En las escuelas no se enseña a valorar las plazas

En las escuelas no se enseña a valorar las plazas

Una pedagoga advirtió que las maestras soportan tantas responsabilidades que no tienen tiempo de transmitir cómo se cuida un espacio público.

LUGAR DE ENCUENTRO. Un espacio útil para aprender varias materias. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL LUGAR DE ENCUENTRO. Un espacio útil para aprender varias materias. LA GACETA / OSVALDO RIPOLL
29 Julio 2007
La contradicción aflige: aunque la mayoría de los docentes reconoce la necesidad de que en las escuelas se enseñe a querer y a respetar los espacios públicos, no existe actualmente ninguna materia que incluya contenidos acerca de la conciencia ambiental.
Según explicó la docente y pedagoga Alba de Núñez, este vacío se debe a la falta de tiempo de las maestras para transmitir la importancia de una plaza o de un parque. "Las escuelas de hoy están tan abarrotadas de problemas y tan cargadas de responsabilidades, que excluyen de sus temarios temas importantes como este", explicó.
La profesional destacó que, si bien es cierto que los centros de enseñanza son los principales encargados de generar conciencia sobre higiene y urbanidad, no se les puede asignar todo el compromiso. "Las familias también deberían ser grandes generadoras de ese tipo de actitudes. Además, desde las escuelas, vemos que el municipio descuida la atención adecuada de un espacio público y eso nos desanima a incluir ese asunto en las currículas", señaló.
Con ella coincidió la docente y pedagoga social María Elena Varela de Ruiz, que opinó que la coordinación con las autoridades comunales resulta fundamental a la hora de enseñar a cuidar los espacios verdes.
"Los funcionarios deberían dar pequeñas charlas en las escuelas y coordinar trabajos itinerantes en las plazas. No sólo eso, también sería bueno que nos capacitaran a los docentes para que nosotros hagamos la bajada correspondiente", afirmó.
Según Núñez, la mejor manera de concientizar a los alumnos sobre el valor de los parques y todo lo que ellos contienen es llevándolos a esos espacios. "El niño debe usar la plaza, conocer los beneficios de contar con un espacio verde, con aire puro y con la posibilidad de realizar actividades diversas", comentó.

El proyecto que no fue
Tal vez el ejemplo más emblemático de la indiferencia que existe en el área educativa hacia aquellos proyectos relacionados con la convivencia en las plazas sea el caso de la arquitecta Edith Castellano.
Hace cinco años, la profesional ideó el plan "La plaza de mi barrio" que proponía que los alumnos de distintos establecimientos aprendieran a cuidar el espacio público más cercano a su lugar de estudio.
"Además de valorar ese espacio y entender cómo se preserva el medio ambiente, el niño aprendería varias materias: Geografía, a partir del reconocimiento de su entorno; Historia, al conocer el pasado de la plaza en cuestión; Botánica, al estudiar las plantas y árboles ubicados en ella; Instrucción Cívica, al enseñársele cuáles son sus obligaciones y derechos respecto de ese territorio; Matemáticas, al apreciar volúmenes y superficies, entre otras", señaló la arquitecta.
"Es decir que el alumno podría adquirir un conocimiento global e interdisciplinario de la realidad mediante la vivencia diaria de la misma", detalló la profesional.
Pese a que Castellano distribuyó su proyecto por varios centros de enseñanza y en numerosos ámbitos educativos, ninguno se interesó por adoptarlo, según dijo.