En la historia, el apellido de una persona podía designarse por su trabajo

En la historia, el apellido de una persona podía designarse por su trabajo

Los apellidos hacen referencia a oficios, características físicas, a nombres propios o al lugar o región común de sus habitantes.

CON ALTURA. Elio Hernández lleva su nombre con mucho orgullo, dijo. LA GACETA/ JOSE NUNO CON ALTURA. Elio Hernández lleva su nombre con mucho orgullo, dijo. LA GACETA/ JOSE NUNO
25 Noviembre 2007
Si bien en la actualidad la coincidencia entre apellidos y profesiones suele ser una casualidad, el origen no fue así. Según contó el escritor e historiador José María Posse, los apellidos nacieron para poder identificar a los miembros de una comunidad cuando estas comenzaron a hacerse muy numerosas, y una de las fuentes que se usaba para atribuirlos era el trabajo que desempeñaba la persona.
“El origen de la conformación de los apellidos es muy basto y, en algunos casos, difícil de determinar. El proceso comienza en el siglo XVI en Italia, cuando surge la necesidad de una identificación”, recalcó. El apellido es lo que identifica un linaje (línea familiar) y a todos los individuos que pertenecen a él, aclaró.
El especialista en genealogía indicó que algunos apellidos se determinaban por la conformación física de la persona. Por ejemplo: blanco o calvo. “En otros casos tenían que ver con la profesión. De ahí derivan Herrero o Carpintero, por ejemplo”, detalló.
Posse explicó que en España se puede determinar que surgieron alrededor de los siglos IX y X y se distinguen cuatro tipos de apellidos:
Unos son los patronómicos, derivados de un nombre propio. Por ejemplo: Rodríguez (de Rodrigo), Alvarez (de Alvaro), González (de Gonzalo), Martínez (de Martín).
Otros apellidos son los que hacen referencia a características físicas o profesiones, como Calvo, Blanco, Crespo, Herrero.
En tercer lugar están los apellidos toponímicos o solariegos: estos son los que se derivan del nombre de un solar, pueblo, ciudad. Son precedidos de la preposición “de”, que indica origen y procedencia. Por ejemplo: Avila, Soria, Cáceres.
Por último, se encuentran los apellidos gentilicios, derivados, no del nombre de un lugar o región, sino del apelativo común de sus habitantes. Son ejemplos de esto: Navarro, Gallego, Castellano, Catalán.
Otra característica de los apellidos, según explicó Posse, es que se transmiten actualmente por línea de varón, pero esto no fue siempre así en la historia. “Durante los siglos anteriores al XVIII, era común que hijos de un mismo matrimonio, algunos llevaran el apellido paterno y otros el materno”, detalló el experto.

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