“Quiero paz; ya hemos sufrido suficiente”

“Quiero paz; ya hemos sufrido suficiente”

Mario “Mono” Reyna hizo ese pedido antes de ser absuelto, pero los Farías lo despidieron con insultos después de escuchar el fallo. El enfrentamiento entre las dos familias tuvo una sangrienta historia, que ya generó cuatro muertes. Los motivos de la pelea.

INMÓVIL. Mario “Mono” Reyna, quien aparece a la par de su defensor, se fue insultado de la sala por los integrantes de la familia Farías. la gaceta / foto de hector peralta (archivo) INMÓVIL. Mario “Mono” Reyna, quien aparece a la par de su defensor, se fue insultado de la sala por los integrantes de la familia Farías. la gaceta / foto de hector peralta (archivo)

Un ataque que desató una ola de venganza en los barrios Juan XXIII (“La Bombilla”) y Manantial Sur no tuvo condenados. La Justicia decidió absolver a Mario “Mono” Reyna por la tentativa de homicidio de Gustavo Farías, ocurrido en julio de 2016. Después de esa muerte, ambas familias protagonizaron un sangriento enfrentamiento que derivó en el fallecimiento de otras tres personas en menos de dos años.

Ambas familias están unidas por la sangre, pero desde hace ya casi una década tienen aterrorizados a los vecinos de los barrios donde habitan. Se dice que la vieja rencilla se inició cuando el “Mono”, en un beberaje, hirió con un arma blanca a uno de los Farías, dejándole secuelas importantes. La discusión se habría iniciado porque Reyna había formalizado una relación con Lorena Herrera, mujer que fue condenada por el homicidio de uno de los integrantes de Farías.

Antes de que se intensificara la pelea entre ambos grupos, alimentada también por una supuesta guerra territorial por el control del narcomenudeo, el Gobierno decidió ubicar a varios de los Farías en el barrio Manantial Sur. La idea era tratar de que no vuelvan a enfrentarse, pero el plan no dio resultados.

En julio de 2016, Emanuel “Monito” Reyna, hijo del absuelto, buscó a Gustavo Farías y se enfrentaron a tiros. Los allegados de la víctima prometieron vengarse. Ya era el segundo integrante del grupo que había sido hospitalizado por los ataques del grupo rival. Dos semanas después, en el barrio “La Bombilla”, emboscaron al autor del ataque y le dieron dos disparos que acabaron con su vida. Después de haber permanecido prófugo, fue detenido en el sur de la ciudad en una vivienda donde se encontró droga y también quedó arrestada Mónica Farías.

“El Gordo” Reyna, con apenas 15 años, decidió vengarse. Fue acusado del crimen Luis Ezequiel Navarro, quien habría participado en el crimen de “Monito”. Se ocultó durante varios meses, pero su nombre volvió a mencionarse en las vísperas de Nochebuena de 2016: ese día también habría matado a Gustavo Farías. Luego se escapó y estuvo prófugo hasta que fue detenido en Santiago del Estero varios meses después.

El adolescente estuvo alojado en el Instituto Roca. A los pocos meses de haber salido, y días después de que la mayoría de sus familiares fueran detenidos por la División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal, bajo sospecha de dirigir una red de narcomenudeo en “La Bombilla”, “El Gordo” se presentó en una de las casas del barrio Manantial Sur y, con varios disparos, hirió mortalmente a Fabio Farías. Fue alojado en el Roca, donde protagonizó una cinematográfica fuga, aunque luego fue recapturado.

En tribunales

Los casos por estos hechos de violencia comenzaron a ventilarse en las diferentes salas penales. En octubre del año pasado, en medio de un fuerte operativo de seguridad, Diego Farías se sentó en el banquillo de los acusados por el crimen del “Monito” Reyna. Pero no hubo debate. En un juicio abreviado, el imputado se declaró culpable y lo condenaron a 11 años de prisión. La sentencia no quedó firme, ya que el querellante José María Molina apeló el fallo. “Se trató de un homicidio agravado, ya que actuaron Navarrio y los dos Farías con premeditación y por la espalda”, explicó.

La semana pasada fue el turno del “Mono” Reyna, que estaba acusado por tentativa de homicidio en contra de Gustavo Farías. En la audiencia no estuvieron el principal acusado, “Monito” Reyna y la víctima, porque ambos fueron asesinados en 2016.

Los Farías dijeron que el imputado le había entregado el arma a su hijo para que atacara al joven, pero los testimonios no habrían sido consistentes y presentaban varias contradicciones. Una de las integrantes de esa familia declaró en el debate acompañada por un Policía Federal, ya que se encuentra cumpliendo arresto domiciliario por una causa de drogas.

Ante ese panorama, la fiscala de Cámarca, Marta Gérez no encontró los elementos necesarios para sostener la acusación. El juez Emilio Páez de la Torre entonces absolvió al acusado.

“Tal como se venía dando en la etapa de instrucción, quedó demostrado que mi defendido no tenía siquiera una prueba que lo vinculara con la causa. Los testimonios contradictorios y faltos de congruencia quedaron expuestos en forma palmaria a lo largo del debate”, explicó Molina, defensor de Reyna.

Antes de que se conociera el fallo, Reyna pidió hablar. Dirigiéndose al tribunal unipersonal, dijo: “quisieron involucrarme en esta causa, cuando no tengo nada que ver.. Quiero que haya paz entre ambas familias. Ya hemos sufrido demasiado con todo esto”. Luego de escucharse la sentencia, los Farías, a viva voz, lo insultaron y trataron de asesino.

El “Mono” volvió al penal de Villa Urquiza, donde espera ser enjuiciado por la causa de drogas. Pero antes, su hijo “El Gordo”, también deberá sentarse en el banquillo de los acusados por el crimen de Gustavo Farías. La aundiencia se realizaría a partir del 31 de julio, pero tendrá un tratamiento especial. Como tenía 16 años cuando sucedió el hecho, un tribunal puede declararlo culpable, pero será un juez de Menores el que establecerá la condena. “Estamos ansiosos por que comience el debate porque vamos a demostrar que también es inocente de este hecho”, comentó.

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