Cartas de lectores
26 Marzo 2019

El Mercado del Norte

Me dirijo a ustedes en razón de la Editorial publicada con fecha 14 de marzo titulada “El Mercado del Norte mutó del orgullo a la vergüenza”. Seguramente, por un olvido involuntario, no se consigna la remodelación que se efectuó en el año 1987 (entre enero y agosto), de lo que dio cuenta LA GACETA en su edición de fecha 28 de enero de aquel año -la imagen superior es copia de la publicación del diario aportada por el lector-, sin perjuicio que otras columnas de opinión similares que se publicaron en el referido año. Las obras fueron concluidas y se resolvieron las cuestiones a la que hace referencia vuestra editorial. Los descuidos (en el mantenimiento adecuado del edificio) de las tres décadas posteriores han traído como resultado la descripción efectuada por el editorialista del diario.

Rubén Edgardo Chebaia

Ex Intendente de S.M. de Tucumán

Productos para celíacos

Comparto las inquietudes del señor Ramón Acosta -su carta fue publicada en esta sección el domingo 24 de marzo pasado titulada “Productos para celíacos”- acerca de esos productos. Aclaro que soy celíaca. En estos días estuve en un conocido supermercado; cuando fui a pagar me dijeron que ese día se hacían descuentos para celíacos, pero no era acumulativo con el descuento para jubilados, por lo que tenía que optar por uno de ellos (un paquete de fideos de 
$ 115). Señor Director: los celíacos y jubilados, ¿somos discriminados?

Elena Cueto

Economía de guerra

El ex presidente Raúl Alfonsín en un discurso público y ante una multitud le dijo a los argentinos que se vivían tiempos difíciles para la sociedad, en medio de la crisis económica que luego terminaría con su gobierno. Tuvo el coraje de no mentir y de afrontar la realidad, diciéndole a su propio pueblo que implementaría una economía de guerra. Hoy, el Gobierno nacional de Mauricio Macri nos dice sin ponerse colorado que la inflación no les preocupa, que este es el camino, que la culpa la tuvieron los gobernantes anteriores, y que los resultados de las medidas extremas que toman hoy los veremos en 20 o 30 años. Sinceramente, estoy convencido de que nos gobiernan unos irresponsables empresarios que no conocen el país, sumidos en sus vidas de ricos, endeudando al país ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se muestra complaciente como el usurero que aguarda en el bar del casino.

Williams Fanlo

Campañas políticas

“La mayoría de los políticos no piensa en el futuro del país, sino en su propio futuro”, lo dijo “La chispa de Calliera” del 19/11/18, un reflejo ante el inicio de las campañas políticas en acción, para que comiencen a aparecer públicamente los potenciales candidatos en actos y reuniones partidarias, más las conocidas prácticas demagógicas en las que compiten quién es el más generoso, claro está, con bolsillos ajenos. Al mismo tiempo, desfilan por todos los medios de comunicación a sus alcances, políticos, economistas, gremialistas, analistas, representantes sociales, etcétera, reprobando todo tipo de medidas que se implementen, con declaraciones que asustan y vaticinan tiempos calamitosos. Pero, por suerte, no todo está perdido. De aquí en adelante ya se postulan, ansiosos, cientos de ciudadanos embuidos de “patriotismo”, dispuestos a inmolarse por el bien común, tanto en el orden local como nacional, quienes dicen contar con las soluciones para todos los problemas y necesidades que nos aquejan, y como buenos previsores, una vez que asuman el poder, proyectarán y aprobarán jugosos presupuestos para asegurar su propio bienestar y el de toda su familia. Mientras tanto, no cejarán en cargar culpas al Gobierno anterior, tal cual lo vienen haciendo los cinco gobiernos constitucionales que se sucedieron en estos últimos 35 años de democracia. No está demás advertirles a los candidatos de todos los niveles, que durante la campaña proselitista se abstengan de prometer empleos públicos; por si no lo saben, las reparticiones del Estado paternalista están abarrotadas de agente, donde la mitad cumple un cometido y el resto, por falta de espacio físico y tareas, inverna y produce inflación. Y para rematar, la generosa vaca lechera del fisco ha entrado en una larga y penosa cuarentena, monitoreada por el FMI, sabedores que los argentinos somos sus hijos malcriados, que despilfarramos más de lo que tenemos, ¡y la fiesta continua! “Y no le perdonan si yerra / que no saben perdonar / porque el gaucho en esta tierra / sólo sirve pa’votar” (José Hernández).

Ysmael Díaz
Mario Bravo 247 
Banda del Río Salí

En un balde roto

He leído con mucha expectativa que la cosecha y las exportaciones agropecuarias le redundarán al país alrededor de U$S 26.000 de ingresos por todo concepto. Como productor agropecuario le sugiero a nuestros gobernantes que a tal magnitud de dinero no se la siga derramando en la política del clientelismo. Que una porción de esa inmensa torta sea utilizada en créditos bien administrados, a un interés muy bajo para la construcción de industrias y fábricas que ocupen esa mano de obra sin futuro, y así poder exportar los mismos productos que vendemos como primarios, pero ahora elaborados, procesados y con valor agregado, transformando esto en, por lo menos, un 60% más de ingresos. Qué bueno sería que el Gobernador de Tucumán, que tiene un programa de inserción de los productos tucumanos en el mundo, en unos años no sólo ofrezca limones, arándanos, aceite de oliva y aceitunas, sino también productos cárnicos envasados, granos procesados, enlatados o transformados en aceites de todo tipo, y formar así un gran abanico de productos argentinos elaborados con mano de obra genuina. Así, podremos creer que en 15 o 20 años, seremos un país respetado, creíble y con créditos accesibles, y de esta forma empezar a crecer en forma sostenida. Esto, a lo mejor, pareciera una expresión de anhelo, pero es el sentimiento de miles de productores que abrazamos, en los ‘70, llenos de juventud, esta profesión cuya única ilusión era transformar montes casi improductivos en campos llenos de verde. Pero hoy vemos con nostalgia y amargura que todo ese pensamiento y esfuerzo, hasta ahora, fue a parar a un balde roto.

Hugo Roberto Panella

El Palomar - Santiago del Estero

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