Y llegó el día en el que las estatuas sonrieron

Y llegó el día en el que las estatuas sonrieron

Conductores del programa radial "De cuenticos y alegretos" salieron al centro a repartir risas.

CONTAGIAN. Los chicos de Cuenticos, con una productora (al fondo). LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO CONTAGIAN. Los chicos de "Cuenticos", con una productora (al fondo). LA GACETA / FOTO DE OSCAR FERRONATO
06 Octubre 2013
El viernes, en la peatonal del centro, hasta las estatuas sonrieron. Al milagro lo lograron los pequeños conductores de "De cuenticos y alegretos", que decidieron que el mundo anda demasiado triste, demasiado violento. Y que era hora de salir por ahí a regalar sonrisas. Tarjetas con mensajes de "buena onda" y flores en mano, ocho chicos y chicas de entre tres y 11 años se lanzaron a cambiarles la cara de mufa a los tucumanos.

"En una de las producciones había salido el tema del mundo violento; y fue entonces cuando surgió la idea de salir al centro para arrancarle sonrisas a la gente", afirma Viviana Fernández de Scarso, la creadora y directora del programa que se emite por la frecuencia de Radio Universidad (94.7 Mhz) los sábados a las 16 y los domingos a las 19, y en el que los chicos se foguean en el oficio radiofónico y en la participación ciudadana.

La propuesta de salir a la calle a contagiar risas es parte de la filosofía del programa, que lleva nueve años en el aire, y que se graba los martes a las 14.30 en el tercer piso del Centro Cultural Virla (con auditorio de puertas abiertas). Organizado en bloques, "Cuenticos..." ofrece una agenda variada: lectura de cuentos tradicionales, discoteca, ecología y medio ambiente, salud y el "rinconcito de los abuelos". Antes del reparto de risas, el equipo ya realizó intervenciones de cuidado medioambiental en plazas de la ciudad.

Pero esto de las risas los ha atrapado. "Un señor me preguntó si quería una propina por la tarjeta que yo le entregaba. ¡ Y le dije que no; que la mejor propina era su sonrisa!", recrea Priscilla, de ocho años. Y Candela cuenta que hasta la estatua viviente de la peatonal resignó su hieratismo y les recibió una flor.

"Si te digo que estoy triste, ¿qué me dirías?, le pregunta la periodista a Mariana (11). Y ella responde, sin trepidar: "te diría que no te pongas triste. Que a la vida vale la pena vivirla". Joaquín (6) reconoce que por las calles se encontraron con muchas caras largas. Y que cuando les preguntaban "¿qué estás vendiendo?", y ellos respondían: "nada, sólo estamos regalando sonrisas", hasta el más parco esbozaba una. Misión cumplida.

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