El microbasural, un nuevo invento del descuido

El microbasural, un nuevo invento del descuido

Apenas se juntan unos cuantos escombros cerca de una nueva construcción, los vecinos empiezan a amontonar todo tipo de desperdicio. La municipalidad de Capital tiene detectados 120 sitios cubiertos de lo que llaman "basura crónica". Los vecinos dicen que a menos de una cuadra siempre hay residuos.

JUNTO A LA CALLE. Bolsas y yuyos se acumulan en Castro Barros y Belgrano. JUNTO A LA CALLE. Bolsas y yuyos se acumulan en Castro Barros y Belgrano.
18 Septiembre 2010
"La ciudad más limpia no es aquella que más se barre, sino aquella que menos se ensucia". La frase le retumbó a Claribel Villagra durante toda su infancia. Se la repetía su madre en los tiempos en que su vecindario, en barrio Sur, tenía otro aspecto. Los residentes cuidaban mucho el aspecto de la zona y les causaba vergüenza si aparecía un montículo de basura en cualquier esquina. Pasaron más de 20 años y Claribel, ama de casa y madre de tres pequeños, reniega porque el olor a podrido se adueñó de sus narices y las moscas andan rondando por la cocina. El microbasural que se forma cada día en Libertad y Lavalle ha transformado su vida, y la de muchos vecinos, en un verdadero padecimiento.

Se trata de uno de los 120 sitios con "basura crónica" que tiene la capital. La Municipalidad ha incrementado los controles y las multas y logró disminuir la cantidad de vaciaderos clandestinos. Sin embargo, el boom de la construcción trajo otros problemas aparejados: la falta de un lugar específico para arrojar los escombros ha hecho que estos se acumulen en cualquier esquina. Y cuando alguien ve un rincón descuidado no duda en sumarle cualquier tipo de desperdicios encima.

Además del mal olor y la degradación estética, la acumulación de basura tiene otros efectos concretos: es un peligro para la salud de quienes viven cerca y también los residuos sueltos tapan las alcantarillas y luego generan inundaciones o desbordes cloacales.

Un sondeo confirma todo
No es todo. La basura se ha convertido en la mayor preocupación que tienen los vecinos de la ciudad, de acuerdo a los sondeos que realiza en forma permanente la Municipalidad capitalina entre los habitantes. Solucionados sus problemas de pavimentación, accesibilidad e iluminación, los ciudadanos ahora se muestran inquietos por los desperdicios que los rodean, destacó el secretario de Gobierno municipal, Marcos Díaz.

Los funcionarios saben perfectamente que no se trata sólo de mandar más camiones e inspectores a las calles para disminuir la basura callejera. En este problema mucho tiene que ver la cuestión cultural. Por eso desarrollaron programas de concientización en las escuelas. Pero admiten que los resultados se verán dentro de dos generaciones.

Un modo de vida
Cerca del mediodía, Juan Carlos llega con su carro tracción a sangre a una esquina del barrio El Parque, a pocos metros de la autopista. Descarga ramas, escombros y montículos de césped en una especie de vaciadero clandestino que se ha formado hace ya varios años. "Uno vive de esto. Retiro la basura que no se lleva el camión y la traigo aquí. Es cierto que otra gente aprovecha y tira cualquier cosa", reconoció el recolector informal mientras escarbaba entre la montaña de residuos. Encuentra una pistola de juguete un poco rota. "Lo mismo me servirá para que se entretenga mi hijo", balbucea.

Diez metros de largo
"Siempre es igual. La gente saca la basura fuera de hora y en lugar de dejarla en su vereda la tira ahí", reclamó Rosario Solanas. "Los problemas se agravan en verano. El olor es insoportable", se quejó Elba Díaz. Ella vive justo enfrente del basural, que ya tiene más de 10 metros de largo y ocupa una buena parte de la calzada. "Es increíble que todos los días pase el camión recolector y siempre haya gente tirando residuos. Es una asquerosidad: hay desperdicios de carnicerías hasta pañales sucios. Estamos llenos de moscas. Ya hicimos varias denuncias en la Municipalidad. Vienen, limpian el predio y al poco tiempo ya está otra vez lleno de desechos", indicó.

Un metro de altura
Alicia Bolea, que vive a pocos metros de campo norte, señaló que en la zona las montañas de bolsas de basura a veces superan el metro de altura. El panorama es similar en toda la costanera del Río Salí.

A muchos vecinos ya no parece sorprenderles la existencia de basura amontonada en cualquier esquina. En un sondeo de LA GACETA.com, la mayoría de los que votaron (el 41,5 %) reconoció tener un microbasural a menos de una cuadra de su casa. Otro grupo no menos importante (el 22 %) dijo vivir a menos de tres cuadras de un vaciadero clandestino.

En la Dirección de Urbanidad e Higiene municipal no miran para otro lado. Por día, dos patrullas equipadas con camiones levantan hasta 10 microbasurales. En muchos casos, a horas de recoger desperdicios comienzan a amontonarse nuevos desechos, detalló el titular de la repartición, el ingeniero Marcelo Alonso. "Tenemos muchos problemas con los escombros, aunque esto es lo más fácil de sancionar. En el caso de los vaciaderos clandestinos, necesitamos el apoyo de la Policía, que es la facultada para actuar en estas situaciones. Sin embargo, muy pocas veces lo hacen", resaltó el funcionario municipal.

La mejor forma de combatir los basurales es construir algo en el sitio descuidado: puede ser una parada de ómnibus, un cantero o una gruta. Esta fórmula siempre es efectiva. Y los vecinos empiezan a creer en los milagros.

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