
COMO HACE DOS AÑOS. En los comicios presidenciales y legislativos de 2007, muchos candidatos se identificaron ante la sociedad con apodos. LA GACETA/ANTONIO FERRONI

Apodos sí; caras no. Este es el criterio que se empleó en los comicios nacionales de octubre de 2007 para definir qué identificación podían usar los candidatos en las boletas electorales. La decisión implicó un cambio de reglas respecto de oportunidades anteriores, cuando se admitió que las fotografías de los postulantes ilustrasen las papeletas en los cuartos oscuros.
Lo dispuesto hace dos años regirá nuevamente para la compulsa del 28 de junio. Es una interpretación estricta del artículo 62, inciso 2, del Código Electoral Nacional, que estipula que en los votos, aparte de los nombres de los candidatos, sólo debe figurar "la sigla, monograma, logotipo, escudo, símbolo o emblema y número de identificación del partido".
La interpretación de la palabra símbolo ha sido amplia por parte de la Cámara Nacional Electoral (CNE). Así, admitió que se incluya entre las imágenes identificatorias de las expresiones políticas los rostros de sus fundadores o principales referentes fallecidos, como el caso de Juan Domingo Perón o Eva Duarte de Perón para el Partido Justicialista.
El reciente deceso del ex presidente Raúl Alfonsín abre un debate en esta materia. Para que su imagen aparezca en los votos en junio, la Unión Cívica Radical (UCR) debería solicitar su registración como líder partidario ante la jueza nacional electoral Romilda Servini de Cubría, algo que aún no realizó. De dar este paso, se consultaría a los otros partidos políticos antes de conceder o rechazar lo pedido.
En cambio, no habría espacio para conseguir que las fotos de los candidatos o de los presidentes partidarios actuales estén impresas, a partir de un fallo plenario de la Cámara Nacional Electoral , que es obligatorio para los tribunales inferiores. La última vez en una compulsa nacional en que hubo imágenes de postulantes fue en 2005, cuando muchos candidatos optaron por mostrarse, como la oficialista Beatriz Rojkés de Alperovich y los opositores Osvaldo Cirnigliaro, Pablo Walter, Rodolfo Danesi o Gumersindo Parajón.
Explicaciones
"Se permiten los apodos, sobrenombres u otros nombres en la medida en que los dirigentes sean conocidos de esa forma por la gente, con el objetivo de evitar confusiones y para que el elector vote a certeza", señaló el secretario electoral nacional, Rogelio Rodríguez del Busto.
Por este motivo, como ya ocurrió en otros comicios, Betty de Alperovich reemplazaría a Beatriz Rojkés. Pero no es el único ejemplo; "Renzo" Cirnigliaro, "Momy" Pinchetti de Sierra Morales o "Lita" Alberstein figuraron en votos de años anteriores y, de ser candidatos, lo repetirían ahora. Los modelos de los votos deben ser presentados a la Junta Electoral Nacional treinta días antes de la elección, para que sean legalizados y queden resguardados desde ese momento para comparaciones en caso de duda. Las boletas deben tener idénticas dimensiones para todas las agrupaciones y ser de papel de diario común.
Para diferenciar a los candidatos de una misma boleta, la norma nacional admite que se use distinta tipografía y que sea de distinto tamaño, sin distinguir de que los cambios se registren entre el nombre o el apellido de cada postulante (es indistinto). La ley dispone que todos los nombres puedan ser leídos en tinta negra, pero no impone un volumen mínimo de letra (sólo se estipulan cinco milímetros cuando se refiere a la determinación de la categoría de cargos) ni prohíbe el uso de colores en la papeleta.







