Una lección de pasión "Xeneize"

Una lección de pasión "Xeneize"

Más de 100 hinchas de Boca, muchos de ellos niños, se reunieron en un bar de El Bajo .

DESAHOGO. La sensación era que en el partido sólo faltaba el gol para terminar de coronar un buen despliegue del “xeneize”. Cuando faltaba poco para el final y llegó el primero hubo una explosión de gritos. la gaceta / fotos de franco vera DESAHOGO. La sensación era que en el partido sólo faltaba el gol para terminar de coronar un buen despliegue del “xeneize”. Cuando faltaba poco para el final y llegó el primero hubo una explosión de gritos. la gaceta / fotos de franco vera
Dicen que se nace siendo hincha del equipo. Puede ser, pero la formación “académica” es fundamental. En ese camino están muchos pequeños que vieron el triunfo de su ya, pese a que la edad no se escribe con dos dígitos, querido Boca. El bar “El Chavo” se vistió de aula. En el corazón de El Bajo, la “Agrupación Tucumán Xeneize” logró lo que dicen pasa sólo en La Bombonera: late, no tiembla.

Con hermanos, padres, tíos y primos, los más pequeños cambiaron el paseo por el parque por el superclásico. También saltaron, corrieron, se maravillaron y transpiraron como en su habitual paseo. Lo diferente estuvo en la pasión con la que lo hicieron. Los más grandes, transformados en instructores, fueron los que impartieron la lección “azul y oro”.

Aprobados, estuvieron todos los bajitos. Algunos con notas más altas que otros porque todavía es más atractivo el panchuque que vendían afuera, que ver los piques de Daniel Osvaldo.

La que se llevó un sobresaliente fue Avril. La damita, con sus dos colitas, su jean chupín y la remera de un diseño especial, no la que usan los jugadores, nunca dejaron de perder la coqueta elegancia pese a estar trepada en los hombros de su hermano. Cantó tanto como los que tenían los pies en la tierra, pero parecían estar levitando de felicidad. “Siempre, desde chico me acompaña”, comentó Bruno, hermano de Avril. “Me se las letras de las canciones por las veces que lo acompañé”, explicó la nena de 6 años. Bruno siguió con revelaciones. “Llora cuando no puede venir”, explicó. Y la tía Marcela también cuenta intimidades. “En las carpetas de la escuela quedaron las princesas”, explicó sobre uno de los pocos espacios en la vida de su sobrina que no están -todavía- identificados con Boca.

Seguramente Yutiel no entiende bien la identificación, devenida en dos globitos de colores, que le dio su papá Javier. Apenas tiene tres años. Es tan bajo que la custodia de su padre no basta, también su tío Carlos está atento para que no ocurra ningún imprevisto. “Lo primero en mi vida es Yutiel. Después está Boca y mi vieja”, estableció Javier. “El viernes fuimos al parque y le compré de todo. No es que solo lo traigo aquí”, detalló. Sin bien la pasión no se compra, sí se aprende y muchos pudieron dar una estupenda lección gracias al triunfo sobre River.

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