Ocho características para entender cómo funcionan las escuelas de nuevo formato

Ocho características para entender cómo funcionan las escuelas de nuevo formato

En 16 establecimientos secundarios de Tucumán se aplica este nuevo sistema que busca dar respuestas a comunidades vulnerables. La experiencia, que viene desde 2010, está dando resultados y en 2020 serán 60 las escuelas.

CANTARON Y BAILARON. En un seminario, los alumnos reseñaron los movimientos musicales contemporáneos. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA.- CANTARON Y BAILARON. En un seminario, los alumnos reseñaron los movimientos musicales contemporáneos. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA.-

¿Cómo educar a chicos del nivel medio en contextos de vulnerabilidad social, diversidad de edades, desigualdades que hieren y riesgo pedagógico? Las secundarias denominadas “de nuevo formato” son la respuesta pensada para esta nueva etapa de la educación argentina, que funciona “sin manual” porque los cambios no dan respiro y el modelo ya no da más.

La Secundaria Barrio Policial, de barrio Policial 3, a la entrada de la ciudad de Tafí Viejo, es una de las cuatro escuelas de nuevo formato que en 2010 comenzaron a probar cómo educar en nuevos contextos y ya están en condiciones de contar cómo les fue. Por ahora son 16 y en 2020 ascenderán a 60. ¿Qué cosas cambian? El aula ya no es la misma, el profesor no está al frente sino que es una guía, la verticalidad desaparece, el alumno propone los contenidos que quiere estudiar, no existen las pruebas, la evaluación es una nueva instancia de aprendizaje y los docentes no trabajan por áreas sino por equipos. Las materias no son compartimentos estancos, se conectan, se interrelacionan y complementan para desarrollar un tema en común.

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Las escuelas de nuevo formato nacen atendiendo las trayectorias de los alumnos, apoyadas en la Ley Nacional de Educación, que exige la obligatoriedad del secundario, y se instrumentan con la resolución n° 93 del Consejo Federal de Educación, cuenta la asesora pedagógica de la escuela, Teresita Lucero.

1- Nuevo modelo áulico  

Nadie mira al pizarrón, sino que los alumnos se sientan en círculo y el profesor puede estar en el medio o en cualquier lugar, como si fuera uno más, pero nunca al frente. El docente se convierte en un guía que ayuda a encontrar el conocimiento, a investigar y a desarrollar el espíritu crítico. Mientras dura la jornada escolar los chicos están cómodos en el aula, toman mate y comen tortillas o medialunas. No hacen silencio sino que aportan, preguntan, objetan y hasta acercan nuevos puntos de vista.

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2- El uniforme

Camisa blanca y corbatín azul es una formalidad que, aunque figura en los papeles, a la directora, la profesora Emma Zamora, no se le ocurre exigir. “Aquí los chicos vienen con la ropa que tienen, no les exigimos”, dice. Los pearcings, las gorras con visera y los tatuajes son más comunes que el uniforme dentro de la escuela, que es amplia y nueva. “No juzgamos la forma de vestir de los chicos, y dejamos que ellos se expresen como se sientan o se identifiquen”, señala.

3- Horas institucionales

Las asignaturas son las mismas que en otras escuelas pero los docentes de nuevo formato cuentan con un paquete de 43 horas institucionales, que pueden distribuir según las necesidades del proyecto de la escuela. “Lo primero que hicimos fue generar un espacio de lectura y estudio sobre lo que significa construir una escuela de nueva formato. ¿Qué significa armar una escuela para chicos que tienen sobreedad, es decir que en primer año tenés en una misma aula alumnos de 17 y de 12 años? ¿O que tengamos alumnos de 21 años en 4° año? ¿Qué significa ser docente en una escuela donde te encontrás con chicos que llegan a primer año sin saber leer?” se plantea Lucero.

El nuevo modelo también contempla contextos difíciles. “Hace tres o cuatro años había mucho consumo de drogas entre los alumnos. A un chico lo tuvimos que llevar al hospital para que le hagan un lavaje de estómago”, cuenta la directora. A ello se suma la violencia que repercute en la escuela. “El otro día una mujer ingresó en la escuela para agredir a uno de los alumnos. Y nosotros no corremos a nadie, por el contrario, escuchamos a cada uno y los ayudamos”, agrega.

