La UNT protagonizaba el suplemento de fin de año en 1922

La UNT protagonizaba el suplemento de fin de año en 1922

UNIVERSIDAD. El suplemento de fin de año daba cuenta de los avances de la institución por aquellos años.  UNIVERSIDAD. El suplemento de fin de año daba cuenta de los avances de la institución por aquellos años.
02 Enero 2018

Manuel Riva - LA GACETA

Terminaba 1922, la Universidad Nacional de Tucumán culminaba su segundo año bajo la tutela nacional y se graduaban los ingenieros industriales Alejandro Álvarez, Clemencio Díaz, Víctor Gentilini y Abraham Grimberg.

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El suplemento con que nuestro diario despedía 1922 y recibía 1923 dedicó parte importante de sus páginas a presentarlos, junto al decano de la Facultad, el ingeniero José Sortheix, y los felicitaba por haber logrado coronar sus ansias estudiantiles y haber alcanzado su título profesional. La crónica relataba que se había realizado un té danzante en el Plaza Hotel organizado por amigos y condiscípulos para los señores Díaz y Gentilini, por haber terminado sus estudios en la Facultad de Ingeniería Industrial de la Universidad Nacional de Tucumán. Orestes Lucca, en nombre de sus compañeros y amigos, saludó a los flamantes egresados, y puso de relieve las condiciones intelectuales y personales de los nuevos ingenieros.

En respuesta, Díaz señaló que agradecía la demostración de simpatía que se les tributaba y terminó su corto discurso haciendo votos por el éxito de sus compañeros que aún no habían terminado sus estudios; luego los invitados pasaron a otro salón, donde bailaron hasta pasadas las 21.

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La carrera

Los planes de estudio de la Facultad expresaban la necesidad de que se brindaran los saberes necesarios para que los graduados enfrentaran su vida profesional con los conocimientos científicos para desempeñarse con utilidad para las industrias de estas regiones del norte argentino, cuyas abundantes y variadas riquezas naturales requieren para su explotación racional el empleo de métodos y procedimientos que la técnica moderna nos enseña.

En aquella época, la Facultad otorgaba los títulos de ingeniero Industrial, de Minas, Químico, Agrimensor, pero incluía también el de secretariado técnico comercial, y se indicaban como necesarios saberes relacionados con la electrotecnia, la mecánica y los motores.

Nuevos farmacéuticos

En esas mismas fechas concluyeron sus estudios de Farmacia Edna Celeste Herrera, Hortensia Zeballos, Carolina Brión, Isabel Bohmer, Juan Fernández, Mercedes Tártaro, Segundo Rasjido, Moisés Milleguir y Miguel Astudillo. El acto de colación de grados se llevó a cabo en la Escuela Pedagógica Sarmiento y contó con la presencia de alumnos y profesores de la Escuela de Farmacia de la universidad tucumana, así como de estudiantes de otras carreras, de amigos y de familiares de los egresados.

En nombre de los flamantes farmacéuticos habló Edna Herrera, quien afirmó: ahora nos toca navegar en un mar para todos desconocido; el futuro que se nos presenta es inmensamente halagüeño, y sólo llevamos de timoneles nuestros corazones henchidos de anhelos para arribar a una meta que cada uno idealiza según el vuelo de su inauguración ferviente. Y estoy segura, señores profesores, que si a nuestra idealización la realidad le diera forma, vuestro recuerdo serviría para cimentar sus bases, ya que de ustedes sacamos lo primordial para construirla”.

En respuesta, el profesor Rodolfo Pepper destacó el afecto del cuerpo docente para con sus alumnos -a los que felicitó por su título-, enfatizó la sólida preparación teórico-práctica que habían alcanzado, y destacó que habían trabajado en los laboratorios sin interrupción y con verdadero entusiasmo, pues ha existido, en todo momento, la más franca cordialidad entre profesores y alumnos.

El suplemento traía además buena cantidad de material de lectura. Se abarcaban varios temas, desde espectáculos hasta deportes, pasando por las historietas. Pero decididamente la universidad era la gran protagonista.

La institución creada por Juan B. Terán merecía una cobertura especial, ya que dos meses antes había sido declarada nacional por decisión presidencial, y eso era muy esperado por todos.

En especial por Terán, que siempre había considerado que la nacionalización era la única manera de que creciera. Mientras la Universidad tuvo carácter provincial, luchó con las dificultades de la escasez de recursos y lo poco halagador que resultaba el sacrificio del estudio para lograr la adquisición de un título de validez nacional. El aspecto ha cambiado totalmente al ser nacionalizada, destacaba la crónica y agregaba: una casa de estudios como la nuestra, fundada hace apenas ocho años, representa mucho más por lo que puede hacer que por lo que ha hecho en realidad.

Otro de los párrafos de la nota consideraba clave la confirmación del convenio y apuntaba que había sido fruto de un largo proceso. Cabe recordar que en septiembre de 1922 los estudiantes, nucleados en la Federación Universitaria de Tucumán, habían tomado el rectorado por tres días exigiendo cambios de organización. Además pedían que se separara de su cargo a José Luis Aráoz, delegado responsable de la institución. La última parte del año las clases se habían desarrollado con cierta irregularidad debido a la protesta estudiantil.

Por fin, en octubre, antes de dejar la presidencia Hipólito Yrigoyen, firmó tres decretos. Dos de ellos decretaban la constitución de la Universidad Nacional de Tucumán, y fijaban cuáles serían las Facultades y los planes de estudios.

El restante designaba rector a Santiago Pérez y nombraba también a las demás autoridades. Pérez asumió el 18 de octubre. Junto a él se desempeñabron como decanos Sortheix en ingeniería; en Química y Ciencias Naturales, el doctor Miguel Lillo, y en la Escuela de Farmacia e Higiene Subtropical, el doctor Fidel Zelada.

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