Acerca de cómo conocí a Gabo

Acerca de cómo conocí a Gabo

LA GA­CE­TA Li­te­ra­ria, 3 de ju­nio de 2007.

27 Julio 2008
"Aquella noche de noviembre de 1966, mientras el avión descendía sobre la constelación de luces de la Ciudad de México, yo me preguntaba con cierta inquietud sobre el personaje a quien Primera Plana me había encomendado entrevistar para una nota de tapa que se editaría seis o siete meses después. Gabriel García Márquez. ¿Quién lo conocía?... Al parecer, en 1965, tras un año y medio de dedicación exclusiva, había terminado la novela que lo obsesionaba desde siempre?Su conversación tiene el mismo encanto, ligeramente arcaico, y el sabor legendario de sus relatos, donde la realidad se hace fantástica y la fantasía, realidad. Pasé una semana en México DF, arrullado por ese encanto? ¿De qué hablamos durante esa semana? De libros, naturalmente. Antes de mi partida, Tomás Eloy Martínez -jefe de redacción de Primera Plana y factótum de esta andanza- me había deslizado apresuradamente, en un bolsillo, un librito mínimo, una suerte de separata, Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo. Lo leí durante el viaje: me deslumbró. El manejo del idioma, la plasticidad y exactitud de la prosa eran incomparables... Cien años era otra cosa: un desborde de aventuras, un torrente de desaforadas metáforas, un esplendor verbal inusitado, nunca artificioso ni autocomplacido. Según me confió Gabo, en su génesis están, entre otros, Las mil y una noches, Gargantúa y Pantagruel, El libro de buen amor del Arcipreste de Hita y -no tan insólitamente como parecería en principio- Orlando, de Virginia Woolf? Ya de vuelta en la Argentina, a fines de ese año recibí un cariñoso mensaje de Gabo y una botella de ron de Jamaica, que me duró una eternidad. Luego, el tiempo, la distancia, mi timidez y acaso su aureola de gloria fueron alejándonos. Pero, como es de rutina en estos casos, puedo decir, con sentimiento auténtico, que jamás he olvidado ni olvidaré aquel encuentro en la Ciudad de México. Más aún: creo que le debo a García Márquez -y a Tomás Eloy- la mejor nota que he escrito en medio siglo, y algo más, de labor profesional."

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