El violador serial: una investigación que rompió con todos los moldes

El violador serial: una investigación que rompió con todos los moldes

En 2008 se confirmaron seis ataque en Lastenia y su búsqueda se convirtió en prioridad para la Policía.

OPERATIVO. Peritos y policías durante un allanamiento que realizaron. OPERATIVO. Peritos y policías durante un allanamiento que realizaron.

La búsqueda del abusador serial se transformó en prioridad número uno para la Policía y para la Justicia. Con el correr de 2008, se confirmó que habían sido seis los ataques que había perpetrado este hombre que no podía ser identificado. Pero se sabía que eran más los casos. Y la sospecha de que el depravado podría incrementar la violencia con el correr del tiempo se hizo realidad en un hecho producido en Lastenia, Banda del Río Salí.

En noviembre de ese año, dos hermanitas de siete y 11 años fueron interceptadas por un desconocido que les prometió regalarle algo, se fue con la más pequeña. Entre las 16.30 y las 17, la trasladó hasta un descampado donde abusó de ella y la golpeó salvajemente. La ató con unos cordones de zapatillas y la dejó abandonada en un sendero por donde transitaban muchas personas. Evidentemente quería que alguien la encontrara. Pero el hallazgo recién se produjo al día siguiente, cuando un trabajador pasó por el lugar a las seis de la mañana y la ubicó. La pequeña víctima estaba en posición fetal, temblaba del frío y con lesiones en diferentes partes del cuerpo que le provocaban un profuso sangrado. Este caso volvió a descolocar a los investigadores. El pervertido atacó en otro lugar y con mayor nivel de violencia.

Luis María Ruiz recién comenzaba a transitar por los pasillos de la redacción cuando en Tucumán sólo se hablaba de estos ataques. Este fue el primer gran caso que le tocó cubrir cuando formaba parte de la sección Policiales, considerada como la mejor escuela para los periodistas. “Pese a que en esos tiempos no existían las redes sociales, se generó una paranoia entre los vecinos de los barrios donde había atacado. Y era lógico que eso sucediera porque la sociedad no estaba acostumbrada a este tipo de hechos”, comentó.

OPERATIVO. Peritos y policías durante un allanamiento que realizaron. OPERATIVO. Peritos y policías durante un allanamiento que realizaron.

Ruiz también destacó que en ese tiempo había una especie de boom del periodismo policial en la provincia. “Además de los medios gráficos, la radio y la televisión le daban amplias cobertura a los ataques del abusador serial. También reflejaba el pánico que tenían los vecinos. Recuerdo que una vez casi lincharon a una persona que en el barrio Alejandro Heredia porque pensaban que era el atacante. Era un hombre que no estaba bien psicológicamente, pero los mismo lo castigaron”, recordó.

Ayuda

Las causas seguían desparramadas en diferentes fiscalías y no se podía avanzar. El violador serial le hacía pito catalán a los operativos y controles que realizaba la Policía en los 11 barrios en los que había atacado. La fiscala Adriana Giannoni, de tanto insistir ante sus superiores, consigue la autorización para viajar a Córdoba, junto a varios investigadores de la división Homicidios -designada a esclarecer el caso- funcionarios judiciales y profesionales. Quería entrevistarse con los especialistas de la Policía Judicial de esa provincia que habían resuelto un caso mucho más grave.

Los investigadores de ese equipo lograron esclarecer uno los casos de violadores seriales que hicieron historia en la Argentina. Entre 1991 y 2004, Marcelo Mario Sajen había abusado al menos de 93 mujeres en diferentes barrios de la capital cordobesa. El sospechoso, que en los 80 había sido condenado a seis años por una violación, durante todo ese tiempo usó el mismo modus operandi: atrapaba por atrás a sus víctimas (todas de entre 16 y 30 años) y las llevaba a lugares alejados para concretar los ataques. Tenía una personalidad y vida extraña, ya que llevaba vidas paralelas con dos mujeres que se conocían entre sí. Con una tenía seis hijos y con la otra, dos. Cuando la Policía logró cercarlo, decidió quitarse la vida de un disparo en la cabeza. Agonizó un día y finalmente falleció el 29 de diciembre de 2004.

