El G-20 debate con gruesas diferencias de fondo

Hoy se inicia la cumbre de presidentes, tras una áspera discusión entre funcionarios sobre cómo nivelar el crecimiento internacional. Representantes de los países trabajaban contrarreloj para elaborar un documento que firmarán mañana los jefes de Estado. Guerra de divisas, superávits y déficits.

EN ASIA. Cristina llegó ayer al aeropuerto de Corea del Sur para participar de la cumbre, en su primera visita al exterior tras la muerte de su esposo. EFE EN ASIA. Cristina llegó ayer al aeropuerto de Corea del Sur para participar de la cumbre, en su primera visita al exterior tras la muerte de su esposo. EFE
11 Noviembre 2010
SEÚL.- Los jefes de Estado de los países que integran el Grupo de los 20 (G-20) comenzarán hoy un duro debate respecto de cómo harán para administrar la crisis y para fijar un patrón monetario de cambio global.

Los negociadores de las naciones del G-20 trabajaban contrarreloj para consensuar el comunicado final que suscribirán los mandatarios mañana y que debe permitir que los países modifiquen sus políticas cambiarias para reducir la brecha que separa a los países ricos de los emergentes. Los que integran este último grupo poseen economías que experimentan crecimientos notables, mientras los industrializados no consiguen salir con claridad de la crisis. "El debate es tan acalorado -dijo a la prensa el portavoz de la cumbre, Kim Yoon-Kyung-, que cuando ayer entré en la habitación donde estaban reunidos, tuve que dejar la puerta abierta para que se enfriara el ambiente".

"Era una sala pequeña, y había como 50 o 60 personas; todos estaban acalorados y alguno, incluso, alzaba la voz", acotó el vocero. "Cada país tiene su posición, y de momento no quieren ceder", finalizó.

La falta de acuerdo sobre cuestiones como la devaluación de las divisas (algunos países lo hacen para ganar competitividad respecto de otros), la expansión monetaria de Estados Unidos o la brecha que existe entre los superávit de los emergentes y los déficit de los avanzados obliga a dejar espacios en blanco en el borrador del comunicado final.

Esta situación es nueva para el G-20, que se vio catapultado a la fama en 2008 gracias a su capacidad de sumar las voluntades para frenar la crisis con el lanzamiento de planes de estímulo para las naciones en crisis.

Estados Unidos se queja de que sus empresas no pueden aumentar sus exportaciones, y por lo tanto contratar más trabajadores, debido a la competencia de China, que mantiene artificialmente baja la cotización de su moneda para ser más competitiva y mejorar sus exportaciones. China, a su vez, acusa a Estados Unidos de ser poco coherente al anunciar que va a inundar la economía con U$S 600.000 millones, lo que provoca en realidad una devaluación del billete verde.

Las críticas a Estados Unidos son generalizadas, una situación paradójica para una potencia acostumbrada a adoptar el papel de sheriff económico internacional. Aun así, el país del norte de América insiste en que China debe aumentar su demanda interna y, por ende, las importaciones. Antes de llegar a Seúl, el presidente norteamericano, Barack Obama, dijo que hay países que registran grandes superávits y que intervienen de manera significativa en los mercados de divisas para mantener su ventaja competitiva. Justo ayer, China dio a conocer los últimos datos de su superávit comercial que, lejos de reducirse, subió en octubre a U$S 27.150 millones.

En medio del debate entre China y EEUU, el presidente chino, Hu Jintao, recomendó ayer que el G-20 envíe a los mercados un mensaje positivo de unidad ante los retos que afronta el mundo.

Obama defendió la decisión de la FED de la semana pasada de comprar bonos del tesoro de Estados Unidos por U$S 600.000 millones y afirmó que la recuperación del mundo depende de la solidez de la economía de su país. A la vez, exhortó a sus colegas a dejar de lado las diferencias y a hacer su parte para estimular el crecimiento.

Los líderes del G-20, sin embargo, guardan grandes esperanzas en que esta reunión, la quinta desde que estalló la crisis financiera en 2008, pueda marcar el fin de la debacle y el inicio de una nueva era de cooperación global. (EFE-Reuters-DPA-AFP-NA)

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