Juguemos a leer

Juguemos a leer

El niño debe encontrar en los libros una fuente de conocimiento y enriquecimiento, tanto intelectualcomo espiritual; y a los padres les corresponde crear el hábito de la lectura a través del juego.

21 Agosto 2011
Por Mónica Cazón

En un mundo plagado de imágenes concretas y no siempre agradables, de bombardeos mediáticos y de lecturas facilistas, los libros son el escape a otros mundos o modelos interculturales; eficaces instrumentos para crear conciencia, desarrollar la creatividad, estimular el pensamiento y  establecer un vínculo indisociable con el conocimiento.
Quien piensa que el lector infantil es el más simple se equivoca; el lector infantil es exquisito, selecto y único. Divertir, motivar a los niños a que se acerquen a los libros y que encuentren en ellos un aliado, es el principal objetivo que debe considerarse. Para ello apelar a la narración oral, a los juegos, y a la música desde la más temprana edad, es lo adecuado.  María Elena Walsh, considerada mito, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias, es la maestra por excelencia en este intrincado quehacer.
El niño debe encontrar en los libros una fuente de conocimiento y enriquecimiento, tanto intelectual como espiritual; y a los padres les corresponde crear el hábito de la lectura a través del juego. Fomentar el disfrute de la lectura en los pequeños no puede cuestionarse, junto al claro objetivo de que los textos sean sus aliados. No cabe duda que en los tiempos que corren, esta tarea (de padres, primero; y luego, de docentes) suena a utopía. Sin embargo, en el momento de relacionarse con los niños se puede incorporar el hábito; y, a medida que ese hábito se afiance, terminará estableciéndose un diálogo de complicidad y apertura que perdurará por generaciones. Respetar los tiempos y gustos de los pequeños es alentador, porque de esta manera se logrará que ellos mismos sean protagonistas de sus elecciones.
Dice la doctora Rebecca Novick (investigadora de los Laboratorios Educativos Regionales del Noroeste, especialista en educación infantil): "Los libros cortos y familiares tienen mucho atractivo para los niños. El ritmo y la repetición de los poemas para infantes, hacen que los niños sientan como si las palabras y los sonidos fueran sus amigos. Conforme leen una y otra vez sus libros favoritos, se desarrolla otro paso importante, el de juntar el sonido de la palabra con la palabra escrita. Los ritmos y los sonidos que los niños gozan llevan consigo un valor mayor de alegría: les ayudan a construir su sensibilidad hacia los fonemas, un conocimiento crítico en el aprendizaje de la lectura."
Es importante destacar que desde la primera infancia el niño debería conocer las adaptaciones apropiadas para su edad de algunos clásicos como Las Mil y Una Noches, Martín Fierro y Don Quijote de la Mancha.
La literatura infantil de hoy en día goza de muy buena salud; existen excelentes autores en nuestro país (Graciela Montes, María Teresa Andruetto, Fernando Sorrentino, Luis María Pescetti, entre otros) que se unen a los grandes nombres universales.
Dentro de la producción local es invalorable la labor de Liliana Bliman, Bernardo Vides Almonacid, Roberto Espinosa y de la doctora Honoria Zelaya de Nader, quien desde hace décadas se dedica a la producción, investigación y difusión de la literatura infantil, además de dirigir la Escuela para Padres Animadores de la Lectura.      
© LA GACETA

Mónica Cazón - Autora de libros para niños y
para adolescentes.

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