Sabina invitó a la fiesta, y los tucumanos gozaron como nunca

Sabina invitó a la fiesta, y los tucumanos gozaron como nunca

Durante dos horas y media el español cantó sus éxitos y emocionó a una multitud fervorosa.

PROVOCADOR. Sabina mostró sus dotes histriónicas. La multitud quedó maravillada con sus canciones, con su poesía y con su buena onda. LA GACETA / FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO PROVOCADOR. Sabina mostró sus dotes histriónicas. La multitud quedó maravillada con sus canciones, con su poesía y con su buena onda. LA GACETA / FOTOS DE INES QUINTEROS ORIO
18 Marzo 2011
Joaquín Sabina hizo causa común con los tucumanos durante un viaje de excesos, amores oscuros, traiciones y revoluciones; episodios que dejaron huella en cada uno de los asistentes al Monumental en algún momento de sus vidas. Con una banda de lujo al costado (no atrás, porque él es "el chico que les arruina las canciones a los demás", explicó) y una puesta en escena sublime aunque austera, con telones negros y una impactante performance lumínica, el español se metió a todos en el bolsillo desde el inicio del show. Y allí se quedó la multitud, durante dos horas y media.

Fueron 26 las canciones que abarcaron el recorrido, con el acento puesto en los clásicos de siempre ("Medias negras", "19 días y 500 noches" o "La del pirata cojo"), y también en las nuevas composiciones del disco "Vinagre y rosas".

El recital fue sumamente emotivo, con algunos picos destacables. Uno se produjo cuando le dedicó "Violetas para violeta" a Mercedes Sosa (la grabó con ella en "Cantora"), y sin detenerse siguió con un pedacito de "Luna tucumana" -fuera de la lista-.

En la mesita, estratégicamente ubicada, siempre se mantuvo llena la copa de champagne. Sabina, con su típico bombín, frac de cola sobre una remera negra y pantalón rojo, bailó y coqueteó sin pausa. Sobre todo con Marita Barros, la sensual y provocativa cantante andaluza con la jugueteó en escena sin pudor.

"¡Hola Argentina! ¡Hola Tucumán! Pisar suelo argentino, cruzar el mar, todavía no se parece a una rutina, y poner los pies por primera vez en un escenario de Tucumán es muy emocionante... Aunque hayamos pasado 48 putas horas esperando", advirtió.

La lluvia que provocó la suspensión del recital el miércoles fue anoche sólo un mal recuerdo que se disipó demasiado rápido. Las estrellas y la luna, con algunas nubes yendo y viniendo, se cruzaron en el Auditorio Monumental con lágrimas de mujeres (de todas las edades y con voces encendidas).

Fue el inicio del tramo argentino de la gira "El penúltimo tren", y empezó con alegría y satisfacciones para todos. Dos bises -seis canciones en poco más de media hora- cerraron la mágica noche con "Pastillas para no soñar", y la promesa de que el convoy regresará a esta estación alguna vez.

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