06 Octubre 2013
Ana María Pomi - Agencia DPA
SAN PABLO.- Fortuna, encanto, bellas mujeres, empresas exitosas. Esas han sido las claves que pautaron hasta hace muy poco tiempo atrás, la vida del multimillonario brasileño Eike Batista, el hombre que pasó de ocupar en 2012 el séptimo lugar entre los más ricos del mundo, a enviar asesores a Nueva York, un año después, en busca de ayuda financiera para salvar a "la niña de sus ojos", la petrolera OGX que está al borde del abismo.
La debacle se hizo patente el martes, cuando la petrolera anunció que suspenderá el pago de intereses de los bonos que posee en el exterior, que vencieron ese día y rondan los U$S 45 millones. La pregunta que no quiere callar es: ¿qué sucedió durante el "año negro" del magnate de 57 años, cuyo grupo, EBX, abarca los sectores de construcción, energía, minería, industria naval y petróleo, para caer desde lo alto del apogeo -no solo económico, sino social, empresarial y sobre todo de credibilidad- a un ocaso estrepitoso al cual sobrevuela la palabra "default"?
"Él prometió más de lo que estaba seguro que podía conseguir", sintetiza la analista de la red Globo, Miriam Leitao. Según la especialista, a su entender, Batista no era "ni víctima de la crisis ni de la desaceleración económica de Brasil". Sea por la razón que sea, el ostentoso ex campeón mundial de deportes náuticos y su empresa "estrella" han probado en carne propia el "alto riesgo" y las "pocas certezas" que ofrece el petróleo. En una año, el patrimonio personal de Batista pasó de U$S 34.500 millones a U$S 6.100 millones, mientras que la petrolera suma deudas de U$S 3.600 millones.
En medio al ocaso, Batista, quien en junio fue excluido de la lista de los 100 mayores millonarios del mundo, es apuntado ahora como responsable por la caída sistemática de la Bolsa de Valores de Sao Paulo. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien descartó la posibilidad de que el Estado se haga cargo del "salvataje" del grupo "X".
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