En la carrera del equilibrio

En la carrera del equilibrio

Además de atleta, Lencina es un servidor público. Pese a entrenar poco, sus tiempos en las maratones son de punta

ÚLTIMO TRIUNFO. “Rafa” es el dueño del podio en la Radisson Blu de Larnaka, Chipre. Lo escoltaron un belga y un polaco. ÚLTIMO TRIUNFO. “Rafa” es el dueño del podio en la Radisson Blu de Larnaka, Chipre. Lo escoltaron un belga y un polaco.

Es difícil para Rafael Lencina poner una pausa en su entrenamiento. No importa el momento: cuando le va bien, es más complicado, y cuando las cosas no se dan, quizás cuesta un poco menos. Ahora los días de descanso son de los que cuestan, porque “Rafa” está bien. “Me volvió a levantar”, reconoció el maratonista. No puede ser de otra manera para un atleta como él: el triunfo es vital, como el oxígeno. “Venía con algunas lesiones y las tuve que aguantar”, contó con calma. Lencina habla de una victoria o de una derrota, con esa misma paz. Curiosamente, fue en el penúltimo mes de 2018 en que “Rafa” sintió esa suerte de reactivación con la victoria que obtuvo en Larnaka, la ciudad que está a poco más de 56 kilómetros de Nicosia, la capital de Chipre. “Estoy muy ansioso, pero sé que tengo que descansar. Corrí tres maratones, con poco entrenamiento y lesionado”, advirtió.

“Rafa” lo sabe bien: hizo lo que el manual del maratonista no dicta. La recomendación es que, por año, un atleta corra dos maratones. El espacio de tiempo entre una carrera y otra debería ser, como mínimo, de cinco meses. En 2018, siempre con la incómoda compañía de una lesión en la rodilla, Lencina corrió en tres pruebas de 42,195 kilómetros, en siete meses y con sólo tres de recuperación entre cada una. Empezó en marzo con la Maratón de las Islas Malvinas; en julio, se aventuró con la Maratón Independencia y cerró, en noviembre, con la prueba chipriota. “En Malvinas quedé cuarto, la lesión me condicionó”, reconoció Lencina.

En la Maratón Independencia, “Rafa” sintió como nunca la realidad que vive. El maratonista es policía y le tocó volver a las calles en la Patrulla Motorizada, con horarios que no benefician su entrenamiento, ya que no puede hacer doble turno. Lencina, además de sacar su máximo talento corriendo, además es todo un malabarista que mantiene, con mucho esfuerzo, el equilibrio entre su trabajo y el deporte. “Tuve poco entrenamiento, hice pocos kilómetros. Quedé segundo; se me fue por 200 metros. La luché hasta el final y, si estaba más entrenado, la ganaba. El orgullo es lo que me llevó a correrla”, reconoció.

En este punto, el de entrenar poco y llegar en puestos de vanguardia, Lencina reconoce una fuerza divina. “Le pido a la vida que me siga dando esta bendición”, contó su sentimiento. “Trabajo ocho horas y hago sólo un turno de entrenamiento. Son 100 kilómetros por semana, una base que es poca. Poder correr una maratón es algo impensado, así que siempre estoy agradecido a Dios por el don que me dio”, contó Lencina. “Lo que más me gustaría es poder aprovechar. Tengo 41 años, me quedan tres o cuatro para entrenar y yo sé que puedo rendir más: hacer un doble entrenamiento y llegar a los 180 kilómetros por semana, que es lo mínimo. Así podría mejorar mi tiempo”, anheló “Rafa”.

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