Plazas y parques: el espacio de todos

Plazas y parques: el espacio de todos

En el estado de los espacios públicos se refleja la falta de conciencia urbana que padecen muchos tucumanos.

EL AMOR Y LA INCULTURA. Ni el sentimiento más puro y generoso justifica el hecho de ensuciar un lugar público con leyendas pintadas. LA GACETA / OSCAR FERRONATO EL AMOR Y LA INCULTURA. Ni el sentimiento más puro y generoso justifica el hecho de ensuciar un lugar público con leyendas pintadas. LA GACETA / OSCAR FERRONATO
29 Julio 2007
El brillante rojo que cubre a los bancos de la plaza Independencia le pareció el fondo perfecto para inmortalizar su declaración de amor. Con letra redonda y evidentemente infantil, "Luli" le escribió a "Topo" que lo ama y, viendo que la extensión del asiento le permitía explayarse, dibujó varios corazones con sus respectivas flechas.
No es que "Luli" haya confundido al espacio público con una de las hojas de su cuaderno: muy probablemente su osadía se entienda teniendo en cuenta que no es la primera enamorada que vuelca sus sentimientos sobre aquello que es de todos. O, tal vez, quepa más la explicación que ofrece el arquitecto Julio Middagh: "el tucumano contemporáneo es un ser sucio a quien no le molesta la inmundicia".
La expresión suena fuerte, pero -quiérase o no- el estado de algunas plazas y parques de la ciudad la ratifican. Los escritos sobre bancos, estatuas y basureros; las necesidades de las mascotas expuestas a los paseantes; el mal estado de los bebederos y la cuantiosa basura dispersa son algunos de los logros humanos que afianzan la postura del profesional.
¿Es que el tucumano no siente ninguna responsabilidad hacia los espacios públicos? Debería, pero no. El arquitecto Ricardo Viola sostiene que, mientras una persona viva en sociedad, tiene que participar del mantenimiento de aquello que le pertenece a la comunidad.

Faltan valores
"En Tucumán falta transmitir valores a la sociedad. Las personas no son conscientes del valor de un árbol, de una estatua, de un juego recreativo. Hay que enseñar a los chicos las distintas especies de plantas y su utilidad, y quienes son los próceres de los monumentos ubicados en parques y plazas. Si las instituciones gubernamentales y no gubernamentales coordinan esa educación, el comprovinciano dejará de ser desaprensivo con lo público", consideró.
El profesional opinó además que, para que un ciudadano empiece a mostrarse más respetuoso de las plazas, tiene que observar, día a día, que estas se mantienen limpias y ordenadas. "Si una persona entiende que el estado normal de un espacio es la suciedad, entonces continuará con los destrozos y su indiferencia seguirá creciendo. Es una situación recíproca", manifestó.

Cerca del zoológico
Para Middagh, la raíz del problema se encuentra en la falta de cultura urbana del tucumano. "No puede ser, por ejemplo, que los jóvenes que concurren a las plazas se sienten en los respaldos de los bancos y pongan los pies en el asiento: eso es estar más cerca del zoológico que de la civilización", indicó.
El arquitecto destacó que la indiferencia hacia los espacios comunes parece ser una constante en la idiosincrasia de los tucumanos, incluyendo a las autoridades . "Cada vez que la Municipalidad limpia el parque 9 de Julio o el Guillermina lo informa como una novedad. Es decir que hasta las autoridades ven la limpieza como algo excepcional", lamentó el arquitecto.
Para Middagh, la fórmula para revertir esa actitud se encuentra en la educación.
"Deberían proyectarse campañas que enseñen a valorar plazas y que integren desde niños de jardín hasta alumnos universitarios. En ellas el mensaje debería ser que, si una persona no cuida aquello que es de la sociedad, está afectando severamente a todos sus pares", concluyó.