Entre la Tierra y el Cielo, con Händel y la danza de Wainrot

Entre la Tierra y el Cielo, con Händel y la danza de Wainrot

“El Mesías”, de Mauricio Wainrot, cerró la temporada de los cuerpos estables de la Provincia.

SÍMBOLO. Trío en armonía y equilibrio, al fondo de escena. la gaceta / fotos de Ines Quinteros Orio SÍMBOLO. Trío en armonía y equilibrio, al fondo de escena. la gaceta / fotos de Ines Quinteros Orio

A Georg Friedrich Händel lo conocemos con aspecto bien barroco: de peluca blanca larga rizada, con un abrigo de tela pesada bordado profusamente a mano, que deja ver mangas y cuello blancos y pomposos, hechos con mucha gasa.

En 1741, cuando compuso su oratorio “El Mesías”, jamás se hubiera imaginado que su apoteósica obra, que relata la historia bíblica, podría derivar en el bello ascetismo de la realización coreográfica neoclásica de Mauricio Wainrot, estrenada en el teatro San Martín el viernes.

La puesta involucró a los cuerpos estables de la Provincia, es decir, los ballets Clásico, dirigido por Mercedes de Chazal, y Contemporáneo, por Patricia Sabbag, en el escenario.

Bajo la dirección general de Alejandro Jassan, en el foso se encontraban la Orquesta y el Coro, dirigido por Ricardo Sbrocco. Y Claudia Manrique, Iván Vega, María Silvia Díaz y Víctor Gutiérrez, las voces solistas.

Teatro a la italiana

“El Mesías” marcó la vuelta a la esencia arquitectónica del teatro a la italiana al usarse, como hace mucho no ocurría, con la conjunción de ballet y música en vivo.

El espacio escenográfico propuso solo una línea de bancos blancos de diseño purista al fondo, con seis bambalinas rígidas a ambos lados del escenario, que junto al piso y pared posterior armaron una caja de “no color” blanco. El cuidado trabajo de iluminación fluctuó en tonos fríos azulados y el minimalismo se refrendó en el vestuario de los 30 bailarines, totalmente neto, blanco y atemporal. Tanta blancura y tonos gélidos, lejos de aquietar los ánimos paradójicamente calentaron, enfriaron y sostuvieron la danza, al ritmo de sinfonías, arias, recitativos o dúos, con todas las dinámicas y los matices barrocos de la música de Händel, en armonía con los estados de la espiritualidad, más allá de la religión, sacudiendo la quietud de la música antigua.

SIMETRÍA. Un concepto que aparece en diversas variables.  SIMETRÍA. Un concepto que aparece en diversas variables.

Obra compleja

Wainrot tomó 32 de las 53 partes del célebre oratorio. Con ellas construyó una obra compleja para los intérpretes, donde no hay personajes. Y así como la música que fluía del foso no daba tregua en la interpretación, menos aún a la totalidad de los bailarines, en acción dancística constante y muy demandante, muy Wainrot.

La danza llenó el espacio desde la tierra y se elevó, como el espíritu, en todas las dimensiones, explorando siempre un poco más allá de lo posible, requiriendo una fisicalidad que los bailarines debieron trabajar arduamente a lo largo de dos meses de ensayo. El resultado estuvo a la vista, en la entrega y en las caras de plenitud del elenco.

El célebre coreófrafo argentino concibió en 1996 “El Mesías” para el Royal Ballet de Flandes (Bélgica). En 1999 lo bailó el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín de Buenos Aires. Desde entonces ha recorrido el mundo, a lo largo de más de 10 puestas en escena, y ha ganado muchos premios.

El público llenó el teatro hasta el cielo, tal como la propuesta, y la aplaudió. Tras los saludos, exultante, Wainrot reveló: “la primera vez que bailé fue en este teatro. Hice ‘Giselle’. A los 21 años Ester Gnavi me trajo acá”.

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