Carlos Conti, tercera parte: ¿fue un doble homicida o un asesino serial?

Carlos Conti, tercera parte: ¿fue un doble homicida o un asesino serial?

EL ACUSADO. Carlos Roberto Conti fue acusado de cometer dos homicidios cuando tenía 21 años. EL ACUSADO. Carlos Roberto Conti fue acusado de cometer dos homicidios cuando tenía 21 años.

A Carlos Roberto Conti lo acusaron, procesaron y enjuiciaron por los homicidios de los remiseros Carlos Julio Salazar y Claudio Pereyra, asesinados el 1 de enero y el 25 de febrero de 2004, respectivamente. Sin embargo, fue investigado por otro homicidio y mencionado en un cuarto, pero ninguna de esas dos pesquisas avanzó y esos dos hechos terminaron quedando impunes. Han pasado 16 años de esos homicidios y no se respondió un interrogante: ¿el joven fue un doble homicida o un asesino serial?

Las sospechas no nacieron como una estrategia de la Policía para esclarecer dos homicidios más responsabilizando a Conti, una práctica común en la vieja escuela de la fuerza, que siempre tiene alerta a los fiscales que dirigen las investigaciones. Nacieron en el despacho de la fiscala Adriana Reinoso Cuello, que había decidido acumular las dos causas. Por allí pasaron varios amigos del imputado. Eran los “mala yunta” como los definió un habitante de Río Colorado. Ellos, al prestar declaración como testigos, dijeron que el joven, en las reuniones donde consumía alcohol y drogas, se alardeaba de “tener cuatro boletas”.

“A partir de esa información comenzamos a analizar algunos hechos que se habían producido en esos tiempos. Sólo pudimos encontrar conexiones en dos de ellos. Avanzamos, pero no pudimos esclarecerlos. La sensación que a mí me quedó es que él sí podría haber cometido esos crímenes”, indicó el ex comisario Víctor Reinoso, que estuvo al frente de la investigación. “La cuota de suerte que habíamos tenido, y que es necesaria en toda pesquisa, se nos había agotado con los crímenes de los remiseros”, agregó. Con el término suerte, el policía se refirió a cuál fue el desenlace del caso: comenzó con la investigación de la desaparición del remisero Pereyra de Tafí del Valle y terminó con el esclarecimiento de su homicidio y el de Salazar, al que nadie había buscado desde el momento que abandonó la casa de su hija en la noche de Año Nuevo.

EN PLENA TAREA. Los comisarios Víctor Reinoso y Luis Núñez durante el allanamiento realizado en Río Colorado. EN PLENA TAREA. Los comisarios Víctor Reinoso y Luis Núñez durante el allanamiento realizado en Río Colorado.

Meses antes de estos dos crímenes, en septiembre de 2003, en un camino vecinal de la jurisdicción de Famaillá, al borde de un cañaveral, un lugareño encontró el cuerpo de un joven motociclista que, supuestamente, había fallecido a causa de una caída del rodado que conducía y que estaba a pocos metros del cadáver. La víctima fue identificada como Miguel Ángel Ortiz, un preventista que había salido de su casa a realizar cobros en la zona de la localidad de Río Colorado. Para la Policía había fallecido en un accidente, a pesar de que el lugar donde se había producido el percance no había, en principio, ningún peligro o complicación para los conductores. Recomendaron entregar el cuerpo a sus seres queridos para que lo sepultaran, planteo que fue finalmente aceptado.

Semanas después, un perito de la fuerza, al tratar de establecer las causas del percance, se dio con un detalle: el casco que llevaba puesto Ortiz tenía un orificio de bala, que no había sido visto por sus compañeros que trabajaron en la escena del accidente y que movieron el cuerpo. Tal como sucedió con el personal de la comisaría de Tafí del Valle que no había informado sobre la denuncia de desaparición de Pereyra, la Justicia también solicitó explicaciones a los responsables de la fuerza para que explicaran por qué no había tenido en cuenta ese detalle. Después de ese trámite, la fiscala María de las Mercedes Carrizo solicitó que se exhumara el cuerpo y se hiciera una nueva autopsia.

Los médicos forenses no sólo confirmaron que Ortiz había recibido un disparo en la nuca y el proyectil que le extrajeron era calibre 32, el mismo que se utilizó para matar a los dos remiseros. Conti comenzó a ser investigado por este hecho, pero después fue sobreseído. La pericia balística que se realizó no fue tan contundente como en los otros dos casos.

“El proyectil atravesó el casco y después el cráneo de la víctima, por lo que se deformó demasiado. Al realizar la pericia, no se pudo sacar una conclusión determinante, es decir, no se podía utilizar como prueba”, explicó Reinoso. “Todos los crímenes de los que estuvo sospechado Conti fueron cometidos en lugares lejanos, sin la presencia de testigos y con muy probablemente solo. Eso complica cualquier investigación”, agregó.

“También se estableció que la motocicleta tenía algunos golpes extraños. Al parecer, alguien lo había chocado intencionalmente, pero nunca pudimos determinar quién lo hizo”, comentó el ex comisario Luis Núñez, el otro líder del grupo de la pesquisa.

