Caminaba 20 kilómetros por día para vender trajes a medida

Caminaba 20 kilómetros por día para vender trajes a medida

Recuerdos de Salomón Rojkés. Tareas con León Alperovich, en su niñez.

ENTUSIASTA BAILARIN. Según su esposa, don Salomón bailaba varios rItmos. LA GACETA / ANTONIO FERRONI ENTUSIASTA BAILARIN. Según su esposa, don Salomón bailaba varios rItmos. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
17 Octubre 2010
Está apoltronado en una confortable silla de su tienda ubicada en El Bajo (24 de Septiembre 154), zona donde históricamente se establecieron varios inmigrantes judíos que se dedicaron al comercio. A su lado, su "buena esposa, madre y compañera; un milagro de Dios", como dice sin ocultar su emoción, lo escucha atentamente y hace algunas acotaciones cuando Salomón Rojkés (94 años) responde a las preguntas de LA GACETA.
Afuera, el bullicio de presurosos clientes envuelve las compras por el Día de la Madre. "A Tucumán llegué solo desde Moisés Ville, Santa Fe, y casi igual que como cuando vine al mundo", dijo. Fue el 16 de diciembre de 1947, cuando tenía 32 años de edad. Atrás quedaron sus años de niñez y adolescencia en la villa de Moisés, donde compartió momentos con el padre del gobernador José Alperovich. "Con León Alperovich salíamos al campo y vendíamos pescados, entre otras cosas, cuando teníamos 10 años", recuerda. Sus padres habían llegado desde Europa, a la promisoria tierra argentina, para "hacer la América".
"Yo sabía de tomar medidas para hacer trajes como usted debe saber de medicina. Sin embargo, con audacia y tozudez conseguí que el dueño de una tienda me diera las muestras y así salí a vender trajes a medida. Caminaba 20 kilómetros por día. Sobre todo iba al interior: Taco Ralo, La Madrid, Graneros, San Pedro de Guasayán, el departamento Leales, los talleres de Tafí Viejo. Y a veces llegaba hasta Frías, en Santiago del Estero", detalla. Luego dejó su tarea trashumante y se estableció con una tienda en 24 de Septiembre 319, acota su esposa Luisa Werblud (81). Don Salomón fue vicepresidente de la Cooperativa de Crédito Popular del Norte. "Estábamos al servicio del comercio y del público en general, con créditos ventajosos", indicó. Pero no todo era trabajo: había un tiempo para la diversión. Doña Luisa acota que "era un gran bailarín: tango, foxtrot, valses, rancheras, bailaba de todo. Y cuando yo me cansaba, seguía con algunas de mis hijas". Además, recuerdan con nostalgia la Confitería del Lago, en el parque 9 de Julio, y los cines. 
Feliz por sus hijos, nietos y bisnietos (entre los primeros están Beatriz, esposa del gobernador y senadora nacional, y Silvia de Temkin, ministra de Educación), dice: "seguiré trabajando lo que resta de mi vida; seguro que me aburriré si me quedo en la casa".
Por su parte, Moisés Steimberg, de 81 años, dice que sus padres (Samuel Steimberg, de Polonia, y Mina Diker, del Imperio Austro-Húngaro) llegaron a Tucumán en la década del 20. Desde muy chico comenzó a trabajar con su padre, quien salía al campo "a vender verduras y después tuvo un puestos en el Mercado de Abasto". Samuel puso luego una marroquinería, en Muñecas primera cuadra, donde se reparaban valijas, bolsos y carteras. "Allí nací yo. Después nos mudamos a 9 de Julio 61, donde estaba la vivienda y el negocio. Entré a la universidad, estudié unos años ingeniería y después dejé para ayudarle a mi padre que amplió el local", contó. Entre las diversiones, recuerda los espectáculos en una confitería del parque 9 de Julio y las fiestas religiosas en la casa de sus tíos Diker. También, los "asaltos" (bailes en casas de familia) y la actividad deportiva en Unidad Sionista. Dijo que nunca tuvo problemas de integración en la escuela, que se adaptó a las costumbres argentinas y también a las comidas tradicionales como el locro, las empanadas y el asado.

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