Ahora es posible tener un estudio jurídico portátil

Punto de vista. Por Bernardo Carlino (UNT) - Prof - Derecho Societario y Cambiario.

03 Julio 2007
¿Cuánto tarda en encontrar una máquina de escribir? ¿Utilizaría copias en papel carbónico para sus escritos? ¿Está dispuesto a hacer cola en la AFIP para obtener una constancia cuando desde un ciber se lo entregan por $ 1, o a esperar informes comerciales cuando por otra moneda se los proporcionan allí mismo y en el acto?
Estos cambios impactan en la demanda de cualquier servicio profesional y en la manera como se presta. Véase, si no, el estudio del abogado “genérico”.
La gran biblioteca, que además servía de marco para las fotos serias, tiende a desaparecer -y hasta de las fotos, que hoy muestran un monitor- porque es menos necesario el libro en papel, y la mayoría de ellos se venden con su mecanismo de extinción: incluyen un CD que permite la búsqueda rápida de palabras, además de los accesos para su permanente actualización por internet, una vez instalados en la PC.
La reducción de este espacio físico implica, lamentablemente, la del espacio intelectual: las impresionantes disponibilidades en la red no hacen necesaria la lectura de mucha doctrina sino la habilidad para encontrarla en el párrafo justo; nunca ha sido más rápido y actualizado el acceso a la jurisprudencia.
Con los debidos respetos: ¿hacen falta secretarias, cuando la telefonía celular y sus SMS, el e-mail, los programas organizadores de agendas y tareas o los especializados en administración de estudios jurídicos, son mucho más eficientes aunque menos sensuales?
Buena parte de las reuniones físicas del pasado se hacían para intercambiar borradores, corregirlos, revisar la versión final y otra, previo salvar algún inevitable error de tipeo, para firmar. Por un rezago cultural, ahora sólo se hacen estas últimas ante un papel que contiene el prolijo, corregido y compensado producto de un procesador de texto, fruto de intercambios de e-mails, pese a que los documentos allí adjuntados pueden firmarse legalmente a distancia.
La “despapelización” (término que incorporó en sus considerandos la Ley 25.506) avanza en la administración del Estado nacional, tal como se advierte en un folleto que enumera la gran cantidad de trámites disponibles online. La reciente experiencia piloto de trámites con firma digital de oficios al Registro Inmobiliario, desde los Juzgados de Documentos y Locaciones, es un paso firme hacia una progresiva e imparable incorporación del documento electrónico en procedimientos litigiosos.
Gracias a la notificación por e-mail, se redujo en buena medida la concurrencia física a los casilleros de Tribunales.

La oficina, en el bar
¿Le tiene miedo a la piratería informática? ¿Y qué me dice de la que adultera cualquier documento en papel? Así las cosas, la necesidad de espacio físico dedicada al estudio profesional se reduce cada vez más... hasta la superficie de una PC portátil con buena conectividad (empieza a ser común en forma inalámbrica desde bares y otros comercios), lo que permite que muchos lleven la oficina a sus hogares, o consigo cuando viajan.
Si bien hoy más que antes los abogados prefieren soluciones negociadas o por medios alternativos al litigio, las técnicas presenciales y las habilidades personales necesarias para obtener estos resultados no podrán ser reemplazadas por ningún software, pero ya se pueden alquilar los espacios adecuados para ponerlas en práctica.
¿Qué hace falta, entonces, para que el estudio sea íntegramente informatizado? Básicamente, más accesibilidad por redes que permitan al documento electrónico firmado, enviado desde la PC, incorporarse a la mayor cantidad de trámites; pasará tiempo hasta que el papel sea totalmente desplazado de los usos y costumbres, seguramente más de lo que tardará el Estado en ofrecer el acceso a todos sus servicios mediante redes abiertas de comunicación.
Pero, en esta materia, mejor calle el “no viviré para verlo...”.