Una huerta para el alma

Una huerta para el alma

En Yerba Buena han proliferado las huertas caseras, en los jardines, en los patios y en los balcones. Sus dueños, locos y apasionados.

TODO FRESCO. En la casa de María Elisa, las ensaladas con las que acompañan los asados llevan productos cosechados de su jardín. TODO FRESCO. En la casa de María Elisa, las ensaladas con las que acompañan los asados llevan productos cosechados de su jardín.

No están locos, aunque de a ratos lo parecen. Lo parecen cuando se entusiasman porque de su planta brotó un tomate. Cuando usan la palabra "fascinante" para referirse a un yuyo. Cuando sienten que van a llorar de emoción mientras mastican la rúcula que han arrancado con sus manos. En Yerba Buena, cada vez más personas plantan vegetales y hierbas aromáticas en los jardines de sus casas.

María Elisa Brunet es una de esas personas. Se ha puesto contenta en el momento justo en el que arrancaba de la tierra dos zanahorias. En un rato, las lavará, para quitarles la tierra que las cubre, y las troceará. Luego las mezclará con unas hojas de lechuga, que sacará del mismo lugar: la huerta de su casa.

María Elisa -contadora, 39 años y mamá de tres niños de entre 10 y siete años- ha montado en su jardín unos primorosos cajones, dentro de los cuales cosecha, además de los alimentos con los que preparará la ensalada, tomates, pimientos, cebollas, lavanda y perejil.

"Siempre quise tener una huerta, pero me faltaban las herramientas y los conocimientos. Hasta que conocí a Liberal Hostier (ya van a ver quién es), y me ayudó. Mis hijos se coparon. Cuando tenemos que cosechar, vienen con una canasta".

Liberal, el hombre del que habla María Elisa, nació y vivió en Francia. En su granja criaba animales y hacía dulces. Todo casero. Todo natural. Una vez, hace unos 15 años, salió de su comarca y llegó a Tucumán. Se enamoró, se mudó y terminó quedándose. Aquí se dedica a lo que ha mamado en su niñez: armado de huertas biodinámicas.

Publicidad

- ¿Para qué lo hacés?

- Cultivar en mi propia casa me da satisfacción. Además, a mis hijos les enseño a sembrar, a esperar y a cuidar a la planta mientras crece. También lo hago porque las huertas posibilitan que cada familia se abastezca. Basta con un pedazo de tierra para reducir las compras. Apoyo el movimiento de gente que produce de manera sana y protege a las generaciones futuras.

Publicidad

- ¿Las huertas son una moda?

- Para unos pocos, sí. Pero hay más practicantes de este estilo de vida. Se está tomando consciencia. La demanda de verdura y de carne orgánica es enorme. Muchos de mis clientes son médicos o personas con alguna enfermedad a las que les recomendaron que modifiquen su alimentación.

También Matías Kern, promotor y productor del programa ProHuerta, del INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, dice que elegir alimentos orgánicos, practicar hábitos sustentables y tratar de que nuestra producción no dañe el ambiente es una tendencia "La gran ventaja de estos alimentos es que no poseen pesticidas ni agroquímicos, y se cultivan respetando la estacionalidad y sus ciclos naturales".

Digresión: con una huerta en casa uno no deja de hacer las compras en la verdulería, aunque sí reduce esas adquisiciones. Además, las frutas y verduras orgánicas son frescas, sabrosas y nutritivas.

En la casa de Matías funciona un centro cultural donde exhibe una colección de plantas tropicales y precolombinas. Ahí crecen ejemplares nunca vistos por gente de ciudad, como estevia, guanabama, lulo o acerola.

Salud y delicadeza

Alejandra Varani es otra apasionada. Sus placeres pasan por la tierra. Por verla escurrirse entre sus dedos. A sus 47 años, ha encontrado en el cuidado de la huerta una tarea que le da satisfacción. "No puedo explicar la alegría que siento cuando siembro una semilla, sale la planta y luego da un fruto".