Por recomendación de los cordobeses, se formó un equipo interdisciplinario dirigido por Giannoni. Los comisarios Miguel Gómez y Hugo Cabezas lograron establecer un perfil del hombre más buscado de la provincia. Era un hombre de 30 años, de pelo corto y tez trigueña, que se desplazaba en una moto Zanella 50 o en una bicicleta de paseo color rojo. Su modus operandi era casi el mismo: se presentaba ante un grupo de chicos y, amablemente les decía: “Tengo dos bolsas grandes de juguetes para regalar. ¿Quién quiere venir a buscarla?”, relataron las víctimas. Cuando los pequeños levantaban desesperadamente sus manos, él elegía a la menor de la que abusaría. Siempre de acuerdo a los testimonios de las pequeñas que sufrieron los ataques, el depravado invocaba el nombre de uno de los padres que se encontraban allí.

Con sumo cuidado, volvieron a analizar cada una de las declaraciones de las víctimas para obtener más detalles del perfil del hombre más buscado. Establecieron entonces algunos patrones: la mayoría de los ataques se produjeron los viernes, entre las 16 y las 17, por lo que sospecharon que el autor podría ser un trabajador que se desocupaba en ese horario. Los obreros de la construcción quedaron en la mira.

El depravado se mostraba gentil y educado, y siempre dejaba a las víctimas, después de los ataques, en cercanías de sus casas. En uno de los últimos hechos, a fines de abril de 2008, abandonó a una niña en San Cayetano luego de haberla raptado en el barrio Alejandro Heredia, pero dejó un papel con la dirección de la nena escrita a mano para que los vecinos la ayudaran a llegar a la casa de sus padres. A esta última víctima estuvo a punto de matarla, ya que en su afán por impedir que gritara le tapó la boca y la nariz con la mano y casi la asfixió. Meses después se produciría el ataque de Lastenia, el más grave y violento, lo que generó preocupación. “Un hombre con esta patología puede aburrirse de hacer lo mismo y busca nuevas manera para saciar sus instintos y, uno de ellos, es matar a las víctimas”, explicaban los investigadores en plena búsqueda.

TRABAJOS. Peritos de la Policía toma fotos en un descampado. TRABAJOS. Peritos de la Policía toma fotos en un descampado.

El depravado llevaba una mochila en la que cargaba una botellita de agua, una toalla y una soga para atar a las víctimas. Hacía un estudio previo en la zona donde atacaba y elegía a la víctima con antelación, o sea, no actuaba “al voleo”. “Es muy delicado con las víctimas, hasta que las manoseaba (por eso hubo muchos hechos que no se denunciaron) o las violaba. En ese momento su violencia aflora y, según los especialistas, puede llegar a matar en cualquier momento. Pero sus raptos de ira se desvanecen rápidamente, ya que luego de las violaciones, traslada a las víctimas hasta una zona cercana a sus hogares, donde las abandonaba”, publicó LA GACETA.

Otro recurso

Los resultados no llegaban y la desesperación por prevenir nuevos hechos crecía. Giannoni tomó una decisión extrema: reunió a todo el equipo y, después de escuchar cada una de las propuestas, decidieron trabajar de manera conjunta con la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Decidieron realizar un instructivo para que cada hombre de la fuerza estuviera al tanto de lo que ocurría.

Esa especie de manual de consulta rápida contenía toda la información referida al depravado. Los diferentes identikits que se confeccionaron desde el inicio de la causa; dibujos con los distintos cambios físicos que el hombre pudo haber experimentado desde que se lo buscaba; los lugares en los cuales atacó; el modus operandi; los teléfonos a los cuales se debía llamar para brindar información y cómo se debería proceder en caso de encontrarlo. Este pequeño instructivo (confeccionado en los talleres del penal de Villa Urquiza) fue entregado a todos los policías de la provincia.

Además imprimieron folletos que fueron distribuidos en escuelas, hospitales, caps, supermercados, almacenes, peluquerías y todo centro de atención al público del Gran San Miguel de Tucumán. “Queremos que todo el mundo sepa lo que está pasando y cómo actuar en caso de tener información sobre este sujeto”, explicó la fiscala. Esta fue una estrategia novedosa para la época que terminaría dando buenos resultados.

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