Se lleva el personaje como un traje, dice Teresita Terraf

Se lleva el personaje como un traje, dice Teresita Terraf

18 Enero 2009

"Depende. Depende con quién me tengo que encontrar", comienza Teresita Terraf (foto), explicándole a La GACETA el proceso por el cual se mete en sus personajes, proceso que, según la actriz, no existe como una receta a seguir. "Depende del personaje. Son caminos distintos, según lo que te dispara cada personaje. Me acuerdo una vez, en la obra ?Las siestas del verano?, de Leonardo Golobof, que no me podía meter en el papel. Leía y releía el texto, y nada. Un día amanecí, no sé si lo soñé, y dije que el personaje debía ser una persona del interior. Por eso, lo primero que me salió del personaje fue la tonada. Se la mostré a Goloboff, y le gustó. Y bueno de ahí siguió la construcción", comenta.
 Aunque la actriz, que también es profesora de teatro, reconoce la importancia de las técnicas, también advierte sobre el modo de utilizarlas. "Existen métodos, pero no son recetas a seguir. Todo lo que uno ha aprendido esta instalado en algún lugar nuestro; son herramientas que tenés que saber utilizar, los caminos para realizar estos abordajes no son siempre los mismos. Tenés que construir un personaje que no sos vos, que le pertenece al autor de la obra, pero a la vez, el personaje se tiene que resignificar con vos, con tu cuerpo, con tu voz. Uno lo lleva puesto al personaje como un traje, es uno con vos. El público tiene que creer esa construcción, pero primero la tenés que creer vos", señala. Cuando La GACETA le preguntó si le resultaba dificultoso desprenderse de sus papeles, Terraf fue bastante concisa: "en absoluto. Es raro que te quedés comprometida con el personaje. El actor llora, llorás vos, pero desde la motivación de lo artístico. Yo disfruto hacer cada personaje; siempre hay algo en mí desde dónde trabajarlo, para entenderlo sin juzgarlo. Me acuerdo cuando actué de una mujer con tuberculosis. En un pasaje de la obra terminé con un monólogo y rompí a llorar que parecía un carnaval. Y después de la función seguía emocionada, acelerada, pero no era por el drama que vivió el personaje, era el placer de hacer algo que me gustó. Es la emoción que te genera el texto teatral mismo", concluye Terraf.

 

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