Una visita, todo un mensaje

Una visita, todo un mensaje

Análisis. Por Hugo E. Grimaldi - columnista de DYN.

27 Mayo 2009
BUENOS AIRES.- ¿Por qué Néstor Kirchner ha decidido mostrarse en campaña, con medio gabinete a su lado, en una fábrica que ha pasado a ser de administración estatal, que maneja el ultraestatista Guillermo Moreno?¿Simple casualidad o respuesta por elevación a las presiones empresarias por el manotazo chavista a tres empresas del grupo Techint? En este contexto, su apelación a "defender el modelo" en medio de tropa propia, ¿podría considerarse ingenua?
En la política no hay casualidades y en el universo de lealtades y enemigos entre los que suele surfear el ex presidente tampoco. Ni mucho menos cuando todo el espectro de industriales, comerciantes y banqueros han salido en tropel a mojarle la oreja al ex presidente, después de muchos años de disciplinada sumisión. En Olivos creen que, con la excusa de pedir acción gubernamental a raíz del caso Techint en Venezuela, los llamativamente parecidos comunicados empresarios del viernes quisieron decirle al kirchnerismo que "algo así, no va a pasar en la Argentina", una forma de marcarle la cancha a partir del 29 de junio y mostrarle su eventual debilidad.
Los empresarios temen que si Kirchner gana, aunque sea por un voto, su populismo se desborde en manifestaciones de permanente ofensiva estatista. Y que, si pierde, su modo de retomar protagonismo sea a partir de una ofensiva similar, aunque con el propósito de negociar con el establishment.
En esta línea, tampoco parece improvisada la frase de Kirchner sobre las imposibilidades que había durante 2001, cuando él no estaba, para salvar a la empresa. Por defecto, el "ojo que ahora sí podemos hacerlo" no deja de ser un mensaje de retribución de atenciones destinado a todos aquellos que creen que el núcleo duro del kirchnerismo está a punto de la rendición. La Papelera Massuh, que ahora tomó el nombre de Papelera Quilmes (emplea a 600 obreros), debe más de $ 250 millones y tiene nueva conducción mixta. Debido a su vetusta tecnología, la papelera había sido acusada, inclusive por quien hoy es su socio, la comuna quilmeña, de polucionar el aire y el agua del arroyo Las Piedras. Sin embargo, de eso no se habla y menos ahora que Moreno y sus muchachos prometieron ponerla a funcionar con "eficiencia", un concepto que llama la atención sólo porque es demasiado neoliberal para sus gustos.

Comentarios