El clan Toro: el crimen que dejó al descubierto la organización

El clan Toro: el crimen que dejó al descubierto la organización

El hecho ocurrió en diciembre de 2008.

LA VÍCTIMA. Walter Santana. LA VÍCTIMA. Walter Santana.

Los festejos por la llegada de la Navidad de 2008 recién habían comenzado en La Costanera. Por los enormes parlantes instalados en las veredas se escuchaban diferentes ritmos musicales. De pronto, cerca de las 2, el sonido de varios disparos alteró todo. Los vecinos fueron corriendo a ver qué había sucedido. En la esquina del pasaje Próspero García y Costanera encontraron a Walter Santana tirado en el suelo con una herida de bala. Los que quisieron ayudarlo fueron espantados a tiros por los homicidas. El joven de 23 años murió desangrado en el mismo lugar donde había caído. Nada sería igual en el barrio a partir de ese homicidio.

Los habitantes del caserío rompieron esa dura corteza llamada miedo que los mantenía callados. Primero denunciaron que el asesino era un transa que había matado a Santana porque le pidió que le hiciera una rebaja en la dosis de cocaína que había ido a comprar. Después quemaron la casa donde funcionaba el “quiosco”. Luego hicieron ruidosas marchas que terminaban en la Seccional 11ª y después al frente de la Casa de Gobierno. Y, por último, le entregaron a la Policía un listado con las direcciones de los lugares donde se vendían drogas. El caso desató un escándalo. Todas las miradas se asentaron en La Costanera. Era lo peor que le podía pasar a los que manejaban el narcomenudeo.

LA VENGANZA. Los vecinos incendiaron la casa donde los acusados del crimen de Santana vendían la droga. LA VENGANZA. Los vecinos incendiaron la casa donde los acusados del crimen de Santana vendían la droga.

“No vendo paco, me gano la vida honestamente”, explicó Daniel “El Rengo Ordóñez” Tévez, ex pareja de Margarita Toro, a la decena de periodistas que había transmitido casi en vivo uno de los allanamientos que realizó la Policía en una de sus viviendas. “Me revolvieron todo y no encontraron nada”, dijo el hombre que tuvo que recorrer Tribunales durante varios días tratando de aclarar su situación procesal.

La Justicia procesó a Héctor Soria y a Julio Villagra por el homicidio de Santana. Los vecinos los señalaron como miembros de la organización que dirigía Tévez y que en realidad los entregaron para tratar de calmar los ánimos en el barrio. El régimen del miedo había llegado a su fin. Ya nadie quería callar. Todos aportaban algo para acabar con el grupo. “Fueron tiempos difíciles porque las Madres de la Esperanza dejaron de ser consideradas como unas viejas que hacían lío, sino mujeres que tuvieron más huevos que muchos hombres para denunciar cómo los estaban matando a sus hijos”, señaló Mario Figueroa. “Esos días se incrementó la escalada de violencia. Los transas sabían que se les estaba arruinando el negocio y comenzaron a amenazar a la gente. Pero como estábamos bien unidos, no pudieron frenarnos”, agregó el hombre que se tuvo que mudar del lugar para vivir tranquilo.

El caso aceleró las investigaciones policiales y los procesos en la Justicia Federal. Se sospechaba, en base a distintas pesquisas, que la droga que se comercializaba en ese barrio, se procesaba en Villa 9 de Julio. Los responsables de hacerlo eran los miembros del clan Toro. Y “La Jefa” estaba sospechada de ser la proveedora del grupo. El juez federal Daniel Bejas decidió acumular todos los expedientes que habían sido abiertos en 2006 y ordenar que se avanzara hasta poner punto final a la organización que tanta polémica generaba en esos días.

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