Los perturbadores del tiempo

Los perturbadores del tiempo

El imperfecto calendario romano generaba tal descompostura que, cada cierto tiempo, el momento natural para la cosecha caía en los meses que el almanaque marcaba para la siembra. Con el calendario juliano, Julio César -justamente- impuso la cuenta de 365 días y seis horas. Pero para “poner en caja” los días, tuvo que pautar un año (el 46 a. C.) de 445 jornadas. Los dos últimos meses del año, enero y febrero, pasaron a ser los primeros. Octubre, noviembre y diciembre dejaron de ser, por tanto, el octavo, el noveno y el décimo. Pero aún había un error de cálculo: al año no le sobran seis horas sino cinco… con 48 minutos y 45 segundos. Así que para ajustar cuentas, el papa Gregorio XIII, en el siglo XVI, se salteó 10 días en octubre (en 1852, al día cuatro sucedió el 15) y puso a regir el calendario gregoriano.

Estos dos jalones en la historia occidental y cristiana de la medición del tiempo forman parte de 30 de febrero, de Olivier Marchon. Y, lejos de ser anécdotas, prueban -advierte el autor- que el tiempo es también una categoría política. El César importó el calendario de los ptolomeos como uno de los beneficios de sus campañas en Egipto. Gregorio XIII, en rigor, debía saltearse 13 días, pero sólo hizo el ajuste de una decena para no afectar el cálculo de la Pascua: se celebra el domingo siguiente al ciclo de luna llena (plenilunio) posterior al equinoccio de primavera (boreal), que cae el 21 de marzo.

Es que pocas cosas son tan difíciles de definir como el tiempo. Escasas cuestiones son tan angustiantes como él. Por eso, “demostrar” que se entiende la clave del tiempo y que se puede “ordenarlo” es dar todo un mensaje a la sociedad. De tranquilidad. Y de poder. Por eso, precisamente, el tiempo es una obsesión de los gobernantes (civiles, militares o religiosos). Por eso los hombres de Estado aspiran, eternamente, al título consuetudinario de “tiempistas”.

El difuso panorama político provincial, concretamente, se encuentra distorsionado por las diferentes maneras de medir el tiempo político que tienen sus protagonistas.

Se estira

Como los etíopes, que celebraron la llegada del año 2000 recién en 2007, para el gobernador Juan Manzur el tiempo es una materia elástica. Consecuentemente, siempre “estira” la toma de definiciones. El miércoles, para no ir más lejos, participó de un encuentro con gobernadores peronistas y no kirchneristas de Alternativa Federal; y se sentó a la mesa de debate organizada por los peronistas kirchneristas que conducen el PJ nacional. Esta dualidad no deja de tener lógica: el peronismo nacional, en materia de alineamientos electorales, sigue siendo un mosaico, pero actuó políticamente como un monolito para birlarle a Cambiemos una banca en el Consejo de la Magistratura. Pero ese entendimiento no deja de ser precario y momentáneo.

No menos cierto es que el postre preferido del gobernador de Tucumán es desconcertar al mundo. En este caso, su plasticidad para sonreír con los K y los anti-K lo presenta como “prenda de unidad” (figura peronista, si las hay). Entonces no faltan los que lo ven en una fórmula nacional en 2019. Otros, en cambio, reiteran que la partida federal de Manzur se disputará en 2023. Alrededor de ese inestable huso horario se ajustan los relojes justicialistas.

Se acelera

El vicegobernador Osvaldo Jaldo procede como si se estuviera ante la semana de cinco días estatuida en el calendario revolucionario soviético. Según los que lo concurren, para el titular de la Legislatura debería concretarse una “desalperovichización” lisa y llana de los poderes políticos cuanto antes. Ante la duda, dar de baja primero y preguntar después. El tranqueño no quiere un flanco interno, una quinta columna. Y espera por la sincronización con Manzur.

Sin embargo, Jaldo no se cruzó de brazos: los dos primeros municipios que visitó Manzur a su regreso de la gira por Perú, EEUU e Israel fueron Alderete y Aguilares. Es decir, los pagos del legislador Julio Silman y los de la intendenta Elia Fernández y el ex senador Sergio Mansilla. Léase, cerca de los amigos y aún más cerca de los no tan amigos. Y si es abrazados y riendo para la foto, mejor. Ayer, el vicegobernador profundizó esa huella. En la localidad de Monte Bello reunió a los intendentes de Tafí del Valle (Jorge Yapura Astorga) y La Cocha (Leopoldo Rodríguez -h-) y a las intendentas de Alberdi (Sandra Figueroa) y Aguilares. Y Elia acudió junto con Sergio. Asistieron, además, los ediles de esos municipios y los delegados comunales de los cuatro departamentos. Ellos, más otros dirigentes, sumaron 200 referentes del sur.

Se acorta

El senador José Alperovich procede como si se guiara por algún calendario pre-juliano corto: el año terminó con el Día de la Lealtad y ya está en 2019. Lo apuraron, se apuró, lanzó su candidatura y… no mucho más. Tanto es así que una de las cosas que más inquieta en la oposición (esa que sueña con una fractura del peronismo vernáculo) es que el ex mandatario “no mueve el amperímetro” de la dirigencia peronista. Siempre aparece con los mismos referentes: la senadora Beatriz Mirkin, los legisladores Silvia Rojkés de Temkin y Marcelo Ditinis; y el ex intendente yerbabuenense Daniel Toledo. Esta semana “sumaron” al legislador Osvaldo Morelli, al que nadie, nunca, había “restado” de las filas del alperovichismo.

