El imputado Barenbreuker pierde la matrícula de arquitecto

La entidad intermedia provincial aplicó al colegiado la máxima sanción por una falta de ética

MATRÍCULA CANCELADA. Otto Fernando Barenbreuker (h). MATRÍCULA CANCELADA. Otto Fernando Barenbreuker (h).

El desempeño profesional del imputado Otto Fernando Barenbreuker (h) desprestigió el ejercicio de la arquitectura. La conclusión pertenece al Tribunal de Ética y Disciplina del Colegio de Arquitectos de Tucumán, organismo que canceló la matrícula del colegiado y desarrollador inmobiliario. La aplicación de la máxima sanción fue dispuesta el 7 de octubre con los votos de Ignacio Lobo Bugeau, Juan Medina y Raúl Torres Zuccardi, respectivos presidente, vocal titular primero y vocal titular segundo del Tribunal. Los arquitectos indicaron que, una vez que quede firme, la resolución debe ser publicada en un diario de circulación masiva de Tucumán, y en la revista y la página web del Colegio.

Las actuaciones disciplinarias se remontan a una presentación de la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia a cargo de Érica Brunotto. El Consejo Directivo giró los papeles al Tribunal para que investigara la comisión de faltas éticas por parte de Barenbreuker, quien está al borde de enfrentar un juicio oral por la presunta comisión del delito de defraudación de derechos de fiduciantes en fideicomisos inmobiliarios en perjuicio de al menos 19 clientes y de amenazas coactivas perpetradas contra uno de ellos. El profesional sancionado, además, tiene múltiples demandas en contra en el fuero civil por haber incumplido la obligación de entregar departamentos y locales adquiridos “en pozo”. El 14 de agosto, el juez Pedro Pérez ordenó la liquidación del edificio que Barenbreuker debía construir en la calle Mendoza 45 de esta ciudad. Estas irregularidades, que habían sido expuestas en “Panorama Tucumano”, ciclo televisivo de LA GACETA, también involucran a proyectos de Mas & Rovira y de Miguel de la Cruz Grandi.

Lobo Bugeau, Medina y Torres Zuccardi consideraron que la exposición del caso “Barenbreuker” estaba justificada. “La liviandad e irresponsabilidad con que el arquitecto ha actuado explica la semejante repercusión que ha tomado la situación por la que atraviesan los fideicomisos de los que forma parte y el estado constructivo de los edificios en altura que aquellos tenían por finalidad. Esto viene siendo desde hace años difundido por los medios de comunicación masiva, lo que crea la idea de que los profesionales podemos ser partícipes en maniobras que en definitiva despojen a los ciudadanos de las viviendas que adquirieron y de los recursos que pagaron para su construcción”, expresaron.

“Ni un ladrillo”

La investigación practicada permitió al Tribunal determinar que el socio gerente de Barenbreuker & Asociados SRL había provocado el sufrimiento de sus clientes damnificados, quienes dijeron haber quedado presos “en la ingeniería jurídica” del fideicomiso. Los integrantes del cuerpo encargado de vigilar la disciplina de los colegas afirmaron que habían constatado la violación de diversas reglas del Código de Ética Profesional, entre ellas la que impide asumir en una misma obra las funciones de director técnico al mismo tiempo que las de contratista y la que obliga al manejo cuidadoso de los fondos destinados a las obras encomendadas.

“De las pruebas producidas se desprende la acumulación de funciones y roles en cabeza del arquitecto, quien en forma personal actuó como proyectista y director técnico, y como socio gerente y administrador de Barenbreuker & Asociados SRL es el organizador, fiduciario, comercializador y ejecutor del edificio cuya construcción tenía por objeto el fideicomiso”, precisa la resolución. Y añade que Barenbreuker se hizo merecedor de la sanción de la pérdida de la matrícula por desempeñar funciones incompatibles, y por omitir las rendiciones de cuentas a sus comitentes y fiduciantes. “En resumen, por violar la confianza que depositaron en él como profesional en función de los mayores conocimientos y de la capacidad que el título supone”, afirma.

Al ejercer su derecho de defensa en el Colegio, el profesional imputado dijo que existía animosidad en las autoridades de la entidad y que el Tribunal de Ética era parcial puesto que sus asesores letrados trabajaban en la Secretaría de Derechos Humanos. También expresó que los fiduciantes que lo cuestionaban eran deudores, y que había afrontado inconvenientes administrativos y la inflación. Barenbreuker manifestó que las denuncias, las injurias y las difamaciones que recibía tenían por fin obtener un provecho injustificado para evitar el pago de créditos a favor del fideicomiso.

El tribunal, que detalló los escollos que había encontrado al tratar de notificar a Barenbreuker, rechazó todos sus argumentos. En particular, negó que haya sido asesorado por letrados de la Secretaría de Derechos Humanos. “Lejos de reconocer los errores que pudo haber cometido, el arquitecto pretende trasladar la responsabilidad a ciudadanos que, si bien pueden en algunos casos no haber cancelado el precio y en otros sí, no vieron colocado un ladrillo en la obra (de la calle San Lorenzo 788) que iba a ser su hogar. Estas conductas reñidas con la ética son contrarias al comportamiento que debe seguir el profesional a los efectos de generar un alto concepto de la profesión del arquitecto en la sociedad”, reprocharon Lobo Bugeau, Medina y Torres Zuccardi. Los arquitectos dijeron que la conducta investigada era un ejemplo pobre del significado social de su disciplina. Y reiteraron el reproche de que el ejercicio de la arquitectura no merecía tal desprestigio.

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