Según Arriazu, la parálisis económica puede generar hambre y conflictos sociales

Según Arriazu, la parálisis económica puede generar hambre y conflictos sociales

El economista cree que, con más testeos, se puede salir del aislamiento.

CASO ARGENTINO. Arriazu considera que no sólo hay adversidad, sino también fortalezas frente a la crisis. CASO ARGENTINO. Arriazu considera que no sólo hay adversidad, sino también fortalezas frente a la crisis.

Ricardo Arriazu percibe que, frente a la pandemia del coronavirus, se ha planteado un gran dilema en la humanidad: cómo minimizar los costos en vida de esa pandemia y de la crisis económica. El socio fundador de Arriazu Macroanalistas considera, además, que tras el caos inicial, el mundo se debate en la actualidad acerca de si sale totalmente del aislamiento o si esa salida será selectiva, algo que está en la consideración de Gobierno nacional, de los representantes de empresarios e industriales y de la dirigencia sindical argentina.

Sin embargo, en la charla que mantuvo con LA GACETA, el economista tucumano advierte que todos los datos difundidos de la pandemia, cuanto menos, están subestimados. “Hay una porción importante del planeta que se ha contagiado con covid-19, tiene síntomas leves o es asintomática y no es testeada. Sólo estamos mirando los datos de los casos críticos”, indica. A partir de ese concepto, Arriazu cree que es fundamental un muestreo bien diseñado para saber quiénes están contagiados y quiénes no y dividir por franjas etarias y condiciones sociales. “Está claro que la manera de parar la pandemia es la aislación, pero también sabemos que eso destruye la base de la economía moderna, la especialización y el intercambio”, remarca. Según sus estimaciones, el 80% del Producto Bruto Interno (PBI) global está asociado a ese esquema. “Si se impide el intercambio y la especialización, producto de una implosión económica, puede causar más pobreza, hambre, estrés y conflictividad social, que también causan muertes”, compara.

Con una mirada intuitiva, el consultor considera que la manera más directa de salir del aislamiento es no exponer a las personas de alto riesgo, ampliando los testeos, y permitiendo liberar al resto de la sociedad para reactivar la economía. “No queda otro camino que conciliar lo sanitario y lo económico”, sintetiza.

¿Cuál es el impacto económico de la pandemia? Arriazu contesta este interrogante con una visión primaria y directa: el cierre de las fábricas, la caída del nivel de empleo y la reducción de los ingresos. “La base de la economía siempre será la confianza porque, ante el miedo que causa una situación como la pandemia, la gente deja de gastar. El mercado quiere confianza porque de esa manera gasta, invierte y genera crecimiento económico”, afirma.

Por el contrario, la desconfianza sólo conduce a la implosión económica. “Eso que estamos viendo en el mercado accionario no es pérdida de capital, porque el capital físico es el mismo, sino que se observa una pérdida de riqueza equivalente a casi U$S 30 billones de los nuestros. Entonces se siente menos rico y deja de gastar”, acota.

En este último tiempo, las acciones acumularon caídas de hasta un 32%, en promedio, por un monto equivalente al 4% del PBI global. Por ese fenómeno, dice el economista, los inversionistas optaron por refugiarse en activos menos riesgosos, un proceso que técnicamente se denomina “fly to quality” (vuelo hacia la calidad). Esto ocasionó una caída de hasta un 50% en los mercados emergentes. “Es claro que la gente prefiere invertir en Alemania, en Estados Unidos o en Suiza y esto ocasiona aquellas pérdidas accionarias y hasta devaluaciones de monedas. Pero, paralelamente en EEUU el dólar se revalúa y esto explica la caída del precio de las materias primas”, agrega. Con todo, los países emergentes se encuentran con una tormenta perfecta que incluye pandemia, salida de capitales, devaluación y baja de valores de las materias primas que comercializan en el mundo. “Lo que les ocurre a estos países puede disparar una crisis de deuda casi similar a la vista en la década de 1980”, alerta. Aún así, el FMI estima que la economía de América latina comenzará a reactivarse a partir del segundo semestre de este año y que los números de esa mejoría recién se verán a mediados del año próximo.

El otro dilema

Con el aislamiento total, Arriazu observa el duro trance en todos aquellos servicios que la sociedad global utiliza en forma permanente. Desde los viajes (turísticos y de trabajo), compras en negocios y shoppings, el taxi para trasladarse o los espectáculos artísticos y deportivos que no saben cómo subsistir. Pero de algo está seguro: “los hábitos de consumo no se modificarán. Como en otras situaciones de crisis, la gente volverá a viajar, a divertirse y a tomar café con amigos”. Y las comparaciones están en el orden del día. El economista enumera que en la crisis hipotecaria de 2008, la caída inicial de los mercados había sido del 35%; tocó el 46% y se recuperó un 96%. Más atrás, con la Segunda Guerra Mundial, la baja fue del 35%, pero la recuperación del 166%. Y ahora -acota-, “se va cayendo un 32%, pero viene de un alza ininterrumpida de varios años”.

Arriazu completa que, frente a la realidad pandémica, hubo situaciones inéditas en la que los países han reaccionado con medidas de política fiscal y monetaria. “En los más desarrollados, con bajas de tasas y compras de papeles de gobierno y de privados para evitar una crisis sistémica; en los países grandes reactivaron una red de swap, en la que los bancos centrales más importantes ayudan a otros bancos centrales con problemas importantes”, dice.

¿Y la Argentina? Según el experto, el país no tiene tantas posibilidades por las condiciones fiscales, por la falta de financiamiento, por los problemas de deuda y porque no generó fondos anticíclicos. Aún más, pasa por un fenómeno que Arriazu compara con las siete plagas de Egipto: precios internacionales en baja (menos de lo esperado), menos demanda de carne, la devaluación de la moneda del principal socio comercial (el Real brasileño), caída del crédito, menos recaudación y una creciente economía informal en la que cerca de 10 millones de personas reclaman el acceso a subsidios estatales. No obstante, hay tres situaciones que pueden inscribirse como fortalezas: un déficit primario que no es del todo negativo; un control sobre el tipo de cambio y el congelamiento de las cláusulas gatillos.

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