El violador serial: una pericia genética ayudó a esclarecer el caso

El violador serial: una pericia genética ayudó a esclarecer el caso

El final de esta historia comenzó a escribirse en setiembre de 2007, cuando el depredador sexual todavía no era conocido por nadie.

EL ACUSADO. Oscar Fernández fue el acusado de haber abusado a seis niñas en la capital, Lastenia y Yerba Buena. Fue detenido después de que se lo buscara durante más de 30 meses. Él, en todo momento, aseguró ser inocente.  EL ACUSADO. Oscar Fernández fue el acusado de haber abusado a seis niñas en la capital, Lastenia y Yerba Buena. Fue detenido después de que se lo buscara durante más de 30 meses. Él, en todo momento, aseguró ser inocente.

La primavera ya se hacía sentir en 2010. Cerca del mediodía, un empleado judicial le avisó a la fiscala Adriana Giannoni que tenía una llamada que era urgente. Del otro lado de la línea del teléfono estaba Gustavo Penacino, uno de los genetistas más reconocidos del país. “Doctora, lo encontramos”, le informó. La fiscalía VIII se paralizó con la noticia. Después de haberlo buscado durante más de 30 meses, los científicos ya le habían puesto el apellido al hombre que generó terror entre febrero de 2008 y marzo de 2009 por los ataques sexuales que había cometido en 11 barrios de tres ciudades. Pero en esta provincia los finales felices escasean o, para encontrar uno, se debe transitar por un camino cargado de polémicas y amarguras. Y esta no fue la excepción.

El final de esta historia comenzó a escribirse en setiembre de 2007, cuando el depredador sexual todavía no era conocido por nadie. Dos jóvenes fueron a bailar a un boliche del ex Abasto. Conocieron a tres chicos con los que se divirtieron gran parte de la noche. Al otro día se despertaron en una casa de El Manantial. Como pudieron, salieron del lugar y denunciaron el hecho en una comisaría. Ellas, ante la fiscala Teresita Marnero, ratificaron todos sus dichos. Los investigadores sospechaban que los acusados le habían puesto algún tipo de droga en las bebidas que consumieron y, aprovechando su estado, abusaron de ellas. La Justicia ordenó la detención de los tres acusados. Dos fueron ubicados rápidamente, mientras que a un tercero tardaron en ubicarlo. Años después se descubriría que el escurridizo era el violador serial.

El caso generó una enorme polémica en la provincia. Los sospechosos se defendieron asegurando que las relaciones que habían sido consentidas. Los familiares de los detenidos realizaron ruidosas manifestaciones para exigir que sean puestos en libertad. Las víctimas nunca dejaron de sostener su versión y de soportar los permanentes ataques de una sociedad que las condenó sin saber lo que había ocurrido.

La víctima, que hoy tendría 31 años, revivió durante el juicio realizado en julio de 2010, el infierno que vivió. Como cualquier joven de 18 había ido a bailar al Abasto. Allí aceptó el trago que le ofrecieron tres hombres. Luego de algunos sorbos, declaró, perdió la conciencia. Al otro día se encontró desnuda en una casa que no era la suya. Dos hombres se paseaban también sin ropas por la vivienda. Buscó a su amiga y la descubrió semidesvanecida, manteniendo relaciones con un tercer desconocido. Como pudo se vistió y escapó. Había estado en una vivienda de El Manantial. Reconoció a los atacantes uno por uno en lo que fue el momento más dramático del debate. Los juzgados siguieron sosteniendo su inocencia.

LA CABEZA DEL EQUIPO. La fiscala Adriana Giannoni dirigió un equipo integrado por funcionarios judiciales, investigadores y peritos de la Policía y profesionales que logró detener al violador serial. LA CABEZA DEL EQUIPO. La fiscala Adriana Giannoni dirigió un equipo integrado por funcionarios judiciales, investigadores y peritos de la Policía y profesionales que logró detener al violador serial.

La fiscala Juana Prieto de Sólimo, como lo había hecho su par Marnero, creyeron en la versión de las jóvenes. Pero no ocurrió lo mismo con el tribunal que llevó adelante el juicio. Un polémico debate, como ocurre en la mayoría de los casos, terminó con un polémico fallo. Con los votos de los jueces Alicia Freinderberg y Emilio Páez de la Torre y con la disidencia de Marta Cavalloti, los acusados fueron absueltos. Sólo se mantuvieron en pie las palabras de las víctimas, el perfil genético que se había ordenado realizar de los sospechosos y una apelación presentada por la parte acusadora. En el tintero quedaron las críticas que le hicieron a las fiscalas por haber ordenado que se realizara un estudio del ADN de los imputados, ya que consideraban innecesarias porque los tres hombres habían confirmado haber mantenido relaciones sexuales con las víctimas. El tiempo les daría la razón y las cuestionadas se transformarían en una pieza clave en la detención del depravado.

