El adiós popular a un estadista

El adiós popular a un estadista

La gente honró a Alfonsín porque privilegió su honradez, su sinceridad y su apego a la democracia. Por Carlos Abrehu - Secretario General de Redacción.

02 Abril 2009
A Raúl Alfonsín lo despidieron miles de argentinos que acudieron espontáneamente para rendirle homenaje. En medio de la crisis económica y del desencanto con el establishment político, la trayectoria del ex presidente se agigantó y entró por derecho propio a la galería de los grandes constructores de la República.

Hombre de partido, no claudicó en su apoyo a los candidatos radicales, aún en los momentos de mayor impopularidad de la histórica sigla de la UCR. Le puso el hombro al sostenimiento de las instituciones en las caóticas jornadas de diciembre de 2001 y siguió luchando por lo que creía más saludable para la sociedad.

En esa empresa titánica sobresalió la inclaudicable defensa de la Constitución, cuyo credo laico recitó con fuerza durante su dilatada trayectoria pública. Los argentinos homenajearon a Alfonsín, porque privilegiaron su honradez personal, su sinceridad y su tenaz apego a la democracia como régimen político. La imagen paternal y doliente del ex presidente sepultó los aspectos más discutibles de su gobierno. La política perdió a uno de sus apóstoles. LA GACETA ©

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