Los europeos votan, con la extrema derecha al acecho

Los europeos votan, con la extrema derecha al acecho

El avance de las formaciones políticas nacionalistas, xenófobas y contrarias a la integración económica de los países que integran la zona euro alarma a los países más poderosos, como Alemania y Francia. Gran Bretaña, a punto de salir.

TRADICIONES. Una mujer vestida con traje ancestral campesino deposita su voto en la estación de Bunschoten-Spakenburg, Holanda. Reuters TRADICIONES. Una mujer vestida con traje ancestral campesino deposita su voto en la estación de Bunschoten-Spakenburg, Holanda. Reuters
25 Mayo 2019

AMSTERDAM, Holanda.- Ciudadanos del Reino Unido y de Holanda dieron el puntapié inicial al proceso de elecciones en los 28 países de la Unión Europea (UE) para elegir el Parlamento del bloque, en las que partidos euroescépticos prometen un terremoto que sacuda el establishment de Bruselas.

Con la primera ministra británica, Theresa May, recién renunciada por no haber podido concretar el Brexit, las elecciones en el Reino Unido y Holanda marcaron el comienzo de cuatro días de votaciones a lo largo y ancho de la UE.

Los comicios en el Reino Unido, casi tres años después de que votaran a favor del Brexit, eran impensados meses atrás, cuando May prometía honrar el resultado de aquel referendo a tiempo para evitar tener que participar de las elecciones. La crisis del Brexit refleja profundas divisiones en el continente.

Fuerzas de derecha y euroescépticas confían en un gran desempeño electoral, podría dificultar el proceso de toma de decisiones en Bruselas y una mayor integración del bloque.

Los holandeses se inclinaron por partidos tradicionales, laboristas y socialdemócratas, con lo que frenaron en una primera instancia el avance de la ultraderecha, según los sondeos.

Más de 400 millones de votantes están habilitados para elegir a los 751 miembros del Parlamento Europeo en esos comicios, cuyos resultados finales se conocerán mañana, una vez que se hayan completado las votaciones en los 28 países.

El Reino Unido tenía previsto salir de la UE el 29 de marzo y por lo tanto no participar de las europeas. Pero May no logró que el Parlamento británico aprobara el acuerdo de retirada que pactó con la UE, así que el país se ve en la absurda situación de tener que elegir a los integrantes de una institución de la cual planea retirarse.

El Partido del Brexit, del líder euroescéptico Nigel Farage, estaba al frente en la última encuesta, con el 37% de los votos.

En medio de la frustración por la estancada salida de la UE y la crisis política, el gobernante Partido Conservador se ubicaba quinto en el sondeo, con apenas el 7% de la intención de voto, mientras que el opositor Partido Laborista sumaba 13%.

Por todo el continente, líderes nacionales de partidos tradicionales o europeístas están tratando de movilizar a sus seguidores para contrarrestar el auge de los nacionalistas -que están al frente en las encuestas en Francia, Italia y Hungría- y de la ultraderecha, que amenaza los postulados mismos de la existencia de la Unión Europea.

El líder del partido italiano Liga, Matteo Salvini, y la de extrema derecha francesa Marine Le Pen aspiran a que su grupo Europa de las Naciones y la Libertad se convierta en el tercero con más bancas en la Eurocámara.

La Liga lidera las encuestas en Italia y Le Pen quiere asestar un golpe al presidente francés, Emmanuel Macron, superando a su partido proeuropeo República en Marcha.

Las encuestas le dan una pequeña ventaja, con alrededor del 23%, pero no se espera que los euroescépticos arrasen en todo el bloque, ya que los sondeos predicen sólidas victorias de formaciones proeuropeas en España, Irlanda y las ex repúblicas soviéticas del Báltico.

En Alemania, el partido CDU de la canciller Angela Merkel -una de las formaciones más importantes del grupo Partido Popular Europeo, que controla la Eurocámara- está primero en las encuestas. (Télam)

Los posfascismos en el mundo, ¿representan un retorno o un reciclaje?

Marcela Jorrat / magister en Relaciones Internacionales

El análisis de los procesos históricos del siglo XXI implica atender a las transformaciones en el nuevo contexto global. Entre estas mutaciones están las que afectan a la polaridad derecha/izquierda, surgida a fines del siglo XVIII.  Hablar de la derecha (en singular) no debe ocultar los matices en ese polo ideológico; desde las derechas conservadoras, liberales o democráticas hasta las extremas derechas.

Ejemplos clásicos de la extrema derecha del siglo XX son los fascismos alemán e italiano; que denostaron la democracia y el liberalismo, se definieron anticomunistas y propusieron construir un orden nuevo, imbuidos de nacionalismo expansionista y racista. El fascismo fue la novedad política del siglo XX y el régimen que perpetró el genocidio.

Luego de la fractura política, humana y moral de la Segunda Guerra Mundial, los movimientos identificados con el fascismo se mantuvieron en las sombras de la política hasta la década del ‘80. A fines del siglo XX resurgieron en Europa movimientos que se nutren del fascismo clásico, pero orientan sus propuestas en un contexto histórico diferente.

Las transformaciones productivas y económicas, la implementación de políticas neoliberales y el cuestionamiento al Estado de Bienestar muestran el rostro más cruel de la desigualdad. Este renovado fenómeno político nos sorprende ahora participando en el juego democrático, ganando elecciones -como Donald Trump, en Estados Unidos o Jair Bolsonaro, en Brasil -, integrando gobiernos -como Matteo Salvini, en Italia- o liderando la oposición -como Marie Le Pen, en Francia-. Formaciones heterogéneas, que critican el sistema y la globalización, aprovechan la pérdida de referencias ideológicas de los partidos tradicionales.

Enzo Traverso define a estos movimientos como “posfascismos”, que reconocen como matriz el fascismo clásico, pero no muestran una continuidad directa. Manifiestan un estilo político sustentado en el pragmatismo.

Las derechas más extremas parten de una matriz antifeminista y homofóbica, con propuestas y prácticas lejanas al pluralismo, que afectan el espacio privado e interfieren en la libertad individual. Ante los posfascismos del siglo XXI es ineludible preguntarnos si está en riesgo la democracia. Ante la falta de esperanza y visión de futuro, cuando las certezas parecen esfumarse y los temores arrecian, el discurso y las propuestas de estos grupos resultan atractivos y creíbles. Estamos ante un fenómeno que nos interpela y nos impone la reflexión teórica para comprenderlo, como así también la acción con el propósito de neutralizarlo.

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