Trabajo de hormiga

Mientras se resolvía esa causa, el equipo de investigadores y profesionales que dirigía Giannoni continuaba tratando de dar con el autor de los seis abusos sexuales. Habían logrado un importante avance: se estableció un perfil genético del depravado. Pero se encontraron con un problema: no tenían como compararlo, a pesar de que existía una Ley que había ordenado la creación de un registro (ver nota aparte). Y allí comenzó otra titánica tarea.

La fiscala le pidió al ya fallecido Carlos Bustos Morón que se dedicara a elaborar una especie de registro. Para ello, el ayudante fiscal recorrió todas las fiscalías, juzgados, fiscalías de Cámara y salas penales para que le informaran sobre todos los perfiles genéticos que tenían en su poder. Luego, pedían a Penacino que fueran comparados con los del depredador sexual de niñas.

A lo largo de esos años, los investigadores encontraron a varios sospechosos. Aprehendieron al menos cuatro que terminaron encerrados en los calabozos hasta que se conocían los resultados genéticos que se realizaban en Buenos Aires. El problema es que estudios demoraban hasta varios meses. Ha pasado casi un década de que se esclareciera el hecho y en la actualidad nuestra provincia sigue sin contar con un laboratorio para realizar ese tipo de pericias.

Cuando todo parecía estancarse, Penacino llamó a Giannoni para informarle que el caso estaba prácticamente resuelto. Había identificado a un sospechoso de los ataques. El perfil genético coincidía con uno de los absueltos del polémico abuso de El Manantial. Eran cuatro hermanos, todos tenían el mismo patrón genético masculino, y el cromosoma “Y” coincidía con el violador serial. Con ese resultado en la mano quedaban hacer dos medidas: detener a los cuatro sospechosos y someterlos a una pericia genética para saber con exactitud quién era el buscado.

En semanas, se resolvió el misterio: Oscar Emilio Fernández, de 38 años, albañil de profesión, era el depravado que había generado tanto terror en la provincia durante tanto tiempo. No sólo había sido absuelto en el juicio, sino que se descubrió que también había sido imputado por otro ataque sexual cuando tenía 17 años. Esa causa terminó archivándose.

El violador serial: una pericia genética ayudó a esclarecer el caso

Interrogantes

La detención del depravado dejó varias dudas. Una de ellas fue cómo no fue detectado cuando se investigaron a todos los que estuvieron detenidos por haber cometido un delito sexual. La respuesta fue contundente. No se le había hecho una ficha en la Brigada de Investigaciones como sucedía con todos los imputados por abuso. “Fernández, al poco tiempo de haber sido detenido por el abuso de las jóvenes, fue trasladado a un hospital público por un problema de salud. Allí estuvo meses internado, no pasó por la dependencia policial. Tres meses después, le dieron de alta cuando la Justicia había ordenado su libertad en diciembre de 2007. Esa fue otra prueba de su inteligencia”, señaló el investigador Marcelo Salla.

Los primeros días de octubre LA GACETA logró entrevistar a una de las jóvenes que había sido abusada por Fernández. “Ojalá que no salga nunca más. Dijeron las peores cosas de mi, y ahora, de a poco, la verdad está saliendo a la luz. Me lo debo por mi esposo, y por mi hijo. Esto no va a terminar aquí. Yo quiero que se limpie mi nombre”, fue lo que primero se apuró en aclarar en el reportaje que le hizo Luis María Ruiz, el periodista de nuestro diario que cubrió el caso.

“’Cuando la Justicia del hombre se equivoca, existe una Justicia divina que encauza las cosas, reflexiona. ‘Hoy siento un gran alivio en mi espíritu y en mi conciencia, y tranquilidad en mi familia. Si me presenté al juicio fue por mi esposo y por mi hijo. A los que siempre quisieron hacer justicia, y me creyeron, les agradezco muchísimo’, dice con la vista baja”, se puede leer.

Ruiz también daba cuenta que la Justicia le había dado una nueva oportunidad. La fiscala Prieto de Sólimo, la que había insistido que se hiciera una pericia genética de los acusados del abuso que sirvió para identificar al violador serial, apeló el fallo ante la Corte Suprema de Justicia debió analizar nuevamente el fallo absolutorio. “Quiero justicia. Lo que me hicieron fue espantoso, y ahora, aunque es otra causa, hay una prueba concreta de que uno de ellos es un violador, un tipo peligroso”, opinó la víctima en el reportaje.

El violador serial: una pericia genética ayudó a esclarecer el caso

“Es lamentable que hayan tenido que sufrir lo mismo que yo muchas víctimas. Comprendo la situación que atraviesan las víctimas y sus familiares, por eso espero que, a diferencia de lo que me pasó a mi, esta vez haya justicia. Y quiero que mi caso se siga hasta el final”, afirmó en aquella entrevista. El máximo tribunal de la provincia rechazó el planteo y el abuso de esta joven quedó impune. A Fernández sólo le quedaba ser condenado por el ataque de las niñas.

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