo donde los hinchas conviven con El Pituco y El Malevo, dos clásicos personajes que se volvieron un clásico de nuestro fútbol. Durante muchos años él representó a los hinchas y ahora tiene hinchada propia.

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