Extravagancias y arengas políticas marcaron las galas

Además del impulso publicitario de las películas y de las personalidades que compiten, la entrega de los Oscar representa un espectáculo en sí mismo. Mantener la atención de millones de espectadores es el desafío que durante algunas horas tendrá en vilo a la industria del cine.

UN GESTO APASIONADO. En 2003, Adrien Brody recibió el Oscar de manos de Halle Berry, y lo agradeció con un beso inolvidable.  UN GESTO APASIONADO. En 2003, Adrien Brody recibió el Oscar de manos de Halle Berry, y lo agradeció con un beso inolvidable.
22 Febrero 2009
LOS ANGELES.- Si bien los Oscar pretenden galardonar lo mejor del cine -mayoritariamente hecho en y para Estados Unidos-, su gala vendida al mundo entero es un espectáculo de moda, discursos dramáticos y premios sorpresa, llena de anécdotas curiosas.
Entregado por primera vez en 1929, el tiempo y una dosis de sollozos, discursos tediosos, arengas de militancia política y besos de película convirtieron a este premio en una fiesta del cine estadounidense, vista por cientos de millones de telespectadores cada año.
"Sean breves, personales y sinceros. Tienen 45 segundos para su discurso de agradecimiento", recordó el presidente de la Academia de la Artes y Ciencias Cinematográficas, Sid Ganis, durante el almuerzo que a principios de febrero reunió a los nominados.
Pese a la advertencia siempre hay quien se sale del programa. Varios convirtieron sus agradecimientos en discursos políticos, como en 2003, cuando el documentalista Michael Moore, ganador del Oscar a mejor documental, tuvo que abandonar la tarima -en una premiación realizada tres días después de la invasión de Irak- ante el abucheo de la audiencia tras decir: "¡Qué vergüenza señor Bush!".
Por otra parte, en 1985 la actriz Sally Field subió atónita a la tarima a recibir su segundo Oscar y dio un discurso que fue durante años blanco de parodias. "Esta vez, yo lo siento, yo lo sé, yo lo siento, ustedes me aman, ahora, ustedes me aman", dijo en tono de profeta.
En 2007 la presentadora Ellen DeGeneres suplicó a los nominados síntesis, honestidad y creatividad en los agradecimientos pero luego sentenció: "bueno, está bien, no se estresen por eso, porque quizás ni ganen".
En 2001 la Academia llegó a anunciar que premiaría con un televisor al discurso más corto, pero Julia Roberts se burló de ello cuando ganó. "¡Qué diablos! Yo ya tengo tele, y como no sé si voy a volver a estar aquí en toda mi vida, me voy a tomar el tiempo que necesite para agradecer el premio", dijo.
Ese mismo año la cantante Björk estuvo nominada al Oscar a mejor canción original por "Bailando en la oscuridad", y asistió con un vestido en forma de cisne. En su desfile por la alfombra roja se lo levantó y "puso" un huevo.
Un año después, Halle Berry pasó a la historia por ser la primera actriz negra en recibir un Oscar, y por protagonizar el llanto más dramático en un discurso de premiación. Durante un agradecimiento de más de dos minutos Berry saludó hasta a su abogado. En 2003 ella le entregó el Oscar a mejor actor a un emocionado Adrien Brody, cuya reacción fue besarla con pasión.
Una mujer llamada Sacheen Littlefeather, en 1973, subió al podio en nombre de Marlon Brando para rechazar el Oscar a mejor actor por su papel en "El padrino".
En 1977, Vanessa Redgrave sacudió corazones al agradecer su Oscar a mejor actriz por su papel de la revolucionaria "Julia". "Rindo tributo porque no se dejaron intimidar ante las amenazas de un grupo de sionistas matones, cuyo comportamiento es un insulto a la verdadera talla de los judíos de todo el mundo", dijo la actriz, que había defendido la causa palestina.
En 1999, cuando Elia Kazan -que delató a compañeros comunistas durante la "caza de brujas" del senador Joseph McCarthy en los 50- recibió el Oscar honorífico, decenas de estrellas se negaron a aplaudirlo en señal de protesta.
En 1999, el italiano Roberto Benigni saltó por encima de las butacas cuando anunciaron su nombre como ganador por "La vida es bella". (AFP-NA)

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