Alejandra opina que mantener una huerta es fácil, y que estaría bueno que más familias se sumen. "Nos hemos alejado de la naturaleza; debemos acercanos". Su huerto está situado en un balcón. Mandó a hacer unas macetas de cultivo, y puso dentro rabanito, frutillas, frambuesa, quinoto, olivo, acelga, espinaca, tomate cherry, boldo, orégano, albahaca y tomillo.

Hay muchas formas de volver a las raíces, y Cristina González tomó la vía de la agricultura. Con 58 años, siete hijos y cinco nietos comenzó a cultivar tomates, nueces, pimientos y comestibles orientales. En ese tiempo ha aprendido a remover el suelo. Y, sobre todo, a ser paciente. Porque, en la jardinería, la paciencia es lo que importa. "Cada vez que planto algo, me siento como una madre embarazada", compara.

Una propuesta diferente es la que planeó Hugo Paoletti para el bar Namasté: una huerta vertical. El comenzó a plantar verduras en su casa. Después, decidió que iba a dedicarse a ello, debido a que todo aquel que veía la suya le pedía una. Hace unos días terminó de darle forma a la huerta del local gastronómico situado cerca del cerro. "Para mí, esto es terapéutico", dice.

Con él coincide Elisa Magdalena Solís. Siempre tuvo deseos de saber cómo se sentía la tierra. Pero había estado ocupada.

Hasta el día en que se jubiló. El día en que enfermó de cáncer. Y el día en que murió uno de sus hijos. Entonces, cuando se repuso de la enfermedad, fue como si se le despejara el horizonte.

Armó una huerta, y desde entonces no ha pasado un día sin que cuide sus cultivos. "Estar cerca de la tierra me da paz".

No están locos, aunque de a ratos lo parecen. Lo parecen cuando prefieren el olor a tierra a una bandeja de supermercado. Cuando prefieren esperar, en vez de comprar.

Receta orgánica
Wok de vegetales con arroz yamaní (seis porciones)

Paula Capuano es chef, come verduras y ha escrito un libro. Se llama "Ser Vegetario" y, según ella, tiene recetas ricas y naturales. Lo ha hecho porque está convencida de que es importante alimentarse de maneras consciente y sana. "Una buena nutrición puede curar nuestro cuerpo de enfermedades, como el cáncer de colon, las alergias y los problemas de la piel, entre otras. "Elegir productos orgánicos, cosechados en un huerta en casa, es una opción para cambiar la alimentación", dice, y proporciona una receta de su autoría.

Ingredientes
Un pimiento rojo, un pimiento verde, un pimiento amarillo, 200 gramos de brotes a elección, un puerro, una cebolla de verdeo, un zuchini, una berenjena, tres cucharadas de jengibre fresco, 100 centímetros cúbicos de salsa de soja, aceite neutro, 500 gramos de arroz yamaní, sal y pimienta a gusto.

Preparación
Hacer un arroz blanco, teniendo en cuenta que la variedad yamaní tarde unos 25 minutos en cocinarse. Por otra parte, cortar todas las verduras en juliana. Mientras se cocina el arroz, llevar un wok a calentar a fuego fuerte. Una vez que esté bien caliente, agregar un poquito de aceite. Saltear las verduras, empezando por las que mayor tiempo de cocción tienen: zanahorias, berenjenas, zuchini, pimientos y puerro, en ese orden. Agregar el jengibre rallado. Cuando las verduras estén doradas, añadir la salsa de soja, de a poco, por los bordes del wok. Rectificar sazón, y agregar los brotes una vez que el wok esté retirado del fuego. Servirlo con el arroz y algunas semillas de sésamo. Es importante no salar, ya que la salsa de soja es salada; solo al final, de ser necesario, agregar un poquito de sal.

Cómo se certifican los alimentos orgánicos

 En la Argentina funcionan cuatro certificadoras de alimentos orgánicos. La certificación varía los requerimientos según el país a donde se vaya a exportar. Si los destinos son Estados Unidos o Canadá, se deben aplicar las normas NOP (National Organic Program, por sus siglas en inglés). Para el mercado argentino y la Unión Europea se aplican las exigencias del SENASA. Para ingresar los alimentos orgánicos a Japón o Suiza se deben tener en cuenta otras exigencias.

Comentarios