El otro hecho que se le atribuyó a Conti no llegó ni siquiera a instancias judiciales. En febrero de 2004, el canillita Mario Oscar Basmad (36) fue atropellado mientras vendía diarios en la avenida Mitre al 300. Un desconocido arrolló a la víctima y la arrastró más de 100 metros, provocándole la muerte en el acto. Varios testigos coincidieron en señalar que el conductor era un joven que manejaba solo un Ford Escort color oscuro (similar al del remisero Pereyra) y que se escapó hacia el oeste, presumiblemente, a Yerba Buena.

Sin embargo, no se pudo sumar pruebas en contra de Conti por este hecho al no haber testigos directos ni registros fílmicos. “Estábamos convencidos de que él podría haber cometido ese homicidio también, pero no lo pudimos probar. La muerte de ese señor no fue accidental, sino que lo atropellaron para matarlo”, agregó Núñez.

TENSA ESPERA. Los familiares de Claudio Pereyra aguardan novedades en el lugar donde hallaron su cuerpo. TENSA ESPERA. Los familiares de Claudio Pereyra aguardan novedades en el lugar donde hallaron su cuerpo.

Definiciones

Pese a que Conti sólo se le comprobó haber asesinado a dos personas, podría ser considerado como asesino serial. Los libros de la Policía Federal, Scotland Yard y FBI, entre otras grandes escuelas de investigadores, enseñan que se denomina así “a un individuo que mata dos o más personas en un lapso de 30 días o más, con un período de ‘enfriamiento’ entre cada homicidio y cuya motivación se basa en la gratificación psicológica que le proporciona cometer dicho crimen”.

En nuestro país sobran los dedos de las manos para contar los casos protagonizados por asesinos seriales. Entre otros, están Carlos Eduardo Robledo Puch, que con sólo 20 años fue condenado a reclusión perpetua por 10 homicidios calificados, un homicidio simple, una tentativa de homicidio, 17 robos, cómplice de una violación, y de una tentativa de violación, un abuso deshonesto, dos raptos y dos hurtos. “El Ángel de la Muerte”, como fue bautizado por las crónicas de la época, ya lleva 48 años en prisión.

María de las Mercedes Bernardina Bolla Aponte, más conocida como “Yiya” Murano o “La Envenenadora de Monserrat”, fue acusada de matar a por lo menos tres mujeres colocándoles veneno en el té que les preparaba para quedarse con su dinero. Estuvo presa más de 16 años y falleció en 2014, cuando estaba internada en un geriátrico.

Los comisarios que investigaron el caso coincidieron en señalar que Conti responde a las características de un asesino serial. “Desde mi punto de vista, sí lo fue. Además de responder a la definición general, en los crímenes por los que fue condenado repitió varios patrones. A los dos remiseros los mató con un disparo en la nuca y arrojó sus cuerpos en los cañaverales. Para nosotros, las plantaciones de la caña de azúcar representaban algo para él; nunca lo pudimos determinar”, explicó Reinoso.

Núñez agregó: “la personalidad de Conti era otro de los puntos que siempre nos llamó la atención. Era muy frío, con semejante imputación en su contra nunca se inmutó, jamás mostró ni una mínima cuota de arrepentimiento. Normalmente, cuando las personas son acusadas de hechos graves, en algún momento hablan, dicen algo. Este joven no dijo absolutamente nada en el tiempo que estuvo bajo nuestro cuidado”.

“Después hay otro detalle que no se puede dejar pasar por alto: en el expediente figura que varios de sus amigos señalaron que en algunas reuniones el acusado se alardeaba de tener ‘cuatro boletas’. Eso es muy fuerte para una persona de 21 años”, comentó el comisario, que ya está retirado de la fuerza.

Hablan los profesionales

Jorge Lobo Aragón, que fue el representante legal de la familia Pereyra, tampoco dudó a la hora de dar su opinión: “quedó demostrado que Conti mató por el hecho de matar y sin remordimiento alguno. Se manejaba, pese a su corta edad, como un asesino con mucha experiencia y a sangre fría. Siempre ocultó los hechos, pero por una prolija investigación y el azar fueron descubiertos”.

Mario Leiva Haro fue el asesor legal de Gustavo Bertelli, el mecánico de confianza del acusado. “Él me contó que robaba autos por diversión y porque así sacaba chapa de matón con sus amigos de Río Colorado”, indicó.

El profesional también relató un episodio del que fue testigo en la sede de la Brigada Norte, donde estaba detenido y el lugar donde debía prestar declaración. “Nos contó todo, pero el padre no le creía nada. Al sospechoso lo único que le importaba es que no encontraran el vehículo que estaba enterrado en Río Colorado. Estaba muy tranquilo, hablaba con una frialdad tremenda. Allí dijo algo que nos dejó helados a todos: ‘lo descorcho porque eso era lo que debía hacer”, agregó el profesional.

Los abogados que defendieron a Conti prefirieron no realizar declaraciones a LA GACETA porque dijeron que ya no lo siguen asistiendo y que violarían el secreto profesional. Marta Jerez de Rivadeneira, que actuó como fiscala de cámara, prefirió no opinar sobre el tema, pero sí confirmó que Conti fue sometido a una pericia psicológica con la que sólo se probó que comprendía sus actos y que no había ningún impedimento científico para afrontar una acusación. Con ese estudio, el joven quedó a merced del tribunal que lo enjuició por los dos homicidios.

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