La Iglesia pesa en Cuba, pero los cambios se demoran

La Iglesia pesa en Cuba, pero los cambios se demoran

Por Enrique Andrés Pretel - agencia Reuters

01 Abril 2012
La visita del papa Benedicto XVI a Cuba marcó otro hito en los cautelosos esfuerzos de la Iglesia Católica Apostólica Romana por incrementar su papel en la isla de Gobierno comunista. El cardenal de La Habana, Jaime Ortega, la llamó "una primavera de la fe", y aunque no está claro si cambiará algo, o cómo podría hacerlo, los analistas concuerdan en que cualquier noción de "primavera cubana" en términos de cambio político sigue estando lejos.

Aún así, la visita papal parece haber cimentado la creciente influencia de la Iglesia en la sociedad y la política cubanas, un cambio potencialmente positivo en el equilibrio de fuerzas del país socialista, donde sigue siendo la institución más grande e influyente fuera del Gobierno. "La Iglesia está presionando por mayores y más profundas reformas económicas, y también por una apertura política", señaló Philip Peters, vicepresidente del Lexington Institute.

El Papa utilizó el viaje para pedirle al presidente, Raúl Castro, la restitución del festivo de Viernes Santo (lo que fue concedido ayer) y un mayor acceso a los medios de comunicación y a las escuelas y universidades. Los críticos, sobre todo los cubano-estadounidenses exiliados en Miami y algunos activistas de Derechos Humanos en Cuba, consideran las mejoras en las relaciones Iglesia-Estado como un nefasto matrimonio de conveniencia.

En sus discursos públicos en Cuba, el Papa resaltó que había necesidad de generar "auténticas libertades", esenciales para construir una sociedad "renovada y abierta". En su despedida, Castro remarcó que encontró "muchas y profundas" coincidencias con el mensaje de Benedicto XVI, cuyo viaje le dio una muy necesitada legitimidad en su búsqueda internacional de aceptación.

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