4- Los contenidos

“También había una necesidad de abordar temas transversales, que no tienen que ver con una asignatura específica sino con espacios de aprendizajes multidisciplinarios más adecuados para una comunidad tan heterogénea, dispar en edades y en acceso al conocimiento como esta”, explica la pedagoga. En la Secundaria Barrio Policial los chicos también deciden qué contenidos quieren aprender, lo que no significa que se aparten de lo que el docente debe enseñar en cada ciclo o nivel.

5- La evaluación

En la escuela coexisten distintos tipos de evaluación: orales, escritas, integrales y de procesos múltiples como es un seminario. Este último es el más esperado por los chicos. Es un día de fiesta para ellos. Son tres seminarios al año, uno por cada trimestre, y cada uno dura tres días. En esa oportunidad los alumnos son evaluados en todas las materias, y esa es la nota más importante del trimestre. Cada seminario está atravesado por un tema común que es elegido por los alumnos por votación. En el seminario del miércoles pasado los chicos trabajaron sobre los movimientos artísticos musicales contemporáneos .

Primer año investigó sobre el reggaetón; 2° estudió el folclore argentino (Bruno Arias y Raly Barrionuevo); 3°, el rock internacional (The Beatles y Sting); 4°, ritmos latinoamericanos (guajira y vallenato); 5°, rap (Calle 13, Fémina y Claridad) y 6°, rock nacional (Spinetta y Soda Stereo).

6- Las lecciones

Cómo abordar cada tema fue un espectáculo en sí mismo. Sentados en semicírculo, dos chicos por cada curso contaron la historia de cada movimiento. La charla en esa mesa panel frente a todo el estudiantado ocurrió en el patio del colegio, adornado con láminas y videos hechos por ellos. Algunos cursos expusieron coreografías, otros bailaron o cantaron y analizaron las letras de las canciones.

7- La calificación

No se evalúan los resultados, sino los procesos. La participación, la producción, el análisis, el cumplimiento son puntos que se suman al calificar un trabajo. “Utilizamos una tabla que permite medir los procesos alcanzados por cada estudiante (sistema de rúbrica, que nos propone Unicef)”, explica Teresita. “La tabla se arma en función de criterios relevantes, cada uno tiene un puntaje y de allí surgirá la calificación total. Para este seminario consideramos el análisis del discurso (los chicos trabajan con canciones), la participación comprometida en la mesa panel y la comprensión del contexto”, agrega.

8- Relación interpersonal

Todos interactúan de manera sistemática: los alumnos más grandes son tutores de los más chicos. Los docentes trabajan con sus pares en equipos interdisciplinarios. Los estudiantes investigan en grupo. Muchos padres participan en los proyectos de esta escuela que tiene 230 alumnos de 1° a 6° año.

“Aquí los profesores te ayudan. Si tenés algún problema podés confiar en ellos, te escuchan, te aceptan como sos”, coinciden Juan y Zoe (17 años). Lucas (18 años) todavía no puede creer todo lo que él cambió en dos años. “Antes iba a la Comercio I, en el centro. Era mal alumno, me sentaba en el último asiento y no me hablaba con nadie”. Hoy ese mismo chico es el entrenador de handball de sus compañeros, intervino en los acuerdos de convivencia y es el presidente del centro de estudiantes. A Pablo (16 años) también le sorprende el pasado de Lucas. “Cuando llegué a la escuela no hacía nada en clase. Lucas miró mi cuaderno y me dijo qué letra horrible. Me dio rabia, pero era verdad. De ahí me empecé a hacer amigo de Lucas y ahora soy escolta”, agradece el joven de jopo rubio y pearcing brillante.

Zamora ríe satisfecha y los mira: “muchos de estos chicos terribles han recibido en esta escuela su primera palabra de aliento. Muchos de ellos han sido escuchados por primera vez. Y así nos hemos ido ganado su confianza...”

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