Eso sí: Alperovich tampoco se queda quieto: arrecian los rumores de que llevará un empresario como candidato a intendente de Yerba Buena. Pero, otra vez, son los dirigentes territoriales los que no aparecen. A estas alturas, las “ganas” que más sustentan las ambiciones de ese espacio son las de que Manzur se eyecte a la escena nacional en 2019.

Se intensifica

En la indefinición de Manzur también se lee que él busca una alternativa a la dicotomía del PJ nacional. Hoy, el peronismo se agrupa en torno de dos grandes océanos. La divisoria de aguas es la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. De un lado están los kirchneristas, dentro de los cuales se puede distinguir los que avalan la postulación presidencial de la senadora y los que se animan a pensar un kirchnerismo con ella como líder pero no como candidata. Entre estos últimos, se menciona la figura del diputado Felipe Solá, que anoche -al cierre de esta edición- cenaba con Manzur.

Del otro lado están los peronistas no-k. Discursivamente, de un lado están los “racionales”, con el salteño Juan Manuel Urtubey, el cordobés Juan Schiaretti y el senador Miguel Ángel Pichetto a la cabeza; y los combativos, con Sergio Massa y con Manzur a la vanguardia, como quedó expuesto el 17 de octubre. Pero cuando el clivaje es el kirchnerismo, las posiciones son otras. Manzur propone que en la alternativa a ofrecer en 2019, ese sector sume al kirchnerismo. Esto, eventualmente, podría incluir a Cristina, pero no como candidata. Y entonces, el tucumano vertebra un conjunto (con varios gobernadores que concuerdan en no despreciar la masa de votos K de sus distritos), mientras que Massa y Urtubey conforman otro.

El salteño, para más datos, expresó ayer que si todo el peronismo fuese unido, esa unidad se parecería a una estafa. Urtubey no sólo expresa lo que piensa: en rigor, dice lo mismo que está haciendo. Esto es, prepararse para una eventual interna; o para una contienda nacional contra otros peronistas. Por eso este mes se intensificó el arribo de operadores salteños. Para ahorrar eufemismos, buscan un eventual candidato a gobernador local.

Se desdobla

Miguel de Cervantes y William Shakespeare murieron en la misma fecha, pero no en el mismo día, advierte Marchon. La muerte del primero ocurrió el 23 de abril de 1616 del calendario gregoriano, en Madrid. Es decir, diez días antes de la muerte del segundo, el 23 de abril de 1616 del calendario juliano, en Inglaterra. El Día del Libro, entonces, evoca un 23 de abril que en realidad son dos. Aunque, en rigor, uno de los dos no lo es.

Las diferentes maneras de medir el tiempo generan estas confusiones temporales. Y también crean hiatos políticos. Aquí se da en la capital. En el distrito habitado por casi la mitad de los tucumanos, el oficialismo no tiene candidato a intendente. Y el intendente Germán Alfaro no tiene candidato a gobernador (como tampoco los radicales Roberto Sánchez en Concepción, Mariano Campero en Yerba Buena y Sebastián Salazar en Bella Vista).

El Gobierno provincial, en principio, apelará a la doctrina a la que acude cuando -valga la metáfora- el tiempo no aclara: que salgan todos. En 2015, cuando radicales y peronistas confluyeron en el Acuerdo por el Bicentenario, la Casa de Gobierno alentó esa estampida, aún a costa de perder las intendencias ya mencionadas. En Yerba Buena, el frente opositor ganó la intendencia con 13.600 votos, mientras que los seis acoples que tributaron votos a Manzur y a Jaldo cosecharon en esa categoría 26.000 sufragios.

En Capital ya se asomaron el legislador Marcelo Caponio; la secretaria de Gobierno, Carolina Vargas Aignasse; y el legislador Guillermo Gassenbauer. Y, ahora, Hugo Cabral. Por cierto, el ex ombudsman es uno de los líderes de Unidad Ciudadana, partido de filiación “K” no alineado con Alperovich, lo que determina que el senador no tiene unificada la personería del kirchnerismo en Tucumán.

Manzur y Jaldo aún no decidieron “liberar” las candidaturas a intendente de la capital, ni mucho menos si la extenderán a todo el interior o a una parte. Pero la doctrina “que salgan todos” ya tiene un soporte legal: la reciente derogación de la ley que prohibía las dobles candidaturas en la Provincia.

Se detiene

Mientras el peronismo gobernante busca alternativas para su carencia de candidato a intendente capitalino, la oposición poco y nada hace para tratar de solucionar el problema de que sus intendentes no tienen candidato a gobernador. Lo cual es, electoralmente, más grave el inconveniente del oficialismo.

Esta semana no pasó inadvertida una nota del diario La Nación que barajó la posibilidad de que Germán Alfaro sea candidato a gobernador del espacio. El resultado fue que los radicales hicieron saber que les gustaría una fórmula 100% radical; que el alfarismo se declaró “siempre listo” para la fórmula, pero exigiendo la intendencia para su espacio; y los del PRO advirtieron que la Casa Rosada puede reclamar un espacio en el binomio. Nada que no se supiera en enero.

Si, prácticamente, están esperando que llueva una candidatura, en la oposición están midiendo el tiempo con relojes de sol. Cuando faltan 39 semanas para decidir la suerte gubernamental de esta provincia por cuatro años más.

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