La fiesta fue a medias

La fiesta fue a medias

La ausencia de simpatizantes le quitó el brillo al duelo de prestigio internacional.

EL MOMENTO CUMBRE DE LA JORNADA. Durante el minuto de silencio, los jugadores de ambos encuentros y los árbitros realizaron una formación poco habitual en los estadios de nuestro país. EL MOMENTO CUMBRE DE LA JORNADA. Durante el minuto de silencio, los jugadores de ambos encuentros y los árbitros realizaron una formación poco habitual en los estadios de nuestro país.
31 Marzo 2014
BUENOS AIRES (Por Marcelo Androetto, especial para LG Deportiva).-Cuando el diario británico “The Observer” sentenció que un Boca-River en La Bombonera era uno de los cinco espectáculos deportivos en el mundo que nadie se debería privar de presenciar in situ, todavía los superclásicos, salvo excepciones puntuales, se jugaban con público visitante. Corría 2004 y 10 años después el fútbol argentino está preso de la violencia y la ineptitud (o connivencia) de que quienes deberían ponerle coto.

Así, sin el rival en la tercera bandera, no es lo mismo que antes, no hay a quien gozar (o por quien ser gozado), no hay con quién competir en ingenio. Parte de la magia se ha perdido.

Y eso se notó en La Bombonera, sobre todo en la previa, con cantos más raleados que de costumbre y un estadio que recién comenzó a entrar en clima un rato antes de su inicio. “A nadie le gusta esto. Tampoco está bueno que no podamos ir al Monumental”, afirma Manuel, tomado de la mano de sus dos hijos vestidos con uniforme “xeneize”.

Tampoco fue lo mismo para aquellos imparciales como Ximena y Jesús, dos mexicanos que estudian en Argentina y que tuvieron su bautismo de fuego en un Boca-River. “Es extraño que no haya hinchas visitantes. Sabemos que es una experiencia muy padre, por eso estamos aquí”, afirma el joven estudiante de Psicología y fana del América.

Por supuesto, que siempre hay algunos “infiltrados”, en este caso, con la banda roja sobre el corazón. Walter Quintana, empleado de Boca y tucumano, aprovecha para mandar saludos a su familia en San Miguel y confiesa por lo bajo: “Soy de River. Hoy ganamos con goles de Villalba, cuando entre en el segundo tiempo”. Le erró el pronóstico, pero sólo en la autoría. El “hit” de la jornada de la hinchada “xeneize” no fue uno, sino varios, todos destinados a recordarle al eterno rival su paso por la B. La sacudida de brazos hacia delante, al tiempo que se gritaba “buuuu” (por el fantasma del descenso), fue el más repetido, incluso después del último silbato de Pitana.

Pero quienes realmente festejaron al final fueron aquellos del banderazo del mediodía en Ñúñez, sólo que bien lejos de La Boca, justo el día en que su equipo se daba el gustazo de cortar una larga racha.

Galería 27 fotos Fotos de la agencias DYN, Telam y Reuters (Todas de uso prohibido)
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