¿Sensación o realidad?

¿Sensación o realidad?

Por Lucía Cid Ferreira - Investigadora. Socióloga UNT

20 Noviembre 2011
Cuando alguien sostiene que la inseguridad no es solamente una sensación sino una realidad, está en lo cierto. Considerando los delitos urbanos comunes, la sociedad argentina de hoy tiene tasas de delitos superiores a los de las décadas de ?80 y ?90, habiendo alcanzado un pico en el año 2002; es decir, la curva ascendiente del delito fue paralela a los nefastos "ajustes estructurales" de los noventa. Además, el uso de violencia se hizo más frecuente. No obstante, es también verdad que la sensación de inseguridad no siempre tiene una relación directa con el delito. Se ha visto que en algunos lugares o para ciertas categorías sociales esta sensación puede ser alta mientras el nivel victimización es bajo. Es que en la sensación de inseguridad pueden influir otros factores, en especial los medios de comunicación y la desconfianza que generan las agencias del Estado (policía, sistema judicial y sistema político), dada la percepción de corrupción o de que no están volcadas a las reales necesidades de las personas. También se observa -contrariamente al sentido común- que la sensación de inseguridad es casi siempre más alta en las zonas pobres, aun cuando sus niveles de victimización sean bajos, y esto se debe a que está asociada a un alto nivel de inseguridad existencial, precariedad e incertidumbre.

Se suele decir que el aumento del delito provoca aislamiento social y un abandono de los espacios públicos y que esto favorece a su vez a los robos. Sin embargo, aunque el abandono del espacio público provoque mayor inseguridad en un lugar, la evolución general de los robos no parece depender especialmente del abandono o no de los espacios públicos. La presencia de la policía puede brindar una mayor sensación de seguridad, pero no existen evidencias de que la policía por sí misma prevenga el delito. Según estudios realizados en países avanzados, los delitos evolucionan independientemente de las acciones de la policía o de la justicia. Aunque el sentido común reclame más policías y penas más duras, los factores fundamentales que explican el aumento de los delitos están fuera del alcance de la policía y de la justicia penal. La inseguridad y la violencia en Argentina corresponden a una sociedad que supo establecer altísimos niveles de desigualdad y falta de oportunidades reales, dignas, de satisfacción, de necesidades y aspiraciones. No obstante, otro problema importante es el de la corrupción y el delito instalados en las mismas instituciones del Estado (policía, justicia y política), que llegan a tejer relaciones con la delincuencia común produciendo más inseguridad. En este aspecto, la sociedad civil debería articular nuevas formas democráticas de control sobre aquellas instituciones que de alguna manera tengan que ver con su in/seguridad.

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