Las buenas costumbres no incluyen a los basurales

Las buenas costumbres no incluyen a los basurales

Apenas bastan unos cuantos escombros para que se empiecen a amontonar residuos. Los recipientes que se colocaron en el centro no evitan que el transeúnte arroje papeles.

18 Septiembre 2010
Sólo hace falta que se vea un poco de basura en el piso. Esa es la señal para que -consciente o inconscientemente- el vecino decida que ese es el lugar preciso para ir amontonando los residuos. Es un problema cultural ante el cual las autoridades del municipio se rinden. La claudicación no se da al primer intento sino después de implementar distintos planes para eliminar los basurales. Pero son estériles ante una costumbre que no consigue erradicar.

Las autoridades del municipio de capital confirmaron que las cuestiones referidas a la basura son el principal problema que reconocen los vecinos. Dándoles razón a estos guarismos, LAGACETA.com hizo un relevamiento y allí la mayoría votó reconociendo que por lo menos a una cuadra de su hogar hay un basural.

El responsable de la dirección de Urbanidad e Higiene, Marcelo Alonso, admite que los escombros son los que le dan más problemas, pero son los más fáciles de sancionar. "En cambio -advierte el funcionario- los vaciaderos clandestinos son una complicación y para ello necesitamos la ayuda de la Policía, que no siempre tiene posibilidades de colaborar con nuestra repartición".

Aunque hay más cestos, siguen tirando
En el municipio se detectaron 25 sitios de lo que se denomina basura crónica, que se genera por el gran movimiento comercial y de público en general. En el centro y en el microcentro había 250 cestos y recientemente se agregaron 600. Sin embargo se sigue tirando papeles en la calle, de modo impresionante.

En los barrios los vecinos reconocen que hay falta de conducta y dicen que la única forma de frenar los basurales es poniendo una gruta.

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