

Nadie sabe exactamente cuántas computadoras hay en Tucumán, pero se estima que los usuarios son casi un millón. Cualquiera de ellos, en su propia casa, en la de sus compañeros o en el ciber, tiene oportunidad de entablar relaciones con amigos virtuales. El real peligro es que esas vinculaciones abstractas pueden beneficiar a delincuentes concretos. Una frase es suficiente para que el depravado tome el control y tal vez, como en el caso de la adolescente con la que se inició la investigación esta semana, la noticia le llegará muy tarde a la familia. En esta época, sobre todo entre adolescentes, el intercambio de información es rapidísimo. Eso beneficia al pervertido que aprovecha la confusión para atacar. Cuando lo que está en juego es la seguridad de los hijos, todas las medidas de resguardo son pocas. El principal escudo protector de los chicos siempre serán sus padres.





