David es un grande en el arco y el mejor compañero

David es un grande en el arco y el mejor compañero

Estas son historias de lucha, de superación, de disciplina y de esperanza. Sus protagonistas son niños que hoy también celebran su día. Comenzaron a transitar este mundo hace casi una década (o un año más) y ya la vida les ha puesto desafíos. Sonríen, sueñan y cuentan lo que les gusta hacer. Dentro de esa mágica inocencia sus testimonios son inspiradores

NO SE DA POR VENCIDO. David quiere superarse: se ejercita todos los días y le encanta ser buen alumno. LA GACETA / FOTOS DE ANALíA JARAMILLO NO SE DA POR VENCIDO. David quiere superarse: se ejercita todos los días y le encanta ser buen alumno. LA GACETA / FOTOS DE ANALíA JARAMILLO
David Flores tiene 8 años y es un tipo serio. Cuesta arrancarle una sonrisa, el único que lo logra es su hermano Andrés, de 12 años, con un par de morisquetas: se levanta la nariz y se estruja los cachetes. Es su compinche, su compañero y su guardián. Juntos van a todas partes. David usa una silla de ruedas porque cuando nació le diagnosticaron una miopatía (enfermedad de los músculos). Pero con sus limitaciones no deja de hacer lo que le gusta, incluso jugar a la pelota con sus amigos. "Yo voy al arco", dice con timidez, aunque se anima a reconocer que no es tan fácil meterle goles.

David la pelea todos los días. Va a la escuela Monseñor Blas Victorio Conrero y tres veces por semana hace su rehabilitación en el hospital Avellaneda. Es un excelente alumno, cuentan sus papás Rosa y Walter, siempre saca 9 y ya izó la bandera varias veces. Lo que más le gusta son las matemáticas y las ciencias sociales, sobre todo lo que tiene que ver con las plantas.

Es el del medio de cinco hermanos. Además de Andrés, está Walter de 15 años, Romina de 10 y Araceli, de dos. Walter, su papá, es panadero y trabaja de noche, de 21 a 6 de la mañana. Rosa se ocupa de la casa y de los chicos. Viven desde hace 10 años en una humilde vivienda cerca de Los Pocitos.

En el hospital -cuenta David- la pasa bien porque hace ejercicios y juega a los bolos. Su mamá explica que esto le sirve para que funcionen bien sus riñones.

Hoy los Flores tienen planeado pasar el día en el parque 9 de Julio. "David pidió una computadora, pero es muy caro... le vamos a regalar un camión con autitos adentro", cuenta Rosa. Además de estudiar, le gusta jugar al Street Fighter en los jueguitos que están cerca de su casa. Como las calles son de tierra y llena de pozos, hasta ahí va con su hermano.

En la escuela lo quieren mucho, tanto que lo eligieron mejor compañero. No le gusta faltar. Ni siquiera cuando llueve o hace frío. Se levanta a las cinco de la mañana y se pone a ver alguna película. Recién entra a la escuela a las dos de la tarde.

"Sus maestras siempre destacan que cuando no sabe algo le gusta preguntar", dice Rosa. Pero David ahora necesita unos anteojos para poder leer y que además lo protejan de la luz del sol porque le cuesta mucho abrir los ojos. Su mamá destaca que todo lo que le tocó vivir lo convirtió en una persona muy sensible y preocupada por los otros. Además de serio es muy responsable. Lo confirma su mamá: "si le sale algo mal de la escuela se pone triste. Le gusta ser buen alumno". Y lo es. Por eso, hoy David tiene motivos para festejar.

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