
Un análisis de
Luis Contreras, Redacción LA GACETA.
Era Mario un tipo realmente querible. Lo único que nos dividía en nuestros comienzos en Radio Splendid era su pasión “millonaria” y la mía “bostera”. Siempre fue muy dinámico y versátil para encarar su tarea diaria. Y eso le permitió escalar rápidamente en el periodismo deportivo radial y televisivo, primero, y luego en la prensa escrita en LA GACETA. Como dirían en el barrio, era un tipazo. Siempre sonriente, tenía a mano una broma o una palabra de aliento. En la radio, a alguien se le ocurrió ponerle un genial apodo: “monadita”. Su estilo a veces campechano e informal, que dejaba de lado la pronunciación perfecta de las palabras, fue lo que lo acercó masivamente a los oyentes. El “buendía, buendía, buendía” con el que saludaba a través del micrófono era la carta de presentación de un programa divertido. Ya no lo escucharemos. Tampoco sus “gastadas” a los hinchas de Boca cuando River gane un superclásico. Pero sí se recordará su amplia sonrisa, su voz compinche y su actitud solidaria